¿Razón o Fe? ¿Filosofía o Teología?
¿RAZON o FE? ¿FILOSOFIA o TEOLOGIA?
‘Comprende para creer; cree para comprender’ - Agustín de Hipona (Sermón 43)
‘Todo el que cree piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula’ - Agustín de Hipona
Presentación
Agustín de Hipona nos exhorta a la necesidad de la razón para llegar a comprender las afirmaciones de la fe, aunque él mismo confirma que la fe sola, por sí misma, ayuda a comprender.
La fortaleza del pensamiento de Agustín de Hipona se halla en que ciertamente muchas cosas que se dicen convencen tanto al hombre de razón como al de fe, al filósofo y al teólogo, porque robustecen las debilidades de la una con las certezas de la otra, para así podernos acercar con mayor rapidez y claridad al entendimiento de las verdades y a sentir la paz espiritual que anhela el corazón.
Para que la fe y la razón alcancen la totalidad de su eficacia es necesario que estén movilizadas y sustentadas con el amor a Dios sobre todas las cosas. En síntesis, en la búsqueda de la verdad absoluta no basta la luz de la razón. Y así mismo lo expresó Agustín de Hipona: “cree para que entiendas”, porque la fe nos lleva a entender lo que con la sola razón no podemos, pero también nos dice: “entiende para que creas”, porque la razón muestra a quién debemos creer. El propio Agustín sostenía que “no todo el que piensa cree, pero todo el que cree piensa; y piensa creyendo y cree pensando”.
Fe y razón no deben separarse ni confrontarse; al contrario, deben estar siempre unidas. El conocimiento racional es insuficiente por sí mismo para alcanzar la verdad. Se necesita la fe para llegar a la verdad que demanda el corazón humano. De ahí la necesidad de que colaboren razón y fe. La fe debe preponderar sobre la razón, ya que ésta es iluminada por la fe, y la propia razón ayuda a comprender. La verdad se transforma en una relación de confianza donde la fe acrecienta la inteligencia, y ésta hace razonable el encuentro con Dios.
La razón nos permite llegar a la fe, preparando el alma para comprender. Pero una vez llegado a la fe, la persona debe utilizar la razón para penetrar racionalmente en los datos que la revelación le proporciona. Aunque la razón nos abra el camino hacia la verdad, una vez conocemos a Dios la razón queda supeditada a la fe. El camino hacia Dios por medio de la fe nos conduce hacia la luz de la razón y, gracias a ella, conocemos la verdad eterna, que es superior a nosotros mismos. Esta es la teoría platónica de la iluminación.
¿Qué es la razón y qué es la fe?
Siempre han existido contradicciones con respecto a la razón y a la fe, aunque en realidad no pueden estar desconectadas totalmente la una de la otra, a pesar de tener quizás creencias religiosas distintas o que el factor cultural sea diferente. No obstante, es importante conocer cada uno de ambos factores. La razón: Es la facultad que posee la persona para analizar conceptos diversos, descubriendo así certezas o divergencias de acuerdo al grado de coherencia con respecto a todas y cada una de las cosas.
La fe: La palabra fe proviene del latín ‘fides’, que significa ‘creer’. Fe humana es aceptar la palabra de otro confiando en su honestidad y veracidad. Fe divina es cuando a quien creemos y en quien confiamos es en Dios. Ambas jerarquías de fe son distintas. En esta monografía nos referimos exclusivamente a la fe divina.
Relación entre razón y fe
Ya de por sí Agustín de Hipona comenzó una búsqueda de la verdad de una forma casi desesperada. A sus diecinueve años se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Pero poco a poco fue descubriendo que la razón y la fe no se oponen, sino que su relación es de colaboración. La fe es un modo de pensar asintiendo; si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. Es por ello que no podemos rechazar ninguno de estos dos términos. Fe y razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.
Esta misma postura se sitúa frente al fideísmo o fe y el racionalismo o razón. A los racionalistas Agustín les señala “cree para comprender”, mientras que a los fideístas les dice “comprender para creer”, pues la comprensión fortalece a la fe. Agustín de Hipona quería comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas. Por ello él decía: “Tengo fe, pero cuando comprendo aquello en lo cual tengo fe, mi fe es doble”. El, para llegar a la citada conclusión, a lo largo de su vida pasó por ambos extremos, por el de la razón y por el de la fe, antes de encontrar el nexo de unión entre ambos conceptos.
Hablando en términos generales, hay tres categorías de perspectivas respecto a la relación entre fe y razón. El racionalismo sostiene que la verdad debería ser determinada por la razón y el análisis de los hechos, más que por la fe, el dogma o la enseñanza religiosa. En cambio, el fideísmo considera que la fe es necesaria, y que las creencias deben tener cabida sin la evidencia o la razón, aún si está en conflicto con ellas. La teología natural, también llamada teología racional, que es el intento de encontrar evidencia de Dios sin recurrir a ninguna revelación sobrenatural, considera que la fe y la razón son compatibles, de manera que la evidencia y la razón finalmente llevan a la creencia de los temas de fe.
