¿Santa Dorothy Day? No tan rápido
El pasado 19 de abril el Cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, abrió una nueva fase en el camino de Dorothy Day a los altares, lo que se conoce como el Proceso sobre la vida y las virtudes. Después de haber sido proclamada Sierva de Dios en 2000, ahora se inicia la fase de entrevista a los testigos que la conocieron y de revisión de todos sus escritos para evaluar su adhesión a la doctrina y la moral católicas.
Dorothy Day nació en Brooklyn y fue bautizada como episcopaliana a la edad de 12 años. Tras vivir su infancia en Chicago, Day abandonó los estudios y regresó a Nueva York, donde entró a trabajar como periodista en el diario socialista de mayor circulación en aquella época en Estados Unidos, The Call. Allí vivió en pleno ambiente socialista y bohemio, con varias aventuras sentimentales e incluso un aborto provocado, hasta que finalmente consiguió cierta estabilidad con el anarquista y pacifista Forster Batterham, con quien contrajo matrimonio civil y tuvo una hija. La familia se instaló en Staten Island, llevando allí una vida que hoy calificaríamos de estilo hippie. Pero Day se sentía cada vez más atraída por la fe católica, que no dejaba de estudiar: empezó a rezar el rosario regularmente y bautizó a su hija, Tamar, como católica. Batterham no lo soportó y las abandonó. Dorothy Day sería admitida poco después en el seno de la Iglesia Católica en 1927.
De vuelta a Nueva York con su hija, Day volvió a sentir una intensa preocupación por los pobres y fue una de las fundadoras del Catholic Worker Movement en 1933. Inspirada en las obras de misericordia, empezó a organizar centros donde se distribuía comida a los más necesitados, a crear granjas donde acoger a familias pobres y a editar un periódico, labor a la que se entregó en alma y cuerpo, viviendo ella misma pobremente, durante medio siglo. En la actualidad existen 185 comunidades Catholic Worker que continúan su labor.
Una mujer entregada a los más pobres, a las obras de misericordia, ella misma compartiendo la pobreza con aquellos a quienes atendía, conversa y profundamente pro vida y contraria al aborto (como hemos señalado, por propia experiencia). Parece un candidato a los altares sin tacha, ¿no?
No tan rápido: Dorothy Day sigue siendo una persona polémica y los motivos por lo que lo es merecen un momento de reflexión. No se trata de opiniones doctrinales sospechosas ni de ninguna crítica a su labor entre los pobres, por lo que yo sé intachable. El problema que algunos señalan son sus opiniones políticas, que expresó abundantemente a través de sus escritos periodísticos. Sí, Day participó en manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam, seguramente influida por el clima que se vivía en los ambientes de izquierdas norteamericanos. Y también apoyó, durante nuestra guerra civil, al bando republicano, a pesar de conocer las atrocidades contra los católicos que se estaban cometiendo. La lejanía y el desconocimiento de muchos detalles pueden ser eximente. Peor fue su apoyo sin fisuras a Fidel Castro, mucho más cercano, aunque también es verdad que durante los inicios de la revolución cubana fueron muchos quienes creyeron que Fidel no deseaba implantar un régimen comunista. Pero quizás lo que más escándalo ha provocado fue su postura en relación a las responsabilidades por el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial: "Creemos que Hitler no es más responsable que Chamberlain o Daladier o cualquier otro líder. La culpa recae en la gente del mundo entero". No se trata aquí de discutir sobre cada uno de los casos concretos, bastará señalar que Dorothy Day, impecable en su labor con los pobres, se sentía de izquierdas y se alineaba acríticamente con cada consigna que las izquierdas lanzaban en cuestiones de política (no en cuestiones relacionadas con la moral o la religión). Esta actitud le llevó a escribir verdaderas tonterías y a defender juicios políticos errados. No es de extrañar pues que la polémica haya acompañado a Dorothy Day.
Lo que se plantea ahora es si esos juicios políticos erróneos la invalidan como candidata a ser proclamada santa. ¿Supone la canonización un aval de la Iglesia a todas las opiniones, acciones y posicionamientos de la persona canonizada? Yo creo que no. Creo que más bien la Iglesia nos ofrece su vida como un testimonio de que es posible entregar la vida a Dios, un ejemplo de vida que concluye en el cielo. ¿Pueden los errores de juicio político de la persona a quien se estudia canonizar contaminar su vida hasta el punto de que su testimonio de vida cristiana quede distorsionado, descalificandola para la canonización? ¿Ocurre esto en el caso de Dorothy Day? Doctores tiene la Iglesia que nos sacarán de dudas.