La fiebre del odio
La fiebre del odio
LA FIEBRE DEL ODIO
Se habló mucho en su momento de la fiebre del oro. Hoy se habla de la fiebre de la droga, del alcohol, del sexo… y del terrorismo fanático. Es raro el día que no nos despertamos con la noticia de algún atentado, de un crimen pasional, de un acto irracional, de una profanación religiosa, de una crítica mordaz contra todo lo que suene a fe, especialmente fe católica. Pero ¿qué es el odio?
Odio, del latín odĭum, es la antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien. Se trata de un sentimiento negativo que desea el mal para el sujeto u objeto odiado.
El odio está vinculado a la enemistad y la repulsión. Las personas tratan de evitar o destruir aquello que odian. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas.
Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor. Hay quienes creen, sin embargo, que del odio al amor hay un paso (y viceversa), ya que el odio siempre está dirigido hacia alguien que se considera importante y que moviliza al individuo. En este sentido, lo contrario al amor sería la indiferencia y no el odio.
El odio no siempre es irracional. Es normal odiar a quien hace sufrir o amenaza la existencia. Por ejemplo: “Odio a los asesinos de mis padres”, “El funcionario que robó el dinero que iba a ser destinado a la construcción de un hospital se ganó el odio del pueblo”. Lo que resulta sano es transformar esa energía negativa en una acción positiva (exigiendo justicia, en el caso de los ejemplos mencionados).
La violencia suele ser una consecuencia del odio. Cuando un Estado está a punto de declarar una guerra, suele promover el odio hacia el enemigo entre los ciudadanos y los soldados. De esta manera, las acciones violentas aparecerán como justificadas y no generarán rechazo o sentimientos encontrados en la sociedad (http://definicion.de/odio/)
Nos ha sobrecogido la masacre de Niza, como nos indignaron otras muchas acciones terroristas en distintos lugares del mundo. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Cómo se puede cometer una barbaridad tan grande en nombre de Dios? No lo entiendo. ¿Qué pretenden? El dominio del mundo mediante el terror, el miedo, la violencia… No estamos en la edad media. Pero de algún modo también en nuestras sociedades “civilizadas” estamos legalizando la violencia y la masacre: abortos, eutanasia… El ser humano ya vale poco. Y nuestra hipocresía nos lleva a indignarnos por las decenas de muertos de un atentado en la vía pública, pero nos quedamos tan tranquilos por los otros atentados de guante blanco, con miles de muertos a diario en cualquier rincón del mundo en donde haya una mujer que no quiere al hijo que lleva en sus entrañas.
Seamos serios. Estamos contra el terrorismo, pero todo el terrorismo, incluido el legal, que no por eso deja de ser inmoral.
Juan García Inza
Se habló mucho en su momento de la fiebre del oro. Hoy se habla de la fiebre de la droga, del alcohol, del sexo… y del terrorismo fanático. Es raro el día que no nos despertamos con la noticia de algún atentado, de un crimen pasional, de un acto irracional, de una profanación religiosa, de una crítica mordaz contra todo lo que suene a fe, especialmente fe católica. Pero ¿qué es el odio?
Odio, del latín odĭum, es la antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien. Se trata de un sentimiento negativo que desea el mal para el sujeto u objeto odiado.
El odio está vinculado a la enemistad y la repulsión. Las personas tratan de evitar o destruir aquello que odian. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas.
Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor. Hay quienes creen, sin embargo, que del odio al amor hay un paso (y viceversa), ya que el odio siempre está dirigido hacia alguien que se considera importante y que moviliza al individuo. En este sentido, lo contrario al amor sería la indiferencia y no el odio.
El odio no siempre es irracional. Es normal odiar a quien hace sufrir o amenaza la existencia. Por ejemplo: “Odio a los asesinos de mis padres”, “El funcionario que robó el dinero que iba a ser destinado a la construcción de un hospital se ganó el odio del pueblo”. Lo que resulta sano es transformar esa energía negativa en una acción positiva (exigiendo justicia, en el caso de los ejemplos mencionados).
La violencia suele ser una consecuencia del odio. Cuando un Estado está a punto de declarar una guerra, suele promover el odio hacia el enemigo entre los ciudadanos y los soldados. De esta manera, las acciones violentas aparecerán como justificadas y no generarán rechazo o sentimientos encontrados en la sociedad (http://definicion.de/odio/)
Nos ha sobrecogido la masacre de Niza, como nos indignaron otras muchas acciones terroristas en distintos lugares del mundo. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Cómo se puede cometer una barbaridad tan grande en nombre de Dios? No lo entiendo. ¿Qué pretenden? El dominio del mundo mediante el terror, el miedo, la violencia… No estamos en la edad media. Pero de algún modo también en nuestras sociedades “civilizadas” estamos legalizando la violencia y la masacre: abortos, eutanasia… El ser humano ya vale poco. Y nuestra hipocresía nos lleva a indignarnos por las decenas de muertos de un atentado en la vía pública, pero nos quedamos tan tranquilos por los otros atentados de guante blanco, con miles de muertos a diario en cualquier rincón del mundo en donde haya una mujer que no quiere al hijo que lleva en sus entrañas.
Seamos serios. Estamos contra el terrorismo, pero todo el terrorismo, incluido el legal, que no por eso deja de ser inmoral.
Juan García Inza
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