Cuatro cardenales en el Vaticano trabajaban para ellos, declaró en el Senado
Bella Dodd, la comunista conversa por el obispo Fulton Sheen, denunció la infiltración en la Iglesia
Bella Dodd (1904-1969) era el astro naciente del comunismo estadounidense, pero la Providencia tenía otros planes para ella. El cambio decisivo fue un encuentro, el que tuvo con el venerable Fulton John Sheen (1895-1979).
Lo cuenta Rino Cammilleri en el número 227 (abril 2023) del mensual de apologética Il Timone:
El obispo y la activista política
El venerable Fulton John Sheen era un pastor con el temple de San Ambrosio: inflexible respecto a la doctrina, paternal con la debilidad humana, predicador excepcional (San Agustín se convirtió precisamente escuchando los sermones de San Ambrosio). Son bien conocidas sus transmisiones, primero radiofónicas, luego televisivas, con las que batía cualquier récord de audiencia manteniendo fascinados a millones de estadounidenses, no solo católicos.
A diferencia de los predicadores protestantes, la suya no era una exposición apocalíptica, de tonos dramáticos y con abundantes referencias al infierno. No, era solo lógica y paradojas al estilo de Chesterton, del que fue amigo. Y, sobre todo, intercalaba sabiamente su fino humor, introduciendo en los momentos justos esas frases tan amadas por el público estadounidense.
Un resumen de una de las impactantes charlas de Fulton Sheen, en este caso con una predicción que sitúa en el año 2024.
Hombre de profunda cultura, encontraba tiempo para añadir, a sus compromisos como obispo, la escritura de los numerosos libros que aún hoy siguen instruyendo a los inciertos y reanimando a los desconfiados.
Una mujer prometedora
Son muchos los que le deben su conversión. Como Clare Boothe Luce, famosa y combativa embajadora estadounidense en Roma. Y la menos conocida (con lo que podrás leer a continuación comprenderás el porqué) Bella Dodd, cuya conversión no fue menos importante -me refiero a importancia social y política; desde el punto de vista espiritual, todas tienen la misma relevancia- y sobre la que un artículo publicado en Aleteia despertó mi curiosidad.
[Lee en ReL: Los políticos conversos del obispo Fulton J. Sheen.]
"Bella" porque era italiana y se llamaba Isabella. Más concretamente, Maria Assunta Isabella Vissono, nativa de Picerno, provincia de Potenza, en la Lucania [ahora Basilicata]. Nacida en 1904, se dio cuenta de que los estadounidenses no amaban a los inmigrantes que no se esforzaban por integrarse. Empezando por el nombre. De los tres que tenía, el segundo no podía "americanizarse". El primero sí, pero ella, que tendía al ateísmo, no consideró esta posibilidad. En cambio "Bella", a los estadounidenses les recordaba la época de los saloon del Oeste. Y Bella fue. "Dodd" era el apellido de su marido, que mantuvo también después del divorcio porque era mejor que Vissono.
Lista e inclinada al estudio, gracias a una beca estatal pudo frecuentar la prestigiosa Universidad de Columbia. Se licenció en Derecho y se convirtió en abogada, además de profesora de ciencias políticas en el Hunter College de Nueva York. Al poco tiempo se convirtió en la líder del sindicato de profesores del Estado de Nueva York, que reunía a los docentes del Estado. De espíritu combativo y sufragista, en 1932 se inscribió al partido comunista de Estados Unidos, llegando a la cima del mismo: en diez años llegó a formar parte de su directiva nacional.
El partido como religión
Gracias a su amigo Fiorello LaGuardia, alcalde de Nueva York, conseguía tener todos los permisos laborales que necesitaba para dedicarse a su verdadero objetivo en la vida: el activismo en el partido. En 1930, durante un largo viaje por Europa, conoció a John Dodd, con el que se casó ese mismo año.
