Mariano Fazio, vicario auxiliar del Opus Dei: «No hay que elegir entre pastoral o formación»
Mariano Fazio es desde 2019 vicario auxiliar del Opus Dei, y con ello el gran colaborador del prelado Fernando Ocáriz. Antes ejerció como vicario general por lo que tiene una visión privilegiada sobre esta realidad eclesial extendida por todo el mundo.
Recientemente, el padre Fazio ha presentado su nuevo libro Libertad para amar, a través de los clásicos (Rialp), donde explica cómo la libertad está orientada al amor y por qué esta afirmación tiene una enorme importancia para la vida cristiana. Para argumentarlo se apoya en los grandes autores clásicos de todos los tiempos.
Durante la presentación del libro en Madrid, el vicario auxiliar del Opus Dei conversó con el Centro Académico Romano Fundación (CARF), fundación que concede becas de estudio en Pamplona y Roma a seminaristas y sacerdotes de países pobres o donde la Iglesia tiene necesidades.
En la entrevista, Fazio habló de la importante labor que hace CARF y que tanto conoce el vicario auxiliar así como también sobre el contenido de su nuevo libro:
-El principal objetivo de CARF es colaborar con los obispos de todo el mundo que envían a sacerdotes y seminaristas de sus diócesis a estudiar a las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra y a la Universidad Pontifica de la Santa Cruz (Roma). Estos seminaristas residen en los Seminarios Internacionales Bidasoa (Pamplona) y Sedes Sapientiae (Roma). ¿Por qué es tan importante la formación integral de los sacerdotes?
- La formación es algo esencial, condición imprescindible para la evangelización, porque nadie da lo que no tiene. Si salimos a evangelizar sin conocer qué tenemos que transmitir, haríamos un flaco servicio a la verdad. Lo más importante es estar unidos al gran evangelizador que es Jesucristo. No podremos tener una plena vida espiritual sin un conocimiento doctrinal amplio, son dos aspectos que van muy unidos. No hay que elegir entre pastoral o formación teológica, porque la pastoral implica una formación teológica y la teología está al servicio de la pastoral.
-Por esta razón, el trabajo que realiza CARF es clave...
-Exacto. El trabajo que realiza el CARF es clave y creo que tanta gente lo está entendiendo y por esta razón, muchas personas ayudan a la formación de los sacerdotes a través de CARF y ojalá que lleguemos a muchas más. Es una labor imponente porque se trata de formar a los evangelizadores para que ellos a su vez ayuden a muchas personas a ser felices y que tengan una vida plena. A que en este mundo prevalezca el amor, la comprensión, el diálogo. Lamentablemente vemos un mundo crucificado por la guerra, por los odios, por la falta de perdón, y se hace cada vez más necesario una evangelización profunda.
-En un mundo bastante secularizado y por las últimas circunstancias que ha vivido la Iglesia, la reputación de los sacerdotes está un poquito baja. ¿Qué se puede hacer para recuperar y elevar la reputación de los presbíteros?
-Tenemos que ver a la Iglesia desde una perspectiva de fe. San Josemaría decía que la Iglesia es fundamentalmente Cristo, que salva al mundo a través de sus palabras y los sacramentos. Quienes formamos parte de la Iglesia somos criaturas pecadoras, llenas de limitaciones, que procuramos ser fieles a lo que el Señor nos dijo, aunque muchas veces no lo logremos. Dentro de la Iglesia, hay sacerdotes que no han sido fieles a lo que el Señor nos pide. Y todos, con nuestras limitaciones, en determinados momentos no somos fieles. Pero, por otro lado, cuántos sacerdotes hay que entregan su vida en el último rincón del mundo, al servicio de la iglesia universal, en circunstancias heroicas, aunque también esos sacerdotes tendrán sus limitaciones.
