Amenaza a miles de instituciones católicas
Obama intentó explicar al arzobispo de Nueva York la línea roja que ha traspasado
La decisión de Kathleen Sebelius de forzar a los seguros privados católicos a que ofrezcan anticonceptivos y abortivos no tiene precedentes.
A partir del 1 de agosto de 2012, en Estados Unidos todos los seguros médicos para los trabajadores de una institución o empresa deberán incluir obligatoriamente la cobertura de anticonceptivos e incluso de abortivos como la píldora del día después.
Las instituciones católicas han recicibido una prórroga de un año para que intenten encontrar una forma de hacer compatible esa norma, dictada por la secretaria de Salud, la radical Kathleen Sebelius, ex gobernadora de Kansas, con los principios morales más básicos. Pero en modo alguno la Administración de Barack Obama ha dicho que vaya a dar marcha atrás.
No sólo la Iglesia católica se ha opuesto a esta disposición contraria a la libertad religiosa y de conciencia, y que podría poner en peligro la misma existencia de miles de instituciones como colegios, hospitales, comedores sociales, etc., forzados a no asegurar a sus trabajadores. En diciembre llegó a la Casa Blanca una protesta de organizaciones evangélicas y judías señalando que no sólo la Iglesia tenía "profundas objeciones morales" que plantear, también ellos.
Según diversas fuentes, el mismo Obama telefoneó al arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, para intentar explicarle las razones de su iniciativa.
Pero el también presidente de la conferencia episcopal norteamericana, que será nombrado cardenal en el próximo consistorio, no va a pasar por ese aro: “Nunca antes el gobierno federal había forzado a los individuos y a las organizaciones a salir al mercado a comprar un producto que viola su conciencia. Esto no debería suceder en un país donde el libre ejercicio de la religión figura en el primer lugar de su lista de derechos", dijo el futuro purpurado a la cadena NY1.
La norma de Sebelius, anunciada por primera vez el verano pasado, admite excepciones mínimas e insuficientes, como el caso de profesores de religión, o de instituciones que presten un servicio casi exclusivamente a católicos. Pero los numerosos hospitales que la Iglesia tiene en el país atienden a toda la comunidad, incluso en algunos casos mayoritariamente a no católicos, por lo que no entrarían en la excepción. En la práctica, esta medida de Obama acabaría abocándoles al cierre o a la traición a sus principios, algo a lo que los obispos estadounidenses no están dispuestos.
De hecho, el mismo Papa ha criticado públicamente la amenaza a la libertad religiosa que se cierne sobre Estados Unidos, y los prelados de este país han señalado ese punto como capital a la hora de orientar el voto el próximo noviembre.
Las instituciones católicas han recicibido una prórroga de un año para que intenten encontrar una forma de hacer compatible esa norma, dictada por la secretaria de Salud, la radical Kathleen Sebelius, ex gobernadora de Kansas, con los principios morales más básicos. Pero en modo alguno la Administración de Barack Obama ha dicho que vaya a dar marcha atrás.
No sólo la Iglesia católica se ha opuesto a esta disposición contraria a la libertad religiosa y de conciencia, y que podría poner en peligro la misma existencia de miles de instituciones como colegios, hospitales, comedores sociales, etc., forzados a no asegurar a sus trabajadores. En diciembre llegó a la Casa Blanca una protesta de organizaciones evangélicas y judías señalando que no sólo la Iglesia tenía "profundas objeciones morales" que plantear, también ellos.
Según diversas fuentes, el mismo Obama telefoneó al arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, para intentar explicarle las razones de su iniciativa.
Pero el también presidente de la conferencia episcopal norteamericana, que será nombrado cardenal en el próximo consistorio, no va a pasar por ese aro: “Nunca antes el gobierno federal había forzado a los individuos y a las organizaciones a salir al mercado a comprar un producto que viola su conciencia. Esto no debería suceder en un país donde el libre ejercicio de la religión figura en el primer lugar de su lista de derechos", dijo el futuro purpurado a la cadena NY1.
La norma de Sebelius, anunciada por primera vez el verano pasado, admite excepciones mínimas e insuficientes, como el caso de profesores de religión, o de instituciones que presten un servicio casi exclusivamente a católicos. Pero los numerosos hospitales que la Iglesia tiene en el país atienden a toda la comunidad, incluso en algunos casos mayoritariamente a no católicos, por lo que no entrarían en la excepción. En la práctica, esta medida de Obama acabaría abocándoles al cierre o a la traición a sus principios, algo a lo que los obispos estadounidenses no están dispuestos.
De hecho, el mismo Papa ha criticado públicamente la amenaza a la libertad religiosa que se cierne sobre Estados Unidos, y los prelados de este país han señalado ese punto como capital a la hora de orientar el voto el próximo noviembre.
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