Su nuevo libro busca deshacer prejuicios sobre esta religión
Rémi Brague: los occidentales cometen el error de ver el islam «a través de categorías cristianas»
"Este no es el verdadero islam", se oye a menudo tras los atentados islamistas. Pero, ¿cuál es el verdadero islam? ¿Qué lugar ocupan en él la violencia y la razón? Rémi Brague, profesor de filosofía árabe en la Sorbona durante veinte años y durante una década en la Universidad Luis-Maximiliano de Múnich, acaba de publicar un estudio muy completo en torno a estas y otras cuestiones.
En Sobre el islam (Gallimard) examina los textos, los hadices y los versículos para ofrecernos una mejor comprensión de esta creencia que a veces escapa a nuestra comprensión cristiana.
Anne-Laure Debaecker le ha entrevistado al respecto en Valeurs actuelles:
-El pasado octubre, Erika López Prater, profesora visitante de la Universidad de Hamline, en Minnesota, perdió su trabajo por mostrar a sus alumnos una imagen medieval del profeta Mahoma. Su enseñanza fue calificada de "irrespetuosa e islamófoba". Este caso está dando mucho que hablar y el director del Instituto Nacional de Historia del Arte ha denunciado una "profunda ignorancia de la historia de la cultura islámica". ¿Qué opina usted al respecto?
-Estoy estupefacto por la falta de honradez del estudiante musulmán que denunció a esta profesora, que pidió a quien pudiera sentirse escandalizado que abandonara la sala; por la cobardía de la administración universitaria (pero es cierto que "anotar y rendirse" son a veces las dos ubres de una carrera académica); y, por último, por la estupidez de quienes protestaron contra esta imagen de origen totalmente islámico -una miniatura persa- y, además, de las más famosas. El historiador del arte que usted cita tiene toda la razón.
Numerosas imágenes medievales representan a Mahoma. En muchas aparece con un velo ocultando el rostro, pero en otras sí es dibujado. La profesora López Prater mostró algunas, entre ellas esta miniatura de origen persa que se conserva en la biblioteca de la Universidad de Edimburgo.
-Su libro es un agudo estudio de las múltiples dimensiones del islam. ¿Qué le impulsó a escribirlo?
-Gracias por el cumplido, merecido o no. Pasé veinte años enseñando filosofía árabe. La cual no es solo obra de musulmanes, ya que Al Razi (Rhazes) (865-923) era librepensador, Maimónides (1138-1204) era judío e Ibn Adî (893-974) era cristiano. Pero es cierto que los grandes nombres son los de los musulmanes, y que Maimónides, a quien acabo de mencionar, fue en su mayor parte discípulo de Al Farabi (870-950), que vivió en un entorno islámico. Así que era bueno familiarizarse un poco con el islam.
»Recibí algunas nociones de islamología en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales [conocido por sus alumnos como Langues O'], pero tuve que trabajar mucho para profundizar.
»Lo que me impulsó a escribir es simplemente un deseo que es fundamental para los filósofos: introducir claridad, aclarar la confusión, distinguir lo que no debe confundirse, criticar los prejuicios, ya sean benévolos o malintencionados.
»Las múltiples dimensiones de las que usted habla empiezan por la propia palabra, como intento demostrar: el islam es tanto una cultura como una fe. La peor confusión, que a veces se mantiene deliberadamente, consiste en confundir a los musulmanes, que son seres humanos y merecen infinito respeto como tales, con el islam, que es un conjunto de creencias y prácticas sobre las que se puede pensar y decir lo que se quiera, siempre, claro está, que se aporten argumentos.
-¿Cuál es el principal error que cometen los occidentales con respecto al islam?
-Los occidentales siguen siendo demasiado cristianos, incluso los más rabiosos antagonistas de los curas, en el sentido de que ven el islam a través de categorías cristianas y, a menudo, rehúyen el esfuerzo de entender el islam como este se entiende a sí mismo.
»Empezando por el concepto de "religión". Nosotros incluimos bajo esa palabra actos de culto separados de la vida cotidiana: oraciones, ayunos, peregrinaciones, sacramentos cristianos. Nos cuesta entender que, para un musulmán piadoso, las prohibiciones dietéticas (¡deshazte del cerdo!) o los mandatos relativos a la vestimenta (el famoso "velo") o al sistema capilar (la barba) puedan ser parte integrante de la religión...
