Dios enciende las velas de mi cumpleaños
por Guillermo Urbizu
Ya me parecen un montón de años. Son bastantes, aunque tampoco son demasiados. Me cuesta pensarlos. O tal vez lo que me cuesta es pensar que no los he aprovechado bien, que me he ido dejando muchos prodigios en el tintero o en la desidia, que no he andado muy despierto a la hora de amar como debiera o de trabajar con más ahínco. De leer menos y hacer más. No sé. Puede que no queden tantos años para atravesar mi muerte y descubrir la realidad de mis obras a la luz eterna, del anhelo de todas esas palabras que he dibujado en la posibilidad de dar alguna vez en el clavo. Quisiera decirlo ahora, escribirlo aquí, para que conste donde fuere: mi vida no es gran cosa, nunca lo ha sido y seguramente nunca lo será; pero dejando esto claro, debo de decir en justicia que el amor de Dios me ha regalado su sentido, su alegría; el amor de Dios ha conseguido que sonría en momentos complicados, que persevere y siga. Mi vida no es gran cosa, no, pero hay algo extraordinario en todo esto que vivo, o que me vive, y que consigue mantenerme el alma en vilo. Hay algo que no cesa de provocarme asombro. Es por eso que rezo, que me arrodillo. Es por eso que leo y que me asomo a la ventana de lo que veo y recuerdo con agradecimiento y balbuceo tantos misterios de mi vida. La realidad sobrenatural de lo que miro y amo y escribo, eso es lo que me interesa, lo que no dejo de admirar, de contemplar día a día. Y esto no parece demasiado a muchos ojos, abducidos por lo que llaman útil, o parecido. ¡Cuántas veces me habrán dicho que ponga los pies en el suelo! Y yo ni caso, perdonadme. Yo a lo mío de ese cielo cada vez más azul, o de esos geranios incandescentes de brillos. Yo a lo mío de poemas increíbles o de ese mar de belleza en el que siempre nado. Y mientras tanto el tiempo se hace nostalgia, los sueños no llegan y pasan los años. ¿Qué hago? ¿Qué digo? Puede que se me ocurran sólo palabras o que me calle, pero sabed que amo. Con gran imperfección, pero amo. Y soy relativamente feliz y doy gracias a Dios por todo. Y poco más es la vida.
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