Juan Pablo Navarro edita libros religiosos infantiles para leer y vivir en familia
«Los niños aceptan la realidad sobrenatural que acompaña la vida de los santos»: es buena lectura
Si animar a la lectura a los más pequeños es siempre la mejor inversión en su futuro, tanto más si esa lectura les forma de manera natural en la fe. Es el objetivo del editor y escritor sevillano Juan Pablo Navarro en la colección de vidas de santos de su editorial, Maratania, especializada en espectaculares obras de gran formato sobre el patrimonio cultural andaluz, por alguna de las cuales no nos resistimos a preguntar.
-Espectacular el libro sobre "Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco"...
-Soy un enamorado de mi ciudad y entendí que hacía falta un libro que mostrase al público en general las grandes casas señoriales sevillanas. Conté para ello con uno de los mayores expertos, Teodoro Falcón. Tuve la fortuna de conocer en profundidad y de primera mano estos grandes tesoros desde la Casa de las Dueñas, a la de Pilatos, pasando por la de los Bucarelli.
-¿Solían tener capilla propia?
-La capilla doméstica era una parte fundamental de ellas; algunas se han perdido, como la de la Casa de los Marqueses de la Algaba; otras, como la de la Casa de las Dueñas, se mantienen espléndidas. Este lugar para la oración no se encontraba solo en las grandes casas; me llamó la atención, cuando escribía el cuento sobre Santa Ángela de la Cruz que, en su diminuta y humilde casita, tenían un altarcito donde ella rezaba diariamente. Me parece una excelente idea para cada uno de nosotros.
-¿Cómo se han sobrellevado en Sevilla dos años consecutivos sin Semana Santa?
-La cultura católica, durante siglos, ha llenado el tiempo de ritos y momentos que daban sentido al día a día. En muchos lugares se han perdido, sin embargo, en Andalucía, se mantienen en gran medida. En estos dos años, ese tiempo diferente ha llegado pero sin la oportunidad de repetir esos ritos, sin poder mostrar la gran catequesis en la calle que son las procesiones y que tanto arraigan en la fe.
»En 2020, vivimos, como todos, la Semana Santa en familia y en casa, orando en común, participando juntos de los oficios aunque fuera por la tele y comulgando espiritualmente. En 2021, se ha podido vivir en las parroquias donde las hermandades han expuesto sus imágenes. También se han organizado grandes exposiciones con gran asistencia de público. Ha sido muy positivo que se haya acudido en mayor medida a los oficios, muchas veces relegados por asistir a las procesiones. Las hermandades de penitencia y gloria acercan a la transcendencia a muchos y mantienen viva una cultura católica que facilita la transmisión de la fe y de la alegría.
-¿Por qué esta aventura de una colección sobre la vida de los santos?
-No recuerdo bien cuando surgió esta vocación. Simplemente caí en la cuenta de que seguimos a los que admiramos y que los católicos habíamos, en gran medida, olvidado regalar las historias de nuestros mejores referentes. Cualquiera de nuestros hijos conoce al futbolista, famosete o youtuber de moda pero no tiene ni idea sobre la vida de los santos. ¿Podemos seguir a quien no conocemos?
»Gracias a un amigo que me presentó a mi primer ilustrador me decidí a publicar los dos primeros en 2017: Miguel Mañara, el rico que sirvió a los pobres e Ignacio de Loyola, el soldado de Dios. A estos les han seguido los cuentos sobre Clara de Asís, Ángela de la Cruz y, ahora, el Padre Pío.
Juan Pablo Navarro, con algunos libros de la colección de vidas de santos de la editorial Maratania.
-¿Es importante que los padres inviertan en lectura para sus hijos, en estos tiempos de dispositivos móviles?
-Es básico. Nuestra manera de ser se moldea de una manera diferente según el modo que tengamos de adquirir conocimientos. La lectura en papel enseña a la reflexión tranquila, al tiempo lento, a la diversión que te cultiva, que te descubre a ti mismo, que te amuralla contra el enemigo del alma que es la velocidad sin sentido de nuestro tiempo.
»Jessica Chastain contaba que, durante el rodaje del El Árbol de la Vida, Malick le pidió que hablase lento porque así se hablaba en los cincuenta, cuando sabías que el otro te escuchaba; al contrario de lo que ocurre ahora, en que todos hablamos rápidamente entre continuas interrupciones en un diálogo de sordos.
-¿Por qué leer sobre los santos?
-Leer libros y que sean sobre santos, tal como te decía, te muestra personas diferentes a quien admirar y te ofrece los grandes regalos que trae imitarlos: el vivir confiados, acompañados y enamorados. Antes, podías tener una abuela analfabeta y, sin embargo, ser profundamente culta, profundamente sabia –Benito Zambrano lo retrata magistralmente en la película Solas-. Con gran seguridad, ella contaba a sus nietos grandes cuentos en donde les enseñaba cómo situarse en el mundo; entre ellos, cuentos de santos.
»Hoy estamos más informados que nunca, hacemos más cosas diferentes que nunca y hemos viajado más que Marco Polo pero somos a su vez, profundamente incultos y aburridos, sin sabiduría de lo que es el bien vivir. Estamos construyendo un mundo infeliz, lo contrario de un mundo santo y, por ello, alegre.
-¿Qué es lo que más se les queda a los niños de las vidas de los santos? ¿Hechos, actitudes...?
