Solo quiero que me quieran
por Benigno Blanco
Solo quiero que me quieran
Este es el sugestivo título de un libro de Micaela Menárguez, doctora en Farmacia, Directora del Máster de Bioética de la UCAM y profesora de la Universidad San Pablo CEU, en el que dirigiéndose especialmente a un público joven, explica que estamos hechos para ser felices queriendo y siendo queridos y que podemos desviarnos de este fin si centramos nuestra capacidad de amar en la búsqueda del placer. Menárguez es profesora de fecundidad y planificación familiar en la universidad y se nota en el libro su diálogo habitual con jóvenes sobre estas materias, no solo por las abundantes anécdotas y diálogos con los alumnos de que se hace eco, sino también por un estilo muy adecuado para hablar de sexualidad con estos chicos y chicas.
La autora constata ya desde la introducción que “la sexualidad humana puede ser una maravillosa fuente de gozo” pero “en los últimos tiempos se ha convertido también en una fuente de sufrimiento por la fugacidad de las relaciones (…) por las rupturas sentimentales (…) por las infecciones y enfermedades, las cirugías innecesarias y las obsesiones, que lesionan la salud física y mental y por las disfunciones sexuales que se producen en las mujeres demasiado jóvenes…” (pág. 12). Con este panorama por delante, la autora explica en esta obra a los jóvenes la experiencia común y sensata de cómo se puede construir una vida sexual que sea fuente de gozo sin riesgos innecesarios.
Para ello se detiene en el papel de los sentimientos y cómo éstos no bastan para elegir la persona adecuada para compartir la vida, siendo necesario también valorar las afinidades necesarias para una relación duradera (pág. 21); el poder de lo visual como estímulo sexual en el varón y cómo las mujeres no quieren machos depredadores sino que las quieran y no que las usen (pág. 26-27); las razones – quizá equivocadas- por las que muchas chicas acceden a relaciones sexuales tempranas (págs. 30-33); el papel del padre en la seguridad afectiva de las chicas (pág. 37); la diferencia entre el enamoramiento y el amor y cómo el sexo prematuro puede dificultar el proceso de conocimiento personal que ayuda a fundar un amor sólido (págs. 41 y ss.); los riesgos del preservativo y las infecciones de transmisión sexual (págs. 49 y ss.); los efectos potencialmente negativos para la salud de la mujer del uso habitual de la píldora anticonceptiva (págs. 61 y ss.); y los riesgos de la pornografía para una sexualidad sana y personalizada (págs. 77 y ss.).
Los capítulo 11 y 12 se dedican, tras ese repaso a las posibles fuentes de errores al decidir sobre nuestra sexualidad, a comentar el lema del título del libro (solo quiero que me quieran) y al papel de la familia en el aprendizaje práctico de la capacidad de querer. A partir del capítulo 13 afronta la crítica habitual: esas teorías están muy bien pero son imposibles en la práctica. Esa crítica -que la autora dice escuchar con frecuencia de sus alumnos tras sus explicaciones- la afronta Menárguez en los capítulos finales del libro (págs. 101 y ss.) con inteligencia emocional y sabiduría práctica.
El subtítulo del libro es muy expresivo de su contenido: “tesoros y trampas del sexo y del amor”. Uno de los méritos de este libro es que advierte a nuestros jóvenes de los errores en que pueden incurrir al afrontar su vida sexual, por influencia del ambiente cultural actual de banalización de la sexualidad; pero a la vez les ofrece un horizonte sólido para organizar su sexualidad al servicio de un proyecto vital de felicidad razonablemente segura.
No me canso de recomendar buenos libros sobre educación afectivo-sexual de nuestros jóvenes porque creo que es la gran cuestión de nuestra época. Gracias a Dios, cada vez contamos con mejores recursos para poyar esa educación y el libro de Micaela Menárguez es uno de ellos. Buena lectura para padres y jóvenes este verano.
Benigno Blanco