Los rasgos constantes del socialismo (y 4)

17 noviembre 2009 00:00

Hemos apuntado en post anteriores que el Socialismo, a lo largo de la historia, ha ido experimentando algunas mutaciones, según las circunstancias culturales, sociales y políticas del momento. Pero, ¿hay algunas constantes que han perdurado invariables en todo su devenir histórico? Para Igor Chafarevitch indudablemente sí.

En su libro “El fenómeno socialista” profundiza en este punto, y llega a la conclusión que el socialismo siempre ha tenido un efecto demoledor de la persona humana. El examen que realiza el autor en su libro le lleva a formular este principio que considera inalterables en la ideología socialista, al menos en su concepción más radical:

1) Abolición de la propiedad privada. En su forma negativa , esta teoría, que pertenece sin excepción a todas las doctrinas socialistas, constituye el rasgo fundamental de todos los estados socialistas, pero en su forma positiva, es decir, en tanto que afirmación del carácter concreto de la propiedad en la sociedad socialista, es menos universal y se manifiesta bajo dos aspectos diferentes: la aplastante mayoría de las doctrinas socialistas proclama una comunidad de bienes practicada más o menos radicalmente, mientras que los Estados socialistas (y algunas doctrinas también) se basan en la propiedad estatal (p. 222)

2) Abolición de la familia. Se concibe este principio más o menos radicalmente, pero en todos hay un debilitamiento de los lazos familiares y una supresión de algunas funciones. En la práctica se llega a un debilitamiento en la relación padre-hijos, y un sometimiento de la función educativa a los proyectos estatales en el terreno ideológico y ético. (Cfr. Pp. 222-223)

3) Hostilidad hacia la religión. Viene a decir el autor que comentamos que es común a todas las corrientes socialistas, salvo raras excepciones. No se proclama la abolición de la religión, pero sí se le intenta domesticar y controlar su influencia en la sociedad. La Iglesia no puede opinar en cuestiones en las que el estado se considera competente (por ejemplo el matrimonio, el aborto…). Si proclama los principios morales, inviolables para una defensa de la dignidad de la persona humana, se considera una intromisión en las competencias legislativas del Estado. Y se llega a decir que no se legisla desde los púlpitos, sino en el Parlamento. Y se llega hasta el extremo de ridiculizar a la Jerarquía de la Iglesia.

El Socialismo es radicalmente anticlerical y laicista. Solo adula a los clérigos que de algún modo son complacientes con sus objetivos. Se suelen llevar bien con la llamada Teología de la Liberación por lo que tiene de radical y crítica contra el Magisterio. ¿Por qué esta hostilidad con la Religión Católica? Por la considera un muro de contención a sus programas. Y en definitiva porque la Socialismo termina considerándose una religión de masas, con dioses nuevos, y redentores carismáticos que hay que adorar y obedecer (Cfr. pp. 223-224)

4) Se habla también de un igualitarismo. Y ahí entra de lleno la ideología de género, la radical defensa de lo femenino, la libertad sexual, la tajante oposición a la educación diferenciada… En algunas corrientes socialistas hay una prevención contra la cultura, ya que se considera que esta individualiza. No es necesario pensar, ya lo hace el estado por nosotros. Se da lugar a una bajada del nivel intelectual con la ley del mínimo esfuerzo, y el igualitarismo en los centros de enseñanza. Parece que lo único que importa es dar mucha información sexual y facilitar al máximo la genitalidad, sin más ética y moral que la propia conveniencia.

En el libro citado el autor formula los principios que considera inmutables en el Socialismo. Nosotros hemos descendido a detalles de actualidad que configuran a un socialismo actual, que en los países democráticos tiene que pelear con otras corrientes de oposición que, sin duda, lo condicionan bastante. Pero la audacia les hace ir más allá de lo que la sociedad realmente reclama, atendiendo a una mayoría que considera que la verdad depende del número de votos.