Teresa de Calcuta
Mañana 4 de septiembre, será canonizada en Roma. Madre Teresa de Calcuta. Imbuidos como estamos en la sociología, su testimonio es de calidad. En muchos ambientes progresistas de la Iglesia es un personaje incómodo. Une una gran fidelidad a la iglesia con una entrega total a los pobres. Y esto no gusta. Por eso, estos días, en páginas dominadas por esa corriente eclesial, aparece lo justo y con alguna reticencia.
Tuve la dicha de estrechar su mano cuando inauguraron el Centro de la Ermita del Santo en Madrid. En ese tiempo vivía en Vallecas. Una de las Religiosas, Siervas de Jesús, que trabajaba en el Dispensario en nuestra Parroquia, me invitó al acto. Las Misioneras de la caridad también eran nuestras parroquianas.
Cuando llegamos a la Ermita del Santo, no cabía un alfiler. Estaban presentes la Madre Teresa y la reina doña Sofía.. Yo avanzaba detrás de la religiosa que se abría camino medio atropellando a la gente. Me daba vergüenza; la seguí decidido. Conseguimos nuestro objetivo. Un saludo para el recuerdo.
Antes las había visitado en su humilde vivienda en Vallecas varias veces. Siempre me impresionó su estilo sencillo de vivir. He repetido en la Ermita del Santo. Tres cosas me siguen afectando: Su sencillez de vida, su dedicación a los más pobres y su vida de oración. Lo tercero es lo primero. Sin vida interior no se sostiene su vida sencilla ni la dedicación a los más pobres.
Algunas veces me preguntan << ¿qué es lo que más admira de la Madre Teresa?>> Sin dudar puedo contestar: El <> que dijo a Jesucristo cuando se decidió a servir a los más pobres. Ese <> es la fuente de todo lo demás. La raíz profunda que no podemos olvidar. Estos días escucharéis cien obras que realizó; son el fruto de una entrega sincera al Señor Jesús. Nuestra vivencia cristiana no crece porque no existe decisión por Jesucristo. Esta es la clave de nuestra vulgaridad.
La sucesora de Madre Teresa ha señalado algunas características de Madre Teresa: No tenemos que esperar grandes ocasiones para amar y darnos a nosotros mismos. Las grandes ocasiones llegan pocas veces en la vida. La vida ordinaria de convivencia nos ofrece sien ocasiones de servicio silencioso. Siempre tenemos a mano una sonrisa o una palabra amable.
No tener prisa. Cuántas veces los planes y los proyectos, incluso en beneficio de los demás, nos privan de lo tiene de humano. No tenemos tiempo para amar y ser amados. A la larga los proyectos nos dominan y nos impiden dedican tiempo a las personas. Nos endurecemos en nuestros proyectos y no nos abrimos a la voluntad de Dios que se nos muestra en el rechazo, en el sufrimiento.
Sor Mary Prema hace una observación clave en la vida de Madre Teresa: Para ella no solo había dolor físico en el mundo, sino también un profundo sufrimiento invisible y espiritual que se encuentra “en el pecado y en la adicción a las cosa pecaminosas”. Y este sufrimiento se extiende a las personas que sufren las consecuencias de esos pecados.
Tres anécdotas:
En una ocasión Madre Teresa supo que una familia indú con ocho hijos no tenía para comer. Les llevó una cantidad de arroz. Cuando la madre recibió el arroz, lo dividió y salió con la mitad. Madre Teresa le preguntó dónde había ido: < también ellos tienen hambre>. Era una familia musulmana vecina necesitada. Luego comentó Madre Teresa:.
Estando en Holanda, un protestante la visitó junto con su esposa, le comentó que, a su parecer, la virgen para los católicos tenía demasiada importancia. “Sin María, no hay Jesús”. Contestó ella con una lógica elemental. Su interlocutor bebió rumiar la frase con detenimiento. A los pocos días Madre teresa recibió una tarjeta con la siguiente inscripción: “Sin María, no hay Jesús”.
