Un camino de fe
Dejarse hacer

Paloma-luz
Cuando llega el momento del dolor, puedes pensar que estás solo y con poca esperanza. Pero si pones toda la confianza en el Señor, él va salir al paso de todas tus angustias y sufrimientos. Él lo va a resolver todo, cuando tú solo sabes ir a por una ayuda, que en ocasiones supone esfuerzo, pero que la fortaleza te la da Dios para emprender con ánimo el camino.
El momento del sufrimiento es muchas veces inesperado, y en ocasiones rompe los planes que tienes. Tienes que dejar celebraciones, amigos, cosas bonitas que estás viviendo, etc. Pero detrás de ese dolor, puedes ver cómo actúa Dios, aunque al principio te cueste, y le digas a Dios: ¡Donde estás!
Pero él ya lo tiene preparado todo, para dar la mejor solución al problema, aunque de entrada, no lo veas. Ya estaba todo organizado por Dios, y él ya tenía en marcha a todas las mediaciones, sin que uno tuviera que hacer nada. Solo había que dejarse hacer por él. Pero eso es lo que más cuesta, porque supone andar por un camino, en el que no tienes el control.
Todo empezaba la tarde de un domingo. Estaba con una amiga disfrutando de un café, y un bonito compartir, para después tener un momento de adoración. Pero el Señor tenía otros planes. Esa misma tarde emprendía el camino al hospital, en el metro, con miedo, temor y temblor. El Señor me daba las fuerzas para llegar, pero no sabía que iba a pasar. Pero Él, ya lo tenía todo organizado. De entrada, de modo providencial, una amiga me acompaño a urgencias. Aparecía el primer angelito de una cadena de mediaciones que se iban a dar en una tarde y una mañana. Ya dentro del hospital, el dolor empezó a hacerse más grande. Llegaban los momentos de agobio, y angustia. Pero, Jesús hizo que todo el personal sanitario se volcara conmigo. En todo momento, me daban calma y tranquilidad, sosiego. Me acompañaban en esos momentos, cuando a veces se te saltan las lágrimas porque la situación te está superando.
Todo llegaba, el diagnostico, la medicación, etc. Y cuando hubo que tomar la decisión última encontré las palabras de consuelo de una médico, que me dijo: te dejamos en el hospital porque aquí nosotros te podemos acompañar. En casa sola lo puedes pasar mal. Y así, llegamos a la planta. En urgencias me esperaba otro angelito que me acompaño esa noche. Todo era bendiciones y cuidados de Dios y de mis hermanos.
En la planta, nos encontramos con una enfermera que a pesar de las horas que eran, nos recibió con la mejor de las sonrisas. Nos facilitó todo tipo de ayuda, y todo lo que necesitábamos. En todo se veía la mano providente de Dios que solo busca tu bien.
Pero también en esos momentos, Dios me decía: déjate hacer por mí. En muchas cosas que en la vida ordinaria hacemos por nosotros mismos, ahora tenía que pedir ayuda. Y eso te hace ser muy humilde, además de tener un sentimiento de agradecimiento al que te ofrece una mano. También, la atención del personal médico en muchas ocasiones te hace sentir vulnerable, pero ellos siempre ofrecen una palabra de aliento en esos momentos.
Dios lo tenía todo pensado. Llegaban todas las mediaciones. Los médicos, las enfermeras, las auxiliares. Las cosas iban saliendo a la perfección sin que yo hiciera nada. Solo me dejaba hacer por Dios, y por tantas ayudas que ponía en mi camino. El resultado era que todo se estaba adelantado. Era la mano providente de Dios, que de un mal aparente sacaba un bien mayor. Y por fin se ve el final de un largo camino de dificultades.
Pero detrás de esta tarde y una mañana de mediaciones, había mucho detrás. Sin la oración de todos mis hermanos y amigos tantas providencias y bendiciones no se hubieran dado. A veces estaba sola físicamente, pero ahí estaban todos sus mensajes, llamadas y apoyo con la oración y el ánimo.
Muchas veces podemos sentir que en el dolor el Señor se ha ido, pero eso no es verdad. Está haciendo que todo ocurra para tu bien. Siempre está. Lo que pasa es que muchas veces nos tenemos que fiar de él, porque él lo tiene todo organizado.
Dejarse hacer por Dios, es lo que más nos cuesta, pero es lo que más empeño tenemos que poner porque solo eso nos hace ser felices. Cuando te dejas hacer por Dios, lo tienes todo. Él pone todas las ayudas humanas que necesitas. La oración de los amigos y hermanos, las mediaciones humanas y profesionales que más te pueden ayudar. Los detalles más sencillos que se hacen encantadores ¡Cuanto disfruté del desayuno del pan con tomate! Los amigos que también vienen en tu ayuda cuando la presencia física lo requiere.
Todo esa tarde y esa mañana me hablaba de Dios, de un Dios que te ama. Y que te busca para darte lo mejor. Un Dios que me espera, y reclama toda mi persona. Un Dios que se dona, y se da del todo, para que vivas feliz. Un Dios que del mal saca un bien, para que puedas seguir dándote de modo pleno.
Dios solo te pide que te dejes hacer por él, porque contigo va hacer la obra perfecta que siempre has soñado. Y esa obra perfecta eres tú, como lo soy yo. Un hijo de Dios, que es amado desde toda la eternidad.
Belén Sotos Rodríguez