El católico ha de ver al sacerdote con ojos de fe, es un hombre elegido por Dios, un instrumento humano con debilidades, pero la inmensa mayoría con muchos deseos de seguir al Señor. Es importante rezar por su santidad. Hay escándalos muy graves que les hace perder su condición sacerdotal, aunque gracias a Dios no es lo habitual en la Iglesia. Los escándalos no tienen que opacar la gran labor de los miles y miles de sacerdotes en todo el mundo”.
-Algunas personas prefieren dar su dinero a proyectos sociales y quizás algunos no ven también la importancia de colaborar en la formación de las vocaciones…
-Un sacerdote es un efecto multiplicador. Es espectacular que la gente colabore con obras sociales que van a ayudar a personas más desfavorecidas. Si uno ayuda a un sacerdote, a formarse bien, este sacerdote entenderá que hay toda una dimensión de ayuda a los más necesitados y, por lo tanto, la formación que reciba implicará un servicio directo a todas estas personas.
Hay personas que critican a la Iglesia por distintos motivos, pero me parecería poco honesto cerrar los ojos ante una realidad de una Iglesia al servicio de los pobres en los cinco continentes. Formando a estos sacerdotes, estaremos fortaleciendo esta ayuda también humana.
-Don Mariano, algún mensaje para todos los seminaristas y sacerdotes que se forman en las Universidades de Roma y Pamplona a las que CARF ayuda.
-Les diría que es un privilegio poder estudiar tanto en Roma como en Pamplona y es gracias a la aportación y ayuda de los colaboradores y benefactores de CARF, que consiguen los medios para que esto sea una realidad. Es una obligación moral rezar por todos los colaboradores que han hecho posible este privilegio. Por otro lado, cuando uno recibe un don, eso implica una gran responsabilidad frente a los estudios doctrinales y la formación espiritualidad.
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-Acaba de presentar su último libro. ¿Qué desea transmitir con él?
-Hoy en día, como vivimos en una sociedad muy secularizada, para realizar una evangelización eficaz tenemos que hacer lo que han hecho los evangelizadores a lo largo de la historia de la Iglesia: preparar el terreno para anunciar el Evangelio. Los grandes clásicos transmiten una serie de valores humanos, como por ejemplo que estamos hechos para el bien, para la verdad, para la belleza y que somos personas con un destino trascendente. Si lográramos que mucha gente leyera estos clásicos, estarían abiertos a recibir la verdad en plenitud que, en mi personal posición, creo que está en la revelación cristiana.
-Usted defiende en el libro la libertad y el pluralismo. ¿Se puede defender la libertad y el pluralismo dentro de la Iglesia, respetando la doctrina?
-Por supuesto. Dentro de la Iglesia tiene que haber pluralismo y eso se consigue a través de una buena formación doctrinal. Un católico bien formado sabe distinguir lo que es esencial del mensaje evangélico y de la verdad revelada, de otras cuestiones circunstanciales que cambian con el tiempo y con la historia.
-Dicen los que le conocen, que D. Mariano se lleva muy bien con el Papa Francisco. Son amigos. Y usted nos insta a rezar por el Pontífice.
-Es un elemento esencial de la fe católica la unión con el Papa porque vemos en el Papa no a una persona concreta, sino al vicario de Cristo. Todo Papa tiene una dimensión humana, consecuencia de su formación cultural, del país de donde viene, de su experiencia pastoral. Lo hemos percibido en estos últimos años. Hemos experimentado toda la riqueza que nos ha traído la experiencia eslava de Juan Pablo II, la experiencia de un gran teólogo de Europa central como Benedicto XVI, y toda la práctica pastoral del continente latinoamericano llamado por Juan Pablo II el continente de la esperanza. Los estilos humanos de los tres últimos pontífices son muy distintos y en esto cabe una gran pluralidad. Esta variedad lo debemos ver como grandes riquezas que tiene la Iglesia hoy. Pero dejando de lado preferencias, la unidad con el Papa es esencial. La Iglesia y los católicos, sin el Papa, no somos nada.