El racionalismo no se pronuncia con respecto a la existencia de Dios o a la validez de la religión, pero sí rechaza cualquier creencia basada únicamente en la fe. La fe, por el contrario, no descansa en pruebas lógicas o en la evidencia. Si analizamos los términos fe y razón nos daremos cuenta de que desde el punto de vista de la semántica, ambas definiciones están en lógica oposición, aún cuando como se ha mencionado anteriormente, la teología natural o racional las considera compatibles la una con la otra.
Las creencias sostenidas por fe pueden ser vistas en diferentes relaciones con la razón:
La fe vista como subordinando a la razón: En esta perspectiva todo el conocimiento humano y la razón son vistos como dependientes de la fe. En consecuencia, la fe es vista como esencial e inseparable de la razón.
La fe vista como dirigiendo asuntos más allá del ámbito de la razón: En esta perspectiva la fe es vista como cubriendo temas en los que la ciencia y la racionalidad son inherentemente incapaces de tratar pero que, sin embargo, son enteramente reales. En consecuencia, la fe es vista como complementando la razón al proveer respuestas a preguntas que de otro modo serían incontestables.
La fe vista como contradiciendo a la razón: En esta perspectiva la fe es vista como esas opiniones que una persona mantiene, a pesar de que la evidencia y la razón digan lo contrario. Así pues, la fe es vista como algo pernicioso con respecto a la razón; como si impidiera la habilidad de pensar.
El punto de vista de Tomás de Aquino
Tomás de Aquino mantenía la tesis de que las verdades teológicas y las filosóficas, la fe y la razón, son completamente distintas. La razón o filosofía verifica los hechos a partir de los datos del mundo sensible, sin necesidad de recurrir a la presencia divina. En cambio la fe o teología construye su sistema a partir de la revelación divina. Sin embargo, aún siendo ambos conocimientos independientes, no existe ningún tipo de conflicto entre ellas, pues ambas proceden de Dios.
Para Tomás de Aquino tanto la creación del mundo natural como el sobrenatural son obra de Dios y, por lo tanto, considerar ambas formas de conocimiento por separado sería lógico, pues todo procede de Dios, aunque ambas se complementen. Siendo las dos distintas no son contradictorias ya que hay verdades a las que podemos acceder simultáneamente a través de la razón o de la fe.
Según Tomás las verdades mismas, a las que por sí solas puede llegar la razón, no son alcanzables por todas las personas, y el camino que a ellas conduce no está libre de errores. Por ello se hace necesaria la instrucción de la persona mediante la revelación divina. Ahora bien, cuando una proposición está en conflicto con un supuesto revelado, Tomás de Aquino se inclina a pensar que la equivocación es siempre de la razón o filosofía, puesto que la fe, al provenir de la revelación, es siempre verdadera. Así en el caso de error habrá que revisar todos los pasos de la deducción filosófica para descubrir sus aparentes fallos.
Tomás de Aquino distingue dos tipos de conocimiento diferentes: Los que solamente pueden conocerse a través de la fe, a los cuales denomina artículos de fe.
Aquellas verdades que se refieren al mundo natural y que usan la razón como modo exclusivo de conocimiento, sin necesitar aparentemente el recurso de la divinidad de Dios.
Pero Tomás añade un nuevo campo de variedades que pueden ser conocidas tanto por la razón como por la fe; los conocidos preámbulos de la fe; los conocimientos que preceden lógicamente al acto de fe y que lo hacen razonable. Entre estos temas podemos destacar la inmortalidad del alma, la existencia de Dios, o la revelación divina. Estas verdades son reveladas por Dios para que el ser humano, conociendo su significado, pueda salvarse. En ocasiones la razón como forma de conocimiento, no puede demostrar lo que pertenece a la fe, pero sí puede demostrar los preámbulos de la fe; las verdades cuya demostración es necesaria a la fe misma.
Conclusión
Muchas verdades de fe son comprobables. Otras, como los misterios de fe, no lo son porque están muy por encima de nuestra capacidad de razonamiento, pero nunca son contrarias a la razón. Son verdades supra-racionales, o superiores a la razón, mas no irracionales.
Hay verdades que son evidentes, hay otras a las que llegamos por razonamientos, otras las conocemos por nuestros sentidos, y unas que nos son comunicadas por otras personas. Pero hay también unas que nos son comunicadas directamente por Dios. Estas verdades divinas no son todas tan evidentes y requieren un acto de nuestra voluntad. Es decir, para creer hay que querer creer.
“La fe y la razón son dos alas con las que el hombre se eleva a la contemplación de la verdad”
Juan Pablo II - Fides et Ratio
Bibliografía
Sermón 43 - Agustín de Hipona
Confesiones - Agustín de Hipona
La ciudad de Dios - Agustín de Hipona
Agustín de Hipona: la razón y la fe - Carlo Cremona
Introducción a Tomás de Aquino - Josef Pieper