Un teólogo visitaba a las Hermanas de la Caridad en Calcuta. Consideraba sus enfoques pastorales y espirituales propios de tiempos anteriores al Concilio Vaticano II. Lo veía tan claro, que al despedirse, no pudo contenerse y les dijo: “Lo que están haciendo ustedes es admirable, pero teológicamente están retrasadas doscientos años”. La respuesta de la Madre Teresa fue inmediata: <<Dos mil años, Padre>>.
Tuve la dicha de estrechar su mano cuando inauguraron el Centro de la Ermita del Santo en Madrid. En ese tiempo vivía en Vallecas. Una de las Religiosas, Siervas de Jesús, que trabajaba en el Dispensario en nuestra Parroquia, me invitó al acto. Las Misioneras de la caridad también eran nuestras parroquianas.
Cuando llegamos a la Ermita del Santo, no cabía un alfiler. Estaban presentes la Madre Teresa y la reina doña Sofía.
Antes las había visitado en su humilde vivienda en Vallecas varias veces. Siempre me impresionó su estilo sencillo de vivir. He repetido en la Ermita del Santo. Tres cosas me siguen afectando: Su sencillez de vida, su dedicación a los más pobres y su vida de oración. Lo tercero es lo primero. Sin vida interior no se sostiene su vida sencilla ni la dedicación a los más pobres.
Algunas veces me preguntan << ¿qué es lo que más admira de la Madre Teresa?>> Sin dudar puedo contestar: El <
La sucesora de Madre Teresa ha señalado algunas características de Madre Teresa: No tenemos que esperar grandes ocasiones para amar y darnos a nosotros mismos. Las grandes ocasiones llegan pocas veces en la vida. La vida ordinaria de convivencia nos ofrece sien ocasiones de servicio silencioso. Siempre tenemos a mano una sonrisa o una palabra amable.
No tener prisa. Cuántas veces los planes y los proyectos, incluso en beneficio de los demás, nos privan de lo tiene de humano. No tenemos tiempo para amar y ser amados. A la larga los proyectos nos dominan y nos impiden dedican tiempo a las personas. Nos endurecemos en nuestros proyectos y no nos abrimos a la voluntad de Dios que se nos muestra en el rechazo, en el sufrimiento.
Sor Mary Prema hace una observación clave en la vida de Madre Teresa: Para ella no solo había dolor físico en el mundo, sino también un profundo sufrimiento invisible y espiritual que se encuentra “en el pecado y en la adicción a las cosa pecaminosas”. Y este sufrimiento se extiende a las personas que sufren las consecuencias de esos pecados.
Tres anécdotas:
En una ocasión Madre Teresa supo que una familia indú con ocho hijos no tenía para comer. Les llevó una cantidad de arroz. Cuando la madre recibió el arroz, lo dividió y salió con la mitad. Madre Teresa le preguntó dónde había ido: < también ellos tienen hambre>. Era una familia musulmana vecina necesitada. Luego comentó Madre Teresa:
Estando en Holanda, un protestante la visitó junto con su esposa, le comentó que, a su parecer, la virgen para los católicos tenía demasiada importancia. “Sin María, no hay Jesús”. Contestó ella con una lógica elemental. Su interlocutor bebió rumiar la frase con detenimiento. A los pocos días Madre teresa recibió una tarjeta con la siguiente inscripción: “Sin María, no hay Jesús”.
Un teólogo visitaba a las Hermanas de la Caridad en Calcuta. Consideraba sus enfoques pastorales y espirituales propios de tiempos anteriores al Concilio Vaticano II. Lo veía tan claro, que al despedirse, no pudo contenerse y les dijo: “Lo que están haciendo ustedes es admirable, pero teológicamente están retrasadas doscientos años”. La respuesta de la Madre Teresa fue inmediata: <<Dos mil años, Padre>>.
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