El juez decide condenarlo a cadena perpetua, atendiendo la petición de la Orden
Asesinó a dos monjas, y evita la pena de muerte por el testimonio de las religiosas: «Te perdonamos»
Misisipi es uno de los estados de EEUU en los que sigue vigente la pena de muerte, concretamente la inyección letal. Rodney Earls Sanders era firme candidato a pasar por el corredor de la muerte para pagar así por los crímenes horribles por los que les juzgaba el tribunal. Finalmente, y gracias a la misericordia de sus propias víctimas, ya muertas, y de su entorno, se le ha cambiado la pena de muerte por la cadena perpetua sin posibilidad de revisión.
Este hombre de 48 años se declaró culpable del asesinato en 2016 de dos religiosas en Misisipi. Ambas monjas, que trabajaban en un centro de salud, fueron encontradas apuñaladas y agredidas sexualmente en su casa. Sus cuerpos fueron encontrados después de que ninguna de las dos llegaran al lugar donde desempeñaban su misión. Finalmente, Sanders fue condenado por el doble asesinato, y por el robo del vehículo de las hermanas.
Religiosas encargadas de ayudar a personas necesitadas
Las víctimas eran Margaret Held, de las hermanas escolares de San Francisco, y Paula Merrill, de las hermanas de la Caridad de Nazaret. Ambas, aunque de órdenes diferentes, habían dedicado juntas gran parte de su tiempo a ayudar las personas con menos recursos.
El juez finalmente tomó esta decisión al tener en cuenta como hecho decisivo el que las hermanas asesinadas se oponían a la pena de muerte y no querrían que ejecutaran a su asesino.
Rodney Sanders evitará la pena capital gracias a la petición de las religiosas
Ellas consideraban, y así habían dejado constancia en el pasado, que la pena de muerte contravenía las enseñanzas católicas. Pese a que en el Catecismo de la Iglesia Católica se prevé el recurso a la pena de muerte, pero como “único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.
En este caso, el sistema judicial y penal de Estados Unidos garantiza esta defensa de los ciudadanos con una cadena perpetua sin revisión. Y esto evitaría una justificación de la pena de muerte.
"Propagar el amor de Dios"
En declaraciones en el propio juicio, la hermana Susan Gatz, superiora de las Hermanas de la Caridad de Nazaret, afirmó que las hermanas asesinadas eran “dos de las personas más gentiles que se podrían conocer” y que dedicaron su vida a la “paz, la justicia y a propagar el amor de Dios”.
La declaración de la religiosa fue también determinante, pues manifestó que la orden estaba a favor del acuerdo de culpabilidad del asesino, eliminando así la posibilidad de la pena de muerte.
“Hemos anhelado la justicia con respecto a nuestras dos queridas hermanas. Apoyamos este acuerdo de culpabilidad y la cadena perpetua sin libertad condicional. Es la justicia que reconoce que toda la vida es valiosa. Es la justicia que ofrece esperanza, siempre, de que el amor pueda romper las barreras más difíciles”, aseguró la hermana Gatz, tal y como recoge National Catholic Register.
Dirigiéndose directamente al propio asesino en el tribunal esta religiosa le dio que su congregación “nunca olvidaría lo que les hiciste, y cómo muchas personas han sufrido como resultado de tus acciones”.
"Te perdonamos"
“Pero, debido a que creemos en Cristo y su Evangelio, te perdonamos. Hemos aprendido durante estos dos años que tu vida ha tenido mucha agitación y dolor. Queremos que sepas que rezaremos para que puedas encontrar la paz”, agregó.
Quiso recordar además a todos los presentes que las hermanas fueron “ejemplos de bondad, ejemplos de amor a Cristo, y nada ni nadie puede quitar esto”.
No sólo las órdenes religiosas se han opuesto a la pena de muerte, también las propias familias de las religiosas. La hermana de Paula Merrill también quiso anunciar que “mi familia se opone moral y éticamente a la pena de muerte, al igual que Paula y Margaret”.