La religiosidad íntima del candidato sorpresa
Santorum intensificó su fe gracias a su suegro y le hizo una promesa al hijo que perdió al nacer
Se acerca el Supermartes, que orientará notablemente el rumbo de la campaña por la nominación republicana en Estados Unidos.
Salvo un repunte sorpresa de Newt Gingrich el próximo martes, a Barack Obama le disputarán en noviembre la presidencia de los Estados Unidos o Mitt Romney o Rick Santorum. Éste ya cuenta con protección del Servicio Secreto en cuanto aspirante con posibilidades, y está saliendo victorioso de los intensivos escrutinios a que la prensa somete a los candidatos durante el largo proceso de primarias e incluso después.
The New York Times, no precisamente favorable a Santorum, le dedica este fin de semana un reportaje centrado en su profunda religiosidad católica, quizá el aspecto más irritante para el establishment cultural progresista norteamericano, junto con su determinación de atacar Irán si es preciso para defender la seguridad del país.
El reportaje revela que, según confesó el mismo Santorum en algún off the record el año pasado, él era un "católico de nombre" hasta que conoció a su mujer y pensaron en casarse. Fue en 1988, y Karen era enfermera neonatal. Según el diario, la hoy esposa de Rick venía de una relación con un médico abortista y ella misma era partidaria del aborto.
Cara a cara con el suegro
Pero algo la hizo cambiar, y de hecho cuando empezó a salir con aquel joven aspirante a político (tenía 30 años) que llegaría al Senado en 1991, le urgió a visitar a su futuro suegro. Kenneth Garver era pediatra en Pittsburgh, especialista en genética y padre de una familia numerosa formada en una profunda fe católica.
"Nos sentamos uno en frente del otro en torno a su mesa, y estuvimos toda la tarde hablando del aborto. Quedé absolutamente convencido de que tanto desde el punto de vista de la ciencia como desde el punto de vista de la fe, no había más que una postura posible", explicó Santorum en octubre a un grupo provida.
Según el diario neoyorquino, ése fue el momento en el que Santorum y su mujer intensificaron su vivencia religiosa, traducida a lo largo de toda esta campaña en unos posicionamientos inequívocos en torno al aborto, los anticonceptivos, el "matrimonio" entre personas del mismo sexo, la libertad de educación de las familias o la separación entre Iglesia y Estado. Lo cual le ha granjeado votos, pero también se los ha quitado. Rick ha preferido en cualquier caso decir lo que piensa y presentarse ante sus electores tal como es.
Cartas a Gabriel... y una promesa
En buena medida, eso se debe a la promesa que le hizo a su hijo Gabriel, que murió a las pocas horas de nacer tras un embarazo al que le sugirieron en más de una ocasión poner término, porque los problemas del feto se detectaron desde la vigésima semana. Pero los Santorum creyeron siempre que Dios tenía un plan para la corta vida de unas horas que sabían tendría el bebé.
Dice un amigo suyo desde hace veinte años, Frank Schoeneman, que, al fallecer el pequeño, Santorum hizo el voto de llevar una vida de la que Gabriel pudiese sentirse orgulloso. Y eso incluye no esconderse ni tener respetos humanos en la profesión de su fe. En 1998 escribió un libro, Cartas a Gabriel, volcando su alma en recuerdo de la tragedia vivida.
Schoeneman añade que Rick no es un new-born (renacido) que vio la luz de golpe: "Ha habido una evolución. Siempre fue católico y siempre fue un hombre de fe, pero no con este nivel de fe", subraya.
Encontrar a Dios en la política
Curiosamente, el otro momento decisivo en esa evolución fue su llegada al Senado. Allí conoció a un senador de Oklahoma, Don Nickles, quien le animó a asistir con otros senadores a unas reuniones de estudio de la Biblia.
Finalmente, Karen y él encontraron el lugar idóneo para intensificar su fe en la parroquia de Santa Catalina de Siena, en el norte de Virginia, a donde se habían trasladado a vivir: "El párroco era extraordinario y nos llenó del Espíritu Santo", confesó el aspirante a la Casa Blanca.
El cual tiene muy claro que Dios es el centro de su vida, y muy clara cuál es su actitud ante Jesucristo: "Ante sus ojos soy totalmente inútil. No puedo hacer nada por Él. Sólo amarle".