Los evangelios apócrifos
“Estos evangelios fueron compuestos por quienes se lanzaron a escribir evangelios sin estar investidos de la gracia del Espíritu Santo”
(Orígenes – Hom. In Lc I; PG 13, 1801)
ETIMOLOGIA
En general el término ‘apócrifo’ deriva del verbo griego ‘apokrypto’, que significa ‘esconder’ o ‘poner aparte’. Según el diccionario de la RAE, ‘apócrifo’ quiere decir ‘fabuloso’, ‘supuesto’ o ‘fingido’, aunque actualmente la acepción más utilizada para el término ‘apócrifo’ presenta una connotación de falsedad.
Por tal motivo se ha empezado a llamar también a estos escritos ‘evangelios extra-canónicos’, con el fin de evitar la evocación de algo falso, siendo que las iglesias cristianas históricas consideran que son material no inspirado por Dios, aunque no por ello son carentes de valor.
SU ORIGEN
Algunos de los evangelio apócrifos surgieron en comunidades gnósticas y contienen palabras ocultas al entendimiento de la mayoría, quizás con la finalidad de dar apoyo a sus doctrinas cuando éstas no estaban en total acuerdo con los escritos canónicos que están incluidos hoy en día en la Sagrada Escritura, por lo que estos mensajes ocultos estaban reservados a los iniciados en esas comunidades gnósticas.
En la mayoría de los casos, los evangelios apócrifos son más tardíos que los evangelios canónicos, a los que intentan completar, lo cual significa que son poco útiles para recuperar recuerdos históricos sobre Jesús. Sin embargo algunos de ellos son interesantes para el estudio de cómo vivían y pensaban algunos grupos cristianos de entonces, ya que son interesantes sus explicaciones sobre las comunidades y grupos en los que fueron compuestos, y que revelan el rostro de un cristianismo más plural.
Nota: El gnosticismo es una doctrina filosófica y religiosa de los primeros siglos de la Iglesia, mezcla de la cristiana con creencias judaicas y orientales, la cual se dividió en varias sectas y que pretendía tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas.
LOS EVANGELIOS CANONICOS Y LOS APOCRIFOS
Los evangelios canónicos, los aceptados por la Iglesia (Marcos, Mateo, Lucas y Juan), conservan el estilo propio de una predicación apostólica templada y carente de adornos. En cambio, en los evangelios apócrifos pueden encontrarse relatos resultantes de abundante fantasía, o doctrinas diferentes a las transmitidas por los evangelios canónicos.
Las iglesias cristianas históricas, tales como la Iglesia Católica, la Comunidad Anglicana, la Iglesia Ortodoxa y las iglesias protestantes, consideraron que los escritos apócrifos son el resultado de una incorrecta intelección o efecto de entender, de los que significa la palabra ‘evangelio’. En general se observa en los evangelios canónicos un estilo mucho más sobrio que en los apócrifos, algunos de los cuales ya no fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas.
A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos autores apenas señalan su autoría, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la presunta autoría de los escritos por parte de algún personaje distinguido, tales como Pedro, Felipe, Santiago, Tomás o María Magdalena, buscando con ello un respaldo en ese nombre.
Durante algún tiempo varios de los evangelios apócrifos fueron tenidos como canónicos por algunas comunidades o grupos, tanto judíos como cristianos. Si bien muchos textos apócrifos penetraron en ciertos aspectos de la liturgia y de la piedad de algunos fieles cristianos, las iglesias cristianas históricas tienden a considerar que los materiales apócrifos en general no aportan contenidos de relevancia para la fe de los cristianos.
LOS EVANGELIOS APOCRIFOS POR GRUPOS
Una de las características que mejor distingue a los evangelios canónicos de los apócrifos es el trazado de ambos. Los evangelios canónicos siguen un camino que va desde los comienzos del ministerio de Jesús hasta su Resurrección. En cambio los evangelios apócrifos suelen desarrollar una sola etapa: la infancia de Jesús y sus enseñanzas. Ello es debido a que en muchos casos se originaron para rellenar vacíos en los recuerdos sobre Jesús.
Tomando en cuenta el contenido de cada evangelio apócrifo, éstos pueden clasificarse en los siguientes cuatro grupos:
.- Evangelios de la infancia: Narran el milagroso nacimiento de Jesús y los supuestos milagros que Él realizó durante su infancia. Aunque algunos de ellos fueron muy populares y se tradujeron a varias lenguas, el más conocido es el ‘Protoevangelio de Santiago’, el cual cuenta el nacimiento de la Virgen María y también su infancia. En él también se dice que sus padres se llamaban Joaquín y Ana, lo cual ha sido muy importante en el desarrollo de la mariología. También es de destacar el ‘Evangelio de Tomás’, el cual mencionaremos más adelante en este mismo trabajo.
.- Evangelios de los dichos: Son colecciones de dichos y enseñanzas de Jesús sin un contexto narrativo. Este tipo de colecciones se conservaron y reelaboraron en círculos gnósticos, quienes buscaban las supuestas enseñanzas secretas de Jesús.
.- Evangelios de la Pasión y Resurrección: Intentan completar los relatos de la muerte y resurrección de Jesús. El más conocido de todos es el ‘Evangelio de Pedro’, en el que el apóstol cuenta los acontecimientos de la Pasión en primera persona. Según algunos estudiosos, este evangelio apