Viernes, 22 de noviembre de 2024

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¿Por qué ha fracasado el pacto educativo?

por Alejandro Campoy

El fin del pacto de estado sobre educación y la imposibilidad del mismo era algo esperado, aunque no deseado, por buena parte de la comunidad educativa. Pero lo que no se pone de manifiesto en la hora de este fracaso son las verdaderas razones de fondo del mismo, y éstas obedecen a la existencia de al menos dos modelos educativos completamente opuestos e incompatibles entre sí. El partido socialista tiene muy claro su modelo educativo, mientras que el partido popular ignora completamente la existencia de su propio modelo, lo cual no deja de ser dramático. Ambos modelos tienen relación con el concepto del hombre que en ambos casos se tenga.

El modelo educativo socialista
El modelo educativo socialista es de base sociológica y debe mucho a las concepciones sociologistas enraizadas en última instancia en Marx. Veamos de forma muy somera sus elementos constitutivos:



 1.- El hombre como especie aparece en el mundo natural, pero se constituye como tal a partir de su actividad, de la acción del propio hombre en el mundo, de lo que en Marx se conoce como “praxis”. El hombre es, ante todo, “homo faber” antes que “homo sapiens”.

2.- La acción del hombre da lugar a la aparición de formas de interrelación entre los individuos, que de esta forma se constituyen en sociedades. Estas formas de interacción, mediante los procesos de tipificación e institucionalización se objetivan, pasando a constituirse en realidades que se le aparecen como dadas y verdaderas a las nuevas generaciones. El hombre “produce la realidad social.”

3.- La producción de una realidad social a partir de la actividad de los hombres en comunidad da lugar también a la producción del conocimiento que de la misma se tiene, que mediante el lenguaje cristaliza, se objetiva y se hace transmisible.

4.- Ese conocimiento de la realidad social objetivada como algo dado y existente previamente al individuo es lo que se transmite a las nuevas generaciones mediante el proceso de internalización y socialización. Mediante esos procesos, el hombre es a su vez producido por la realidad social. La realidad social “produce al hombre”.

5.- Cuando el hombre olvida que la realidad social sólo es un producto de su propia actividad y pasa a tomarla como algo independiente y que existe por sí misma, entonces se produce lo que Marx llama el proceso de “reificación o cosificación”, mediante el cual se ha separado la realidad social de su productor, el propio hombre.

6.- Cuando el hombre vive separado de la realidad social como si ésta fuera algo que existe con independencia de él, y que se le impone como algo preexistente, entonces se produce la “alienación” o enajenación de los hombres, que quedan separados y ajenos a su propio producto y aislados de su verdadero “ser de la especie” y de su recta conciencia de sí mismos, que no es otra que su condición de homo faber.

7.- Por lo tanto, la educación tiene como finalidad la producción del hombre desalienado, que vuelve a hacerse dueño de su propio producto, la realidad social, y toma conciencia de este modo de su verdadero “ser genérico humano”

Todo el movimiento aquí descrito es necesariamente dialéctico, a partir de Hegel, y tiende hacia un concepto del hombre general y abstracto tomado también de la dialéctica del espíritu hegeliana y su finalización en el “absoluto general”.

La consecuencia es un concepto del hombre que el proceso educativo tiene que “producir” mediante la aplicación de todas las técnicas disponibles, y a cuyo servicio deben ponerse todas las disciplinas especializadas, desde la psicología y la pedagogía hasta las diversas ramas instrumentales del saber.

El modelo naturalista
Frente a este modelo, hegemónico hasta la actualidad, se alza desde hace demasiado años ya como para no ser tenido en cuenta otro al que podemos llamar provisionalmente el modelo naturalista.



 1.- El hombre aparece en el mundo a partir no sólo de su propia actividad, sino de sus constituyentes ontológicos previos, de base biológica en los fisicalistas y de base combinada materia-espíritu en las principales religiones. El punto de partida es, por lo tanto, la existencia previa de una “naturaleza humana”, que es negada por los sociologistas.

2.- La realidad social se constituye, por lo tanto, a partir de una doble dimensión, por una parte la actividad humana en comunidad y por otra parte el dato objetivo proporcionado por el mundo natural y/o sobrenatural.

3.- El conocimiento no aparece como una construcción social colectiva, sino que se da a priori (Kant) por una parte, y se da a partir del dato físico proporcionado por el mundo natural por otra (Hume). Esto no exluye de ningún modo la concurrencia en la formación del conocimiento del hecho social.

4.- El hombre, por lo tanto, no es “producido” a partir de la realidad social mediante la internalización, sino que ya existe previamente antes del comienzo de ese proceso, que tampoco se niega. La finalidad del proceso educativo es, por lo tanto, el despliegue y desarrollo de todas las capacidades y potenciales del hombre previamente existente, no la producción de determinado tipo de hombre.

5.- En tanto que la realidad social es un producto combinado de la actividad humana y el dato proporcionado por el mundo natural, no existe tal cosa como el llamado proceso de “reificación o cosificación”.

6.- Por el contrario, sí existe un proceso de “alienación o enajenación” y se produce paradójicamente de un modo que ya fue establecido por el propio Marx precisamente sobre su propio pensamiento. Veámoslo con más detalle.

Hemos visto que en Marx la realidad social es producida por la actividad humana. De la misma manera, y a través del lenguaje como herrameinta objetivadora de esa realidad, el conocimiento que se tiene de esa realidad social y del mundo en general es producido también por la actividad humana.

Cuando ese conocimiento se objetiva y se convierte en un producto separado y divorciado de la actividad que le ha dado origen, entonces se transforma en “ideología”. La ideología es en Marx una suerte de “falsa conciencia” sobre la realidad de las cosas, y su opuesto es precisamente, la praxis (en sus obras tardías Marx opondrá a la ideología el concepto de “ciencia”).

La ideología, como “falsa conciencia” de la realidad de las cosas, se convierte en un instrumento de alienación y enajenación para los hombres, que viven de este modo ajenos a su verdadera realidad, que no es otra que su “ser genérico o ser de la especie”. El concepto de ideología como falsa conciencia alienante fue desarrollado por Marx en sus obras tempranas, anteriores al Manifiesto Comunista, especialmante en los “Manuscritos de economía y filosofía” y en “La ideología alemana”.

Se da la circunstancia de que estas obras no aparecieron publicadas hasta 1932, lo que produjo una ola revisionista sobre Marx al constatarse que las implicaciones de las mismas sobre el propio marxismo eran demoledoras, pues a partir de entonces el corpus doctrinal de Marx era interpretable a su vez como una “ideología” más, como otra “falsa conciencia”.

Eso tuvo consecuencias inmediatas en la Unión Soviética, donde Stalin llego a establecer como consigna oficial que las primeras obras de Marx simplemente no existían. Desde entonces los estudios marxistas se iniciaron sistemáticamente a partir del Manifiesto Comunista.

Pues bien, de este modo fue el propio Marx el que se conviertió en verdugo de su propia obra al hacerla susceptible también de constituirse en un corpus ideológico proclive a generar la alienación o falsa conciencia en las sociedades a las que se aplicaba. Paradójicamente, el crítico más implacable del marxismo fue el propio Marx.

Si a esto se unen los conceptos definitorios de la enajenación y falsa conciencia procedentes de los ámbitos del psicoanálisis y la psicología cognitiva, encontramos un cuadro en el que el modelo educativo de corte socialista deviene en altamente alienante, pues su objetivo es ni más ni menos que la producción de un tipo de hombre establecido a priori y absolutizado de conformidad con los parámetros de una “falsa conciencia”.

El modelo naturalista, por el contrario, no necesita “producir” ningún tipo de hombre, precisamente por su premisa de que la naturaleza humana es un dato previo, que ya viene dado a priori, lo que hace que la función de la educación sea principalmente instrumental y se oriente, como ya se ha dicho, a la adquisición y desarrollo lo más optimo posible de las habilidades y capacidades previas que el ser humano posee.

Por lo tanto, el choque de estos modelos antagónicos es lo que hace en última instancia que un pacto de estado en educación sea imposible hoy por hoy en España. Lo más terrible, sin embargo, es que una de las partes, el Partido Popular, sea por completo ignorante de que posee su propio modelo educativo alternativo, que no haya sido capaz de conceptualizarlo y de desarrollarlo como alternativa que es y que, además, está avalada por la contundencia de los hechos, que inapelablemente establecen la invalidez del modelo socialista que tiende a “producir hombres y ciudadanos en serie y standarizados”, y por fin, que haya sido completamente incapaz de hacerlo llegar a la sociedad.

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