»De ahí las ilusiones de algunos de nuestros políticos, que querrían desvincular todo lo que encaje en su idea de lo que debe ser una religión de lo que, según ellos, es solo "cultural" o "político".
-¿Cómo explicar la falta de comprensión mutua entre cristianos y musulmanes?
-Esta ignorancia es recíproca, pero no simétrica. El hombre de la calle, en ambos bandos, sabe poco de la religión del otro, y a menudo también de su propia religión. Muchos musulmanes conocen su propia religión tan mal como los cristianos la suya, ¡lo que no es poco!
»Sin embargo, hay una diferencia: el cristiano sabe que no conoce el islam, que es un enigma para él. ¿En qué casilla debe clasificarse? Es un enigma preocupante, pero también interesante. El musulmán cree que ya sabe lo que es el cristianismo, puesto que se menciona en el Corán. Por lo tanto, el cristianismo es algo anticuado, algo pasado de moda y de poco interés.
»La consecuencia de ello es que hay grandes islamólogos judíos y cristianos de todas las confesiones, como Ignác Goldziher (1850-1921), Christiaan Snouck Hurgronje (1857-1936) o Louis Massignon (1883-1962) o, más cerca de nosotros, Roger Arnaldez (1911-2006), para no tener que elegir entre los vivos. También hay excelentes especialistas en judaísmo entre los cristianos, y en cristianismo entre los judíos.
»En cambio, un buen conocimiento del cristianismo es poco frecuente entre los eruditos musulmanes. En cuanto a los musulmanes de base, los cristianos que practican el diálogo interreligioso se encuentran a menudo con que sus interlocutores, aunque escuchen amablemente, carecen de interés por el dogma y la práctica cristianos.
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-¿En qué se diferencia profundamente el islam de las otras dos religiones monoteístas?
-Hay muchas religiones monoteístas: antes del judaísmo con el faraón Akhenatón o posteriores al islam, como el bahaísmo. Hay monoteísmos que no son religiosos, sino filosóficos, como el de Aristóteles: su dios único no conoce un mundo que no ha creado; por tanto, no puede escuchar las plegarias, ni mucho menos responderlas. Hasta cierto punto, los neoplatónicos también pueden considerarse monoteístas.
»Siguiendo con los llamados "tres monoteísmos", veo el rasgo distintivo más decisivo en la presencia o ausencia de la noción de la alianza. Está en la Biblia y en las dos religiones bíblicas. El islam no es una religión bíblica, ya que considera que los dos Testamentos que la constituyen (al menos para los cristianos) han sido falsificados y ya no corresponden a lo que fue dado a Moisés y a 'Issâ (el Jesús del Corán).
'Sobre el islam': una obra en la que Rémi Brague sintetiza treinta años de estudio.
»Algunas de las figuras clave de la Biblia están en el Corán. O, al menos, los nombres son los mismos. Algunos detalles de las historias que se cuentan sobre ellos coinciden más o menos: más en el caso de José, en la sura XII, mucho menos en el caso de Jesús. Sin embargo, son estas historias las que dan contenido a todos estos nombres.
»Incluso Alá, "el dios" del Corán, no coincide plenamente con el YHWH de la Biblia hebrea, porque no se comporta como él. Por ejemplo, Alá no deja que Abraham regatee con él sobre el número de justos cuya presencia impediría la destrucción de Sodoma (XI, 74-76), a diferencia del descarado mercader de alfombras retratado en el Génesis (capítulo 18).
»Según la Biblia, Dios no se limita a lanzar mandamientos sobre la historia de la humanidad, sino que se involucra en esa historia, camina con su pueblo, al que dijo "Yo soy el que soy" (Éxodo 3,14). Tiene, por así decirlo, una aventura con la humanidad, en todos los sentidos de la expresión, incluido el amor. El cristianismo lleva la idea de alianza a un extremo que el judaísmo no acepta: en el cristianismo, la alianza encuentra su incandescencia en la unión de la naturaleza humana y divina en la persona de Jesucristo.
-¿Por qué no es posible desear una reforma del islam en el sentido occidental del término? ¿Es ingenuo reclamar un "islam de la Ilustración"?
-Sin duda puede reclamarse, y no faltan quienes lo hacen, incluidos entre personas de cultura musulmana. La idea de reforma, o al menos su necesidad, es rechazada por algunos musulmanes que creen que el islam ya era una reforma de religiones preexistentes. Los chiíes consideran a veces que su religión es una reforma de este tipo.
