Martes, 24 de diciembre de 2024

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Toledo, 4 de agosto de 1936. En el Paseo del Tránsito

por Victor in vínculis

El siervo de Dios Inocente Aznar Moreno nació el 28 de diciembre de 1882, en Ciudad Real. Sus padres eran Santiago Aznar Laborda y Trinidad Moreno-Carrión Delgado. Como su madre era natural de Socuéllamos (Ciudad Real), Inocente pasó su infancia en esta localidad. Tras su paso por el Seminario, fue ordenado sacerdote el 15 de julio de 1906. Al año siguiente recibe el nombramiento de profesor de Cánones en el Seminario de Ciudad Real. En 1909 pasa a ser capellán de las Concepcionistas Franciscanas de Ciudad Real. En 1911 recibió el nombramiento como ecónomo de Valdepeñas (Ciudad Real). Y al año siguiente, tras la pertinentes oposiciones, canónigo de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo.



En  la última página del periódico “El Castellano”, del 3 de diciembre de 1914, aparece un curioso aviso: “Sermones que han de predicar en la Santa Iglesia Catedral de Toledo, Primada de las Españas, del 6 de diciembre de 1914 al 15 de noviembre de 1915”. Don Inocente predica dos veces en Semana Santa (el 1 de abril -Jueves Santo- y el 2 de abril -Viernes Santo-); en la fiesta de San Urbano, el 25 de mayo; en la fiesta de san Pedro, el 29 de junio; el 25 de julio, en la fiesta de Santiago y el 8 de septiembre, en la fiesta de la Natividad de la Virgen María.

En 1915 ocupa la plaza de profesor de religión en las Escuelas Normales y en el Instituto de Toledo. Ese mismo año, es nombrado juez del Colegio de Doctores de Derecho Canónico. Era también uno de los jueces prosinodales y Presidente de la Junta Superior de Conferencias Morales. A finales de diciembre de 1924, el Cardenal Reig Casanova, firma su nombramiento como Penitenciario de la Catedral de Toledo.

Al llegar los días aciagos de la persecución religiosa, tras el estallido de la guerra civil española, la ciudad Imperial se convertirá en una ratonera. El Siervo de Dios Inocente Aznar vivía enfrente del Gobierno Civil y los milicianos transitan a cada momento por la puerta de la casa. Es más, la sentencia ya está dictada desde hace días, cuando ellos se dicen entre sí:

-Este sí que no se escapa.

El 4 de agosto de 1936 se presentan para detenerlo. Le piden que les acompañe para “ir a declarar”. Don Inocente se guarda en el bolsillo el dinero que tiene, por las necesidades que puedan sobrevenir (prisión, traslados...). Pero enseguida se percata de que lo llevan en dirección al Paseo del Tránsito. Son ya las cuatro y media de la tarde y el cuerpo del confesor de la Catedral cae acribillado tras las ráfagas asesinas.


Por su parte, el siervo de Dios Manuel Valiente Vela, nació en Zaragoza el 8 de octubre de 1874. Tras realizar sus estudios, recibió la ordenación sacerdotal, el 28 de mayo de 1904, de manos del obispo de Jaca (Huesca), Fray Francisco Javier Valdés y Noriega. “El Pirineo Aragonés” informa en su edición del 19 de junio de 1904, que “en la iglesia de San Gil de Zaragoza, su pueblo natal, ha celebrado esta semana su primera misa el joven beneficiado Sochantre de nuestra catedral D. Manuel Valiente, siendo asistido en tan solemne ceremonia por ilustres prebendados, y obsequiado con la cooperación de las capillas de los templos metropolitanos. Al darle nuestra enhorabuena deseamos que Dios le ayude con su gracia en el ejercicio del ministerio sacerdotal”.

En 1907, llega a nuestra Archidiócesis tras obtener el puesto de Beneficiado de la Catedral Primada, como Salmista. Además recibe la capellanía del Convento de las religiosa Jerónimas de la Reina. En 1929, era capellán de San Bernardo, capellanía fundada en la parroquia de Santa Leocadia.

Finalmente al estallar la persecución religiosa, durante la mañana del 4 de agosto de 1936 sufre un registro en su casa; él, que está vestido de seglar, no ha sido reconocido como sacerdote. Sin embargo, al describir su aspecto a personas que sí le conocen, los marxistas confirman que es un cura. Es suficiente. Vuelven a buscarlo y le piden que los acompañe al Comité.

Una vez más, se dirigen hacia el Paseo del Tránsito. Los milicianos van farfullando tras el sacerdote que están hartos de matar curas viejos o enfermos, y, peor todavía, que casi ninguno de ellos se defiende. Don Manuel, haciendo gala de su apellido, se gira y les dice:

-Os he oído decir esto. Pues si vosotros no os atrevéis a matarme, id a buscar a otros. Aquí los espero... Esta ocasión que Dios me da yo no me la pierdo.

Cuando pasan por la iglesia de San Juan, de los PP. Jesuitas, quiere detenerse unos momentos para pedir ayuda al Señor a fin de conservarse fiel hasta el fin. Pero los milicianos, que están bastante molestos, le golpean tan fuerte que don Manuel queda tendido en el suelo. A duras penas puede llegar al Tránsito, donde muere perdonando a sus verdugos.

En las notas necrológicas escritas en el libro-registro del Cementerio de Nuestra Señora del Sagrario, y que se conserva en el Ayuntamiento de Toledo, podemos leer: “sacerdote cantor de la Catedral, alto y delgado, de unos 50 años (D. Manuel Valiente). Nombre del usufructuario: Vicenta Valentín de Lamaja (Huesca)”.
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