Elena, el valor de lo pequeño
por Cuestión de vida
Nuestra Elenita era pequeña, pequeña de tamaño y pequeña porque nunca hizo cosas grandes ni especialmente llamativas y excepcionales, por lo menos a criterio del mundo, pero era como Teresita de Lisieux, hizo de manera excepcional las cosas pequeñas y siguió el pequeño caminito de la infancia espiritual que es un atajo al Cielo.
A mi siempre me llamo la atención especialmente los detalles que tenia con todo el mundo, desde organizar una fiesta de cumpleaños sorpresa, acordarse de todos, preguntar por todos los enfermos a ver como se encontraban, irse a comprar un regalo a la otra punta de Madrid para hacer feliz a alguien, mover curriculum de la gente que se había quedado en paro para ayudarle a encontrar empleo, invitar a la gente que veía mas sola a integrarse en el grupo, ofrecerse voluntaria a ayudar siempre, y por supuesto rezar por todos y cada una de las muchísimas personas que se lo pedíamos. Pienso que en la carta de San Pablo “aunque yo hablase las lenguas de los ángeles y pudiera trasladar montañas, si no tengo amor… nada” ¿y que es amar a alguien si no es preocuparse por él? Y también pienso en esta otra “me hice todo para todos a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles”. Hay que ver que sencillo es vivir el Evangelio y como lo complicamos con sesudas disquisiciones buscando al prójimo en países lejanos cuando lo tenemos tan cerquita.
Elena era nuestra facilitadora de Proyecto Ángel en Madrid, es decir, la que se preocupaba de buscar a nuestras embarazadas toda la ayuda que pudieran necesitar: casa de acogida, pañales, ropa… lo que fuera y por supuesto siempre acompañarlas y animarlas, porque Elena siempre estaba contenta. No le importaba cogerse el metro e irse de acá para allá para atender a una y a otra, no se de donde sacaba tanta fuerza y animo, bueno si que lo se, y ahora lo voy a contar.
Y es que Elena tenia un secreto, aunque era un secreto a voces, Elena era adoradora en Cachito de Cielo. Elena vivía de la Eucaristía. Me viene a la cabeza una cancioncilla, (perdonar mi frivolidad, pero en mi cabeza siempre suenan canciones) “¿de donde saca pa tanto como destaca?” Pues lo sacaba de quien es la Fuente de la Vida, porque Elena iba a adoración todos los días 1 hora, 2 horas.. y Elena comulgaba cada día. Pienso en grandes místicas del siglo XX que vivían de la Eucaristía únicamente, como Marta Robin, Teresa Neuman o Luisa Picarreta, quizá sea un signo que nos da el Señor de que solo El basta y que El esta realmente presente en la Eucaristía en cuerpo, sangre, alma y divinidad.
¡Somos tan activistas!, yo la primera, tratamos de solucionar los problemas a nuestra manera, usando los medios del mundo y así nos va. La defensa de la vida es una batalla espiritual y solo la ganaremos con armas espirituales. Creo que esta frase la he dicho y he escrito un millón de veces, pero Elena la entendió mejor que yo. Beber de la fuente de la Vida y transmitir esa vida de la Gracia a los demás con gestos pequeños pero sinceros de amor y de misericordia, este es el secreto.
Nos ocupamos tantas veces de la vida material y tan poco de la salvación de las almas. Esta vida se pasa, dura más o menos, no sabemos si hoy estamos y mañana ya no, pero la vida eterna es eso, eterna ¿de verdad nos importa la salvación o la condenación eterna de las almas de los prójimos a los que decimos que amamos? ¿hay algo más importante?
Cuando Santa Teresa de Lisieux iba a partir prometió que iba a mandar una lluvia de rosas sobre la tierra y ¡vaya si las mando! Yo le dije a Elena que tenia que seguir en su puesto de facilitadora de Proyecto Ángel y que tenia que seguir trabajando por Spei Mater y la Vida y me dijo que si. Estoy segura que lo hará, pero de momento, ya la echamos todos de menos terriblemente.
(Elena falleció ayer, día 24 de Mayo, Maria Auxiliadora vino a buscarla)