Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La ratio y la calidad educativa

La ratio profesor-alumno no es una variable indicativa de la excelencia del sistema educativo y sí de la inversión económica a la educación de un país

Carlos Jariod

 Sin duda ha sorprendido a algunos mi afirmación pasada según la cual la ratio alumno-profesor no es significativa para calibrar la calidad del sistema educativo. Esa afirmación, además, la hacía a propósito de los recortes propuestos por el ministerio de educación, uno de ellos, elevar la ratio en primaria y secundaria.

            Sin embargo, los estudios que se han hecho así lo atestiguan. Me atrevería a asegurar que también lo confirma la experiencia personal de los profesores. Lo que afirman todos los estudios conocidos y dice mi experiencia es que lo que hace buena o mala una clase no es el número de alumnos, sino la predisposición al estudio de éstos y un profesor competente y dispuesto a trabajar con ellos. Yo deseo tener clases de cuarenta magníficos alumnos de filosofía. Trabajaré mejor que con una clase de diez alumnos indolentes. En otras palabras: la calidad de un sistema educativo no depende tanto de aspectos cuantitativos, sino especialmente de aspectos cualitativos. En un próximo artículo ahondaré algo más en esos aspectos de calidad.

            Lo que sí deseo destacar en esta ocasión es que el mito de que una ratio pequeña es señal de buena calidad educativa se basa en otro mito del clericalismo progresista dominante; me refiero a que cuanta más inversión económica se haga al sistema educativo de un país, mejor será ese sistema. Análogamente también los estudios internacionales realizados muestran que esa relación causal es falsa. Quizá el caso más palmario sea el español, puesto que en nuestro país se han invertido cantidades ingentes de dinero sin que nuestra enseñanza mejorara.

            Lo que sucede es más bien lo siguiente. En una enseñanza degradada como la que padecemos, un aumento de la ratio resaltará aun más los males endémicos que la LOGSE ha introducido en nuestras escuelas. Un aumento de la ratio causará en el profesorado, sin duda, un aumento de trabajo y una mayor impotencia ante un alumnado embadurnado desde su infancia por las imposturas pedagógicas progresistas. Hará ver, aún más, que el sistema, de no variarse, es difícilmente sostenible. Por eso  son tan urgentes las reformas que plantea Wert. Quienes aplaudieron a rabiar el modelo que desde los noventa sufrimos, son ahora los que claman por el descenso de la calidad y chillan a favor de la enseñanza pública, ésa que ellos contribuyeron a destruir. Impostura tras impostura.

            Alejados de la demagogia y el ruido, los datos desnudos hablan por sí mismos. También la experiencia de tantos de nosotros que recibimos enseñanza en clases de más de cuarenta alumnos; clases de un nivel académico que no resistirían mis quince o veinte estudiantes actuales repartidos por aula.

            Pero vayamos a los fríos datos. La OCDE publica todos los años un prestigioso estudio, valorado por todos los organismos nacionales con responsabilidad en educación, llamado Education at a glance. Es un estudio realizado por economistas, puesto que a diferencia del de PISA no entra en los contenidos educativos. Uno de los puntos que trata es precisamente la ratio alumno-profesor y el tamaño de las clases. El lector interesado puede pinchar aquí para ver lo que dice este estudio respecto de nuestro tema.   

            En este estudio lo que se afirma es que la ratio alumno-profesor no habla de la calidad educativa, sino del nivel de inversión que hace un país en su educación. Es decir, que es una variable económica. De lo que nos habla la ratio es de recursos, no de calidad. Animo al lector a que compare nuestro país con Finlandia en las tablas de las páginas 403 y 404. La comparación con ese país escandinavo es oportuna, pues como es sabido Finlandia es el país europeo con unos estándares educativos mejores del mundo, según PISA.

            Sin ser exhaustivos, unos pocos datos. En la tabla D2.2. (página 403) vemos que la ratio en España en educación primaria estaba en el 2009 en 13.3, mientras que en Finlandia estaba en 13.6; como media de toda la secundaria, en España estaba en 9.8 y en Finlandia en 13.6.

            Si pasamos a la tabla D2.3 (página 404), vemos datos también interesantes. La ratio en la enseñanza pública en España en secundaria es de 8.5, mientras que en Finlandia es de 13.3, también en la pública. Pero si comparamos la ratio en los centros privados concertados también encontramos un dato de interés. En España  los centros concertados tienen una ratio mucho más alta que en los públicos (15.3). ¡Nada menos que casi siete puntos de diferencia en la ratio a favor de los centros públicos! Como sabemos gracias al informe PISA, el rendimiento académico de los alumnos de los centros concertados españoles es mejor que el de los públicos. Quizá por ello muchos padres prefieren una enseñanza privada-concertada a una pública, a pesar de que las condiciones materiales de aquellos centros son ostensiblemente peores que la de los centros del Estado. 

            ¿Cómo es posible que Finlandia, con ratios peores que la española, tenga una educación mucho mejor que la nuestra?, ¿Cómo es posible que los centros concertados, con muchos más alumnos por clase, arrojen mejores resultados académicos que los centros estatales? Simplemente porque  la ratio no mide la calidad de la enseñanza.

            

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