-A mi hija, por ejemplo, lo que más le llamó la atención fue la confianza de San Ignacio de Loyola. Le sorprendió que solo se sustentase en la fe en sus grandes proyectos y lo que parecía imposible se hiciese posible. Creo que en general producen sorpresa porque descubren personas que lo arriesgan todo de manera generosa, nunca por motivos egoístas Los niños aceptan la realidad sobrenatural que acompaña la vida de los santos.
-Como los milagros...
-Creo que una de las causas que han existido para relegar la vida de los santos es la de negar la realidad de los milagros. Los milagros existen, ¡claro que existen¡ Y lo sobrenatural es real. Todos los cuentos que he publicado siempre han pretendido mostrar una idea básica: la conversión. En todos los cuentos siempre hay un personaje que cambia su vida tras conocer la vida del santo. Ese es el mayor de los milagros: la conversión de los corazones.
-¿Cómo entienden los niños la santidad? ¿Mejor o peor que los adultos?
-Cuando somos niños tenemos una cualidad, la confianza absoluta en los padres. Con el tiempo olvidamos que hubo un tiempo en la vida en el que no nos preocupaba el mañana, en el que sabíamos a quién teníamos que acudir cuando teníamos problemas. Y a esas personas, nuestros padres, las amábamos, las admirábamos, eran nuestro modelo. Ese momento de santidad se vive en la infancia. Pero ese don lo vamos perdiendo conforme crecemos si no lo hemos sabido alimentar, si como familia no hemos sido el campo fértil que permite el desarrollo de esa buena semilla.
»La familia debe ser una escuela de santidad. Decía antes que los santos nos regalaban el vivir confiados, acompañados y enamorados. Por eso, nuestra casa, nuestra familia debe ser un testimonio de fe, en el que se viva y respire confianza y no se tema andar sobre las aguas; un lugar de oración continua que enseñe que no estamos solos; y una escuela de superhéroes. Sí, de superhéroes, porque los santos tienen superpoderes; los santos tienen una mirada tan penetrante que les hace capaces de ver en cualquiera el rostro de Cristo. Esa mirada es la que debemos educar desde niños.
-¿Hay santos más sencillos que otros de llevar a los niños?
-No sé si hay santos más sencillos de llevar a los niños. Santos como San Felipe Neri o San Juan Bosco pueden parecer que son más propicios. Sin embargo, intuyo que no es así. Creo que la vida de cualquier santo puede ser apropiada para contarla.
-¿Con qué criterio elige cuáles llevar a esta colección?
-No ha habido un criterio fijo. El primero, Mañara, surgió porque soy hermano de la Hermandad de la Caridad, de cuyo hospital él fue su fundador. Es un personaje interesantísimo a quien descubrir: una de las personas más ricas y poderosas de la poderosa Sevilla del XVII que lo abandona todo para servir a los pobres.
»Escogí San Ignacio porque soy alumno de los jesuitas. En éste hay un homenaje al padre Lecaroz, un sacerdote que nos contaba historias de santos en el colegio.
»Con el de Santa Clara pensé primero en la vida de San Francisco pero me pareció que aportaba más dando a conocer la vida más desconocida de su discípula, una mujer impresionante que nos enseña lo que es vivir de verdad enamorado; por otro lado, mi padre fue médico de los conventos de clarisas de Sevilla por lo que mi familia se siente muy unida a ellas.
»Santa Ángela es la más reconocida de las santas sevillanas, una vida admirable, respetada y querida por todos sean cuales sean sus creencias.
»El Padre Pío es el gran santo de los últimos siglos; además, me ha dado la oportunidad de colaborar con el gran divulgador de este santo en España: José María Zavala.
-Justo ese libro parecía una apuesta arriesgada: no parece, en principio, un santo especialmente atractivo para un público infantil. ¿O me equivoco?
-Si hay un santo que nos cuestiona si lo real es menos real que lo sobrenatural es el Padre Pío. Los estigmas de Cristo que portó, su don de leer las almas, el poder de estar en dos lugares a la vez -la bilocación- pone a prueba nuestra credulidad.
José María Zavala y Borja Zavala llevan a los niños el mensaje del Padre Pío en este libro.
»Un adulto, a pesar de la evidencia de los testimonios, niega esas numerosas experiencias para decir que sería locura, impostura o, con fe irracional, afirmar que la ciencia algún día descubrirá los porqués. Un niño lo acepta sin problemas porque todavía asume con normalidad lo extraordinario y sorprendente de la vida.
-¿Qué les transmite el Padre Pío?
-El Padre Pío dice mucho. Por destacar, nos enseña el valor supremo de la humildad; el valor de la oración y de los sacramentos; y el valor de amar a la Virgen para descubrir a su Hijo. Todo esto, José María lo ha mostrado magistralmente. Es un libro contado con gran sencillez y con gran hondura.
»Así lo ha visto Franco Moscone, obispo de San Giovanni Rotondo -donde tuvo su convento el Padre Pío-. Él ha dicho de este cuento precisamente eso: “Un relato ágil y sencillo para niños y no tan niños”. Precisamente por esto, a esta colección de Vidas de Santos no la llamo de cuentos infantiles sino de cuentos familiares porque son para ser leídos por los abuelos, los hijos y los padres en soledad o, mejor aún, en familia.