“Dad y se os dará. La medida que uséis la usarán con vosotros.” (Lc 6, 38)
Esta semana el Evangelio nos ofrece un resumen del mensaje moral de Cristo. Lo hace proponiéndonos algunos ejemplos concretos de difícil aplicación: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, orad por los que os injurian”. Y a continuación dice algo que nos tiene que servir de estímulo para poder llevar a la práctica sus mandatos: “La medida que uséis la usarán con vosotros”.
Ya sin esta advertencia deberíamos estar dispuestos a intentar practicar el mandamiento del amor, pues deberíamos amar aunque no fuera más que por gratitud a Dios, que tanto nos ha amado. Pero es que, además, nos conviene hacerlo pues si no amamos no nos amarán, si no perdonamos no nos perdonarán. Sólo aquel que cree estar libre de toda culpa o que piensa que nunca va a necesitar ayuda de nadie, puede permitirse el lujo del egoísmo. Pero si obra así, ¿de verdad está limpio de pecado? Quizá lo parezca, pero en realidad está lleno de soberbia.
Por lo tanto, hagamos las cosas por agradecimiento al Señor, con el cual tenemos una deuda infinita. Aunque el prójimo no se lo merezca, hagámoslo por Él, por Dios. Pero no olvidemos que nosotros no somos perfectos y que también a nosotros nos tienen que soportar, perdonar, consolar, ayudar. Si no somos capaces de ser generosos, ¿cómo podemos pretender que lo sean con nosotros?