»La "Ilustración" es una de nuestras vacas sagradas. Nos referimos a un movimiento que tuvo lugar en un momento concreto de la historia intelectual de Europa occidental. Transponerlo a la historia del islam no tiene más sentido que hablar de una "Edad Media" islámica. A veces se intenta encontrar antecedentes a la Ilustración. Por ejemplo, Averroes (1126-1198), quien sin embargo escribió "hay que matar a los herejes": no en un documento jurídico, lo cual no sorprendería, sino en su defensa de la filosofía frente a las críticas de Al Ghazali (1057-1111, Incoherencia de la incoherencia, XVII, 17).
»Dicho esto, hay que distinguir entre el islam como sistema, que está bastante grabado en piedra, y los verdaderos musulmanes. Estos últimos pueden distanciarse del sistema en cuestión. Pero deben evitar confundir su propia comprensión y práctica del islam, o más bien lo que les gustaría que fuera el islam en el futuro, con lo que imaginan que siempre ha sido el islam, desde el origen coránico. De ahí las interpretaciones modernizadoras de ciertos versículos.
-Sobre el tema del fundamentalismo en el islam, usted dice que si "constituye una enfermedad, entonces es una enfermedad infantil". ¿Por qué lo dice?
-El término enfermedad se debe al difunto Abdelwahab Meddeb (fallecido en 2014). Tomé la precaución de decir "lo que llamamos integrismo", porque este término, acuñado originalmente para el catolicismo (en la época del asunto "Sapinière", de 1909 a 1921), se adapta mal al islam. Simplemente quería decir que los que llamamos así, nombre que ellos rechazan, se inspiran en prácticas que datan de los orígenes mismos del islam, en todo caso tal como se relatan en la biografía oficial del Profeta, la sira. Se inspiran en ellas y las reivindican muy explícitamente. Esto no deja de avergonzar a los musulmanes que querrían poner fin a lo que consideran aberraciones.
-En el Corán no existe la idea de ley natural. ¿Qué consecuencias tiene esto?
-La principal consecuencia es que el único legislador verdaderamente legítimo es Dios. Y no el que habla por la voz de la conciencia, sino el que ha dictado su voluntad en el Corán y ha dado a la humanidad el "bello ejemplo" (Corán, XXXIII, 21) del Profeta. Ningún poder humano, ya sea el de un parlamento elegido democráticamente o el de un dictador sin escrúpulos, está a la altura de este Dios.
-El uso de la racionalidad ha tomado derroteros distintos a los de Europa. ¿A qué se debe esto?
-Es erróneo afirmar, como se hace a veces, que el islam es irracional. Al contrario, según sus defensores, es la única religión verdaderamente racional, ya que desconoce las afirmaciones inauditas y paradójicas del cristianismo: un Dios único en tres personas, la necesidad de redención, un Dios que ama a quienes le rechazan, que por amor se rebaja hasta hacerse hombre, etc. Este argumento no carece de fuerza, pero tiene el inconveniente de plantear una pregunta: si la revelación islámica no dice otra cosa que la razón humana, ¿no se vuelve redundante y, por tanto, inútil?
»En cuanto al uso de la razón en el campo del conocimiento secular, los musulmanes lo hicieron al menos tan bien como otros, y antes que ellos: en las matemáticas (incluida la astronomía), la botánica, la medicina, la filosofía. Me avergüenza un poco tener que señalar lo que es obvio y debería ser evidente.
»Del mismo modo, las supersticiones no eran ni más ni menos virulentas ni estaban más o menos extendidas en el islam que en el cristianismo. Al-Ghazali habla de cuadrados mágicos que supuestamente facilitaban el trabajo de las parturientas.
»Sin embargo, aunque el uso de la razón está tan extendido y es tan fructífero, es interesante observar que en el islam presenta una paradoja: por un lado, considera que la razón humana es capaz de reconocer la existencia de Dios, que es, según el islam, cegadoramente evidente. Pero, por otro lado, la razón se declara impotente cuando se trata de saber orientarse en la vida secular, elegir el bien y abstenerse del mal. El hombre es incapaz de distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo, y por eso necesita una revelación que no dice nada sobre la naturaleza de Alá, y solo indica Su voluntad.