Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Sí sois tan valientes, hacedlo de día y sin capuchas...

Ernai, ¡quedará Internet para desafiar vuestras infamias!

por Victor in vínculis

La pasada madrugada, según horario que aparece en el vídeo grabado para su Twitter [que no pienso reproducir] , exactamente a las 5:35, encapuchados y con nocturnidad y alevosía -no sea que se les vea el hociquillo- los de Ernai [las juventudes de Sortu, partido heredero de Batasuna y matriz de Bildu] han derribado en Baracaldo, en la dársena de Portu donde se encontraba la Cruz de Cabo Quilates.

La Cruz se construyó en recuerdo de los presos del buque-prisión Cabo Quilates y Altuna Mendi.

Muchos de ellos fueron asesinados en diversas acciones de represalia y en dos fechas son clave; el 25 de septiembre y el 2 de octubre. 

Actualmente existe esta cruz, aunque las placas están bastante deterioradas. 

Como recordó Carmelo López-Arias, justo hace un año, con este titular: Baracaldo: quieren quitar la cruz del Cabo Quilates; recuerda, entre otros, a 16 sacerdote y religiosos mártires.

ENTRE LOS SACERDOTES Y RELIGIOSOS, TRES BEATOS que fueron beatificados en Tarragona, el 13 de octubre de 2013.

Beato Luis Fermín Huerta Lara

El fiscal José María Carreras Arredondo relató así para la Causa General (legajo 1333, expediente 12, folios 15 y 16) lo sucedido:

El 25 de septiembre de 1936, aproximadamente a las 10 de la mañana, la aviación Nacional bombardeó la ciudad de Bilbao. Dispuestos a realizar la venganza largamente meditada, los guardianes de los presos comenzaron desde que sonaron las sirenas los preparativos para llevar a cabo sus designios criminales. Además desde que el bombardeo cesó, gran número de hombres y mujeres de la más baja calaña, se dirigieron vociferando hacia los muelles de la
ría próximos a la factoría de Altos Hornos, a cuya altura se hallaban fondeados los barcos Altuna-Mendi y Cabo Quilates, convertidos en prisiones en las que sufrían cautiverio, sometidos a vejaciones materiales y morales cruelísimas, gran número de patriotas bilbainos y donostiarras, trasladados éstos al ser evacuado San Sebastián, en el vapor Aranzazu-Mendi. Desde la orilla, los grupos vociferaban contra los presos e instigaban a los guardianes, para que no dejaran un preso con vida, y algunos componentes de dichos grupos consiguieron entrar en los barcos a los que se trasladaron utilizando gabarras.

En el barco Cabo-Quilates, los guardianes fueron seleccionando los presos destinados al sacrificio y los condujeron a una bodega libre en donde permanecieron esperando la hora del martirio. En las primeras horas de la noche, comenzó la matanza, siendo llamados los presos
uno a uno con varios pretextos (declarar ante el Juez, pelar patatas…) con el fin de que subieran a cubierta en donde eran inmediatamente asesinados. Como los que quedaban en la bodega oían los disparos, los gritos y el caer de los cuerpos, llegó un momento en que se negaron a obedecer la orden de que fueran subiendo, pero entonces se les disparó desde arriba matando a varios, hiriendo a otros, a los que luego se remató, y obligando a los restantes a cumplir la orden. Así perecieron en dicho barco-prisión 41 mártires.

Según José María Cazorla Crespo, los mismos periódicos que ocultaron los asesinatos de presos, escribieron “al día siguiente sobre las víctimas del bombardeo que en una relación primera y aproximada había habido un muerto y multitud de heridos, pero que las víctimas podían calcularse en más de 20 muertos”. A diferencia del fiscal, Cazorla afirma que no fueron los guardianes quienes eligieron a los presos, aunque “los 20 milicianos y los 15 carabineros que constituían la guardia, al mando de Pedro Garmendia, ofrecieron muy escasa, por no decir ninguna resistencia a las pretensiones de los asaltantes. Dueños los asaltantes de la situación, leyeron primero algunos nombres, cuyos titulares, llevados a cubierta, maniatados de dos en dos y puestos de seis en seis en la toldilla de popa, iban siendo barridos por las descargas.

Sacaron luego a granel, y ya sin nombrar a nadie, a algunos grupos más para el matadero de cubierta. Hasta que, jugándoselo todo, los presos restantes se rebelaron, quitaron la escalera de la escotilla y apagaron las luces, dispuestos a lo peor. Sin dar el brazo a torcer, los asaltantes hicieron fuego directamente desde el orificio de arriba sobre las sombras de la bodega, dejando muertos y malheridos a varios presos más. Todavía, antes de marcharse, lograron que les subieran a los heridos, so pretexto de curarlos, y los remataron junto a los cadáveres de sus compañeros”. El mismo día, en otro barco prisión, el Altuna-Mendi, fueron asesinados 29 presos, por lo que el total de asesinados en represalia al bombardeo fue de 70.

Testimonio El señor Carlos Langa Zuvillaga, compañero de cárcel del H. Luis Fermín, describe la situación dramática que reina en el barco:

Conocí al Siervo de Dios por haber sido prisionero en el mismo barco-cárcel de Bilbao. Estuve con él unos veinte días... Estábamos amontonados como animales. Había cuatro celdas, el siervo de Dios estaba en la primera y yo en la tercera... En el ‘Cabo Quilates’ las ejecuciones las hacían en el puente de popa. No era sólo el hecho de fusilar, sino que oíamos los disparos: a veces, eran ráfagas de ametralladora, otras veces un tiro en la nuca o también los remataban a golpes de culata. Y esas ejecuciones iban acompañadas de vejaciones, de insultos, de burlas, de bofetadas, etc.”

Beatos Raimundo Castaño González y José María González Solís, sacerdotes profesos de la Orden de los Frailes Predicadores, asesinados por odio a la fe el 2 de octubre de 1936. 

Dos dominicos de las Cuencas asesinados en la Guerra Civil serán beatificados el 13 de octubre Los sacerdotes fueron detenidos en el convento alavés de Quejana - La Nueva España (lne.es)

El padre Vito Gómez, OP nos explica que ambos dominicos a finales de agosto o inicio de septiembre de 1936, fueron trasladados con otros prisioneros desde la cárcel Larrínaga al barco-prisión "Cabo Quilates", donde fueron encerrados en la bodega número 3. En el recinto de 150 metros cuadrados había 178 presos. Los presos, especialmente los religiosos, sufrían malos tratos y frecuentemente les hacían subir a la cubierta para trabajar en malas condiciones, escarneciéndolos, blasfemando y obligándolos a cantar la "Internacional".

Hubo una matanza de presos el día 25 de septiembre, después de haberlos hecho subir a cubierta. El día 2 de octubre, los verdugos leyeron una lista de unos 40 presos, entre los que se encontraban los dos Siervos de Dios, que fueron asesinados en la cubierta. Son numerosos los testigos que dan fe de esta matanza, indicando los nombres de estos dos dominicos. Sus cadáveres fueron colocados primero en el cementerio municipal de Santurce y luego en el cementerio de Vista Alegre, de Bilbao.

AHORA SIN CRUZ, PERO NO SIN MEMORIA

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