Reflexionando sobre el Evangelio Lc 13, 22-30
Son pocos los que se salvan
— Pero qué barbaridad estás diciendo. ¿Cómo van a ser pocos los que se salvan? Seguro que lo has leído o escuchado de algún extremista de derechas. A esos fanáticos les encanta decir estas cosas. ¡Nos salvaremos todos!
— Me temo que donde lo he leído no es precisamente una fuente extremista. Este domingo se leerá en el Evangelio de San Lucas 13,22-30.
— Vaya. Eso es que los apóstoles no se enteraban de nada e interpretaban mal las palabras de Jesús.
— ¿Quién debe “interpretarlas” entonces?
— ¡Nosotros! que sabemos lo que realmente predicaba Jesús. Estamos en el siglo XXI y sabemos mucho más que aquellos pobres ignorantes.
— Lo que me dices es que es mejor no hacer caso a los que estaban delante de Cristo, tenían su propia cultura, le preguntaban en privado y predicaron el Evangelio de primera mano.
— Mira que eres cerrado de mente. Lo que nos comunica la verdad es el espíritu, no libros retocados en el siglo VI. Además no hay una única verdad. Cada cual tenemos nuestra verdad personal. No debemos dejarnos llevar por escritos tan antiguos y deformados. Debemos reinterpretarlos de forma correcta.
— Esta conversación me recuerda a la que mantuvo el Señor con Pilatos: ¿Y qué es la verdad?”
— Deberías leer a maestros contemporáneos que tienen referencias actualizadas. La sabiduría ancestral de otras religiones abre caminos de interpretación sorprendentes.
— Ciertamente son sorprendentes, pero lo cierto es que no me ofreces nada sólido para aceptar lo que dices.
— Ya estamos de nuevo. Tienes la mente cerrada. Así te va, cada día más solo.
— Prefiero buscar sentido en los Padres de la Iglesia. Los “maestros” contemporáneos no me convencen. Lo siento. Sobre la soledad, más vale que repases Jn 15, 18-19.
— Pues si eso es lo que quieres, que lo disfrutes. Me voy a ensayar con el grupo de música de la parroquia. Tenemos un reggaetón sobre María Magdalena que va a ser la bomba. Se me hace tarde. ¡Ciao!
No parece que el Salvador satisface al que pregunta si son muchos los que se salvan, cuando dice cuál es el camino por donde cada uno puede justificarse. Pero debe advertirse que el Salvador no acostumbraba a responder a los que le preguntaban, según lo que pensaban, cuando lo hacían sobre cosas sin importancia, sino atendiendo a lo que pudiera ser útil a los que le escuchaban. ¿Qué podría importar a los que oían si eran muchos o pocos los que se salvaban? Más necesario era saber el modo por el cual podría salvarse cada uno. Así que por su bondad, o contestando a las preguntas vanas directamente, lo hace hablando de lo que es más necesario. (San Cirilo de Jerusalén, in Cat. graec. Patr)
San Cirilo muestra un elemento gran importancia. ¿Qué no importa cuántos se salven? ¿Cuánto es “poco” o “mucho” desde la perspectiva de Dios? Para Cristo, una sola oveja perdida es importante. En el cielo es más importante un pecador arrepentido que cien justos si necesidad de misericordia (Lc 15, 7). Lo que nos importa no son los números, sino caminar detrás de Señor y no perderlo de vista. En este primer cuarto del siglo XXI, la confusión es lo más abundante. Cada cual elige a quién seguir y cómo seguirlo. La pléyade de segundos salvadores es tan inmensa, que hay donde elegir. Hasta nos consideramos a nosotros mismos como referentes para determinar el camino de la salvación. Pero no debemos desesperar con todo esto. Sigamos las pisadas originales del Señor y señalemos el Camino a quien nos requiera ayuda. Quien se vea capaz de determinar el camino personalmente, que siga adelante. Oremos por ellos, porque es poco más lo que podremos hacer