El hallazgo de la tumba de Salomé, la partera de la Virgen María, sorprende a los arqueólogos
En el evangelio apócrifo de Santiago se menciona a una partera que ayudó a María en Belén al momento de dar a luz. Según la tradición cristiana, como la mujer no se creía todavía que María fuera virgen, su mano se congeló hasta que tocó la cuna del niño.
Mientras algunos eruditos aseguran que el evangelista no le da nombre a esta mujer. Otros, sin embargo, se basan en registros arqueológicos encontrados cerca de Jerusalén para afirmar que se trata de Salomé.
Una capilla bizantina
Salomé, la partera, no tiene nada que ver con la princesa de Judea. Aunque muy seguramente coexistieron en la misma época. Ahora, con el hallazgo de una tumba en el sitio arqueológico de Tel Laquish, investigadores del Ministerio de Antigüedades de Israel, aseguran haber encontrado el recinto funerario donde se enterraron sus restos.
La cueva funeraria es de la época del Segundo Templo (siglos VI- I a.C.) y está ubicado a unos 35 kilómetros al suroeste de Jerusalén. El enterramiento fue una tumba de una rica familia judía y un lugar de peregrinación cristiana.
Mientras se acondicionaba el sitio de cara al acceso público, los arqueólogos desenterraron delante de la cueva un gran patio de 350 metros cuadrados rodeado por muros y con un suelo formado por losas de piedra y mosaicos. Esta sería la monumental entrada del nicho de una importante familia judía de hace 2.000 años.
Los investigadores han documentado pruebas de que la cueva continuó en uso durante el periodo bizantino y los primeros compases de la ocupación islámica. En el citado patio se han encontrado vestigios de una serie de puestos donde se vendían lámparas de aceite, hechas con arcilla, que habrían sido utilizadas en las ceremonias religiosas celebradas en el interior del lugar, como una suerte de velas de las actuales iglesias.
La cavidad volvió a salir a la luz hace cuatro décadas debido la acción de los saqueadores. El sitio consta de varias cámaras con múltiples nichos funerarios excavados en la roca y osarios.
Como testimonian las cruces y docenas de inscripciones grabadas en las paredes -algunas en árabe-, la cueva de Salomé, como es conocida hoy en día, fue reconvertida en capilla cristiana dedicada a este personaje y lugar de peregrinación hasta el siglo IX.
"El nombre de Salomé era muy común entre los judíos en el periodo del Segundo Templo y conocido entre las familias asmoneas y herodianas", explicaron los arqueólogos. La tumba familiar atestigua que sus dueños fueron una familia de alto estatus del Sefelá en el periodo del Segundo Templo.
Según los historiadores, el culto a Salomé pertenece a un fenómeno más amplio mediante el cual los peregrinos cristianos del siglo V d.C. encontraron y santificaron lugares judíos. Es posible que el nombre de Salomé apareciese en la antigüedad en alguno de los osarios de la tumba que no se conservan y a partir de ahí se desarrolló la tradición que identifica el sitio con Salomé la partera.
Tomado del portal de la Fundación Tierra Santa.