Amar a María
por Sólo Dios basta
Pocos amores hay tan puros, tan entregados y tan sublimes como el de una madre hacia sus hijos. Es la mejor manera de entender lo que es el amor, unir a una madre con un hijo y contemplar el amor, un amor que nace de Dios cuando se desborda y da como fruto un hijo en el seno de una madre. Ese hijo nace, crece y aprende a amar y se deja amar. Es la relación preciosa que nos ayuda a crecer en el amor, a mirar y amar así a nuestra Madre del cielo, la Virgen María, en este mes de julio; y de modo especial hoy, al celebrar con gran gozo y alegría la fiesta de la Virgen del Carmen.
Hace poco más de 100 años una joven carmelita descalza escribe un poema pocos meses antes de morir. Resume la vida de la Virgen para meternos de lleno en conocer, amar y difundir a todos lo que es vivir unidos a la Reina del cielo. Antes de empezar a desgranar los momentos más importantes de la existencia de Nuestra Señora nos hace una invitación a amarla. Además presenta los motivos por los que hemos de abrir el corazón para amar a Nuestra Madre. Y hacerlo cantando, con júbilo:
“Cantar, Madre, quisiera ¡por qué te amo María!
Por qué tu dulce nombre de alegría estremece
la idea no le inspira temores a mi mente.
Si yo te contemplase en tu sublime gloria,
eclipsando el fulgor de todo el cielo junto,
no podría creer que yo soy tu hija,
bajaría los ojos sin mirar a los tuyos...”
(Santa Teresita, Poema Por qué te amo María).
¿Cantamos a Nuestra Madre? ¿Le decimos que la queremos? ¿Nos dirigimos a Ella como verdadera Madre?
Teresita nos ayuda en este día a amar a María, a descubrir las razones de nuestro amor a esta Madre que siempre está pendiente de nosotros y nos busca a cada paso si nos alejamos de su amor.
¡Amamos a la Reina del Cielo porque le queremos cantar!
¿Qué cantos centran nuestro día a día cuando rezamos?
¿Cantamos de corazón la Salve u otra oración cada sábado y en sus días solemnes?
¿Arde y se enciende nuestro corazón al cantar a nuestra Madre?
¡Amamos a nuestra Madre porque su nombre, María, estremece de alegría el corazón!
¿Somos conscientes de la dulzura de este nombre?
¿Ante que hechos y personas temblamos por dentro?
¿Qué motivos de alegría ensanchan más nuestro corazón?
¡Amamos a María porque al vernos ante semejante grandeza se desvanecen todos los temores!
¿Somos conscientes de que estamos unidos a la Madre de Dios?
¿Nuestra mente está libre para amar como Ella nos ha enseñado?
¿Qué temores puede haber si confiamos en la que está con su Hijo hasta el final al pie de la Cruz?
Pero no podemos quedarnos en amar a María, tenemos que unirnos a Ella. ¿Cómo? ¡Desde la contemplación!
¡Contemplemos su gloria sublime!
¿Contemplamos la gloria del cielo al amar a María?
¿Contemplamos a su Hijo presente en la Eucaristía acompañados por María?
¿Contemplamos el resplandor de vida cuando unimos a la Madre y al Hijo?
¡Y a la contemplación sumemos la humildad!
¿Vivimos en humildad como Ella?
¿Bajamos los ojos para descubrirla en lo pequeño, lo humilde y lo sencillo?
¿Nos dejamos mirar por los ojos de la Madre?
¡Esto es entrar en la relación de amor con una Madre que nos ha dado todo! ¡Nos ha dado a su Hijo! ¡Nos ha dado a su Esposo, San José! ¡Y nos ha dado a una santa que nos enseña a quererla como Madre! ¡Recorramos la vida de María Virgen siguiendo las 24 estrofas que la pequeña Teresa, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, nos regala en su último poema!
Hemos visto la primera estrofa, pasemos a la segunda, a ver cómo tenemos que seguir creciendo en su amor poniendo nuestros ojos en el Evangelio que nos la muestra tal cual es, vive, sufre y al final sube al cielo…:
“Para que una hija pueda a su madre querer,
es necesario que ésta sepa llorar con ella,
que con ella comparta sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía,
cuántas y amargas lágrimas lloraste en el destierro
para ganar mi corazón, ¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como la describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres
como yo”.
(Santa Teresita, Poema Por qué te amo María).
Ahora nos quedamos en silencio en este día de fiesta, de gozo, de acción de gracias para leer, hacer nuestros esos versos y mirar a la Reina del Carmelo con Santa Teresita que nos enseña a amar a María.