Durante la Guerra Civil española ambos se dedicaron a conseguir cuantos más voluntarios posibles para luchar en las filas republicanas. En 1940 él abandonó el lecho conyugal por divergencias ideológicas imprecisas. Tras haber visto la película Tal como éramos, con Barbra Streisand y Robert Redford (un clásico), sospecho que él, aun siendo comunista, en un determinado momento se hartó del fanatismo de ella.
Bella Dodd, en la época de su conversión.
Diez años más, bueno, nueve, y el golpe final: la expulsaron del partido. La excusa oficial fue que ella, abogada, había asumido la defensa de un propietario contra su arrendatario. ¿Una abogada comunista defendiendo al dueño? Nunca. El arrendatario debía de ser negro, porque también la tacharon de "racista" y, por último, como todos a los que la izquierda purga, de "fascista". Lo que hace pensar que Bella se topó con una de las muchas purgas internas, al estilo de Stalin, con las que periódicamente los comunistas renuevan sus filas.
La conversión
Para ella el partido lo era todo. Su vida, su razón de existir y vivir. Por él había renunciado a todo, incluso a su marido. ¿Y ahora? El sentimiento de dispersión, soledad, alejamiento, angustia y decepción que debe sentir cualquiera que haya acabado en esa situación debe ser abismal. Obviamente, sus antiguos compañeros le hicieron el vacío. Y no tenía a nadie más. Mientras tanto, la prensa se había apoderado de su caso. Bella había sido una exponente de la izquierda muy visible y conocida por sus batallas.
En 1951 llegó a Nueva York, donde ella residía, Fulton Sheen como obispo auxiliar. No se sabe exactamente cuál fue la ocasión que hizo que se conocieran. Entre las tareas del partido, Bella Dodd tenía la de infiltrar a comunistas en los seminarios católicos. Por este motivo debía tener algo de familiaridad con el palacio arzobispal. Pero en esa ocasión algo se había roto y se encontró llorando sobre el hombro del fascinante Sheen. Y después, no se sabe bien cómo, de rodillas en la capilla a la que él la había llevado.
A continuación escribió que no habría sabido decir cómo y por qué, pero se había arrodillado desesperada y se levantó con una profunda paz en el corazón. Más tarde, Sheen le dijo que ella había odiado el cristianismo porque no lo conocía. Era una licenciada, tenía el deber de estudiarlo. Y así fue. Bella Dodd, guiada por el obispo, empezó a ir a catequesis y el 7 de abril de 1952, lunes de Semana Santa, recibió el bautismo de manos de Sheen en la catedral.
Un plan para subvertir a la Iglesia
Escribió un libro, Escuela de oscuridad, en el que explicó que el comunismo proponía una especie de religión de la justicia social que arraigaba en los más sencillos. Y también en los católicos, más atentos a los problemas de las personas necesitadas.
Habló de los que ostentaban el poder económico, no solo estadounidenses, que financiaban el comunismo para plasmar y someter a las masas y, sobre todo, destruir el cristianismo. Para conseguir este último objetivo, y siguiendo las directrices procedentes de Moscú, ella misma había convencido a "por lo menos 1.200 jóvenes" a entrar en los seminarios con el fin de convertirse en sacerdotes y obispos para, así, corromper a la Iglesia desde dentro.
¿Por qué la Iglesia católica? Porque era la que estaba mejor organizada, también a nivel internacional. Cuando fue convocada por el Senado para relatar estas actividades, declaró que sabía de por lo menos cuatro cardenales que, en el Vaticano, trabajaban para el Partido comunista. A la comisión del senado le contó que los comunistas estaban presentes en numerosas oficinas legislativas del Congreso y en algunos grupos que asesoraban al presidente del país, además de la presencia que tenían en los sindicatos y otras instituciones importantes. Bella Dodd murió en 1969 a causa de una operación quirúrgica.
Traducido por Helena Faccia Serrano.