Nuevo libro del pensador
«La humildad es fundamental para ser felices», dice el filósofo Javier Barraca
El pensador español publica «Vivir la humildad» (San Pablo) un ensayo que ayudará a encauzar muchas vidas.
Javier Barraca ha escrito varios libros en su vida. Pensador, filósofo y profesor, su último libro "Vivir la humildad" (San Pablo) trata sobre la relación entre humildad y felicidad. ReL le ha entrevistado.
- Empecemos por el principio, ¿por qué ha escrito un libro acerca de la humildad?
- La verdad es que el motivo nació de la experiencia de su ausencia. Desde hace unos años, empecé a echarla de menos, tanto en mí mismo como en los demás. En mi medio profesional, el académico e investigador, por ejemplo, caemos con frecuencia en una especie de soberbia desenfrenada, escasea terriblemente la humildad. Eso me inquietó, y me invitó a indagar en esta cuestión de un modo personal.
-¿Se cree usted humilde, en cierta forma, dado que escribe un libro sobre este tema? Perdón por lo directo de la pregunta…
-En absoluto. Pero, si lo fuera, probablemente no sería muy consciente de ello, dado que a mayor presencia en el ser humano de la humildad menos parece captársela en uno mismo: la humildad es humilde hasta en su reconocerse como tal. El humilde sabe que todo, empezando por la humildad, es gracia. Por eso, el libro es ante todo un homenaje y una ofrenda a quienes han destacado en el estudio o en la práctica de esta virtud.
- ¿Sigue siendo cierto eso de que “humildad es andar en verdad”?
- Desde luego, nuestra Santa Teresa dió en la clave con esto. De hecho, esta es una de las líneas maestras en las que profundiza mi librito. Por eso, quienes no son humildes socavan su propio sentido de la realidad hasta caer en el absurdo, y con frecuencia quedan en ridículo. También, por esto, ser una persona humilde no tiene nada que ver con tener una autoestima baja ni ser un pusilánime.
- ¿Los soberbios son, entonces, las primeras víctimas de su falta de humildad?
- Efectivamente. Se convierten a sí mismos en seres ridículos y risibles, casi cómicos, a los ojos de quienes ven su fatuo actuar (aunque al final se pasa aquí de lo cómico a lo trágico, tanto para el propio orgulloso como para quienes tienen que ver con él).
- Dígame para qué sirve la humildad…
- Con un poquito más humildad, seríamos mucho más felices y ayudaríamos a otros a serlo también. La humildad es fundamental para ser felices, pues sin ella todo se nos hace insuficiente e injusto con respecto a nosotros mismos, la vida se convierte en un tormento insufrible para los soberbios. Pero no es que sirva como un medio, sino que la humildad vale debido a que posee una belleza inmensa.
- Deme el mayor ejemplo de humildad posible o pensable.
- Dios hecho hombre.
- De acuerdo. ¿Y un ejemplo de humildad ordinario, cotidiano?
- Los niños. Son verdaderos maestros en la humildad. A ellos, se dedica el librito.
- ¿De qué está hecha la entraña de la humildad?
- El corazón de la humildad no es otro que el amor. Pero eso es precisamente lo que se desarrolla en el librito.
- Entonces, se ha metido usted en la boca del lobo: ¿cuál es la mayor virtud: el amor o la humildad?
- La caridad, sin duda. Pero santo Tomás enseñó que, en cuanto removedora de obstáculos, como el de la soberbia, la primera virtud es la humildad.
- ¿Cómo se estructura su libro?
- Tiene una parte inicial más teórica, y otra de aplicación, en la que se revela que la humildad resulta vital para la felicidad, la colaboración o el trabajo de equipo, la vocación personal, etc.
- En clave de humor, ¿cuál es el colmo de la no humildad?
-U n catedrático de moral que sea un soberbio.
- ¿Y el colmo de la humildad?
- Si deja que me repita: Cristo. Y, si prefiere uno de un discípulo suyo reciente, mi admirado Pablo Domínguez, que gracias a su humildad fue siempre una persona llena de alegría y de felicidad.
- Empecemos por el principio, ¿por qué ha escrito un libro acerca de la humildad?
- La verdad es que el motivo nació de la experiencia de su ausencia. Desde hace unos años, empecé a echarla de menos, tanto en mí mismo como en los demás. En mi medio profesional, el académico e investigador, por ejemplo, caemos con frecuencia en una especie de soberbia desenfrenada, escasea terriblemente la humildad. Eso me inquietó, y me invitó a indagar en esta cuestión de un modo personal.
-¿Se cree usted humilde, en cierta forma, dado que escribe un libro sobre este tema? Perdón por lo directo de la pregunta…
-En absoluto. Pero, si lo fuera, probablemente no sería muy consciente de ello, dado que a mayor presencia en el ser humano de la humildad menos parece captársela en uno mismo: la humildad es humilde hasta en su reconocerse como tal. El humilde sabe que todo, empezando por la humildad, es gracia. Por eso, el libro es ante todo un homenaje y una ofrenda a quienes han destacado en el estudio o en la práctica de esta virtud.
- ¿Sigue siendo cierto eso de que “humildad es andar en verdad”?
- Desde luego, nuestra Santa Teresa dió en la clave con esto. De hecho, esta es una de las líneas maestras en las que profundiza mi librito. Por eso, quienes no son humildes socavan su propio sentido de la realidad hasta caer en el absurdo, y con frecuencia quedan en ridículo. También, por esto, ser una persona humilde no tiene nada que ver con tener una autoestima baja ni ser un pusilánime.
- ¿Los soberbios son, entonces, las primeras víctimas de su falta de humildad?
- Efectivamente. Se convierten a sí mismos en seres ridículos y risibles, casi cómicos, a los ojos de quienes ven su fatuo actuar (aunque al final se pasa aquí de lo cómico a lo trágico, tanto para el propio orgulloso como para quienes tienen que ver con él).
- Dígame para qué sirve la humildad…
- Con un poquito más humildad, seríamos mucho más felices y ayudaríamos a otros a serlo también. La humildad es fundamental para ser felices, pues sin ella todo se nos hace insuficiente e injusto con respecto a nosotros mismos, la vida se convierte en un tormento insufrible para los soberbios. Pero no es que sirva como un medio, sino que la humildad vale debido a que posee una belleza inmensa.
- Deme el mayor ejemplo de humildad posible o pensable.
- Dios hecho hombre.
- De acuerdo. ¿Y un ejemplo de humildad ordinario, cotidiano?
- Los niños. Son verdaderos maestros en la humildad. A ellos, se dedica el librito.
- ¿De qué está hecha la entraña de la humildad?
- El corazón de la humildad no es otro que el amor. Pero eso es precisamente lo que se desarrolla en el librito.
- Entonces, se ha metido usted en la boca del lobo: ¿cuál es la mayor virtud: el amor o la humildad?
- La caridad, sin duda. Pero santo Tomás enseñó que, en cuanto removedora de obstáculos, como el de la soberbia, la primera virtud es la humildad.
- ¿Cómo se estructura su libro?
- Tiene una parte inicial más teórica, y otra de aplicación, en la que se revela que la humildad resulta vital para la felicidad, la colaboración o el trabajo de equipo, la vocación personal, etc.
- En clave de humor, ¿cuál es el colmo de la no humildad?
-U n catedrático de moral que sea un soberbio.
- ¿Y el colmo de la humildad?
- Si deja que me repita: Cristo. Y, si prefiere uno de un discípulo suyo reciente, mi admirado Pablo Domínguez, que gracias a su humildad fue siempre una persona llena de alegría y de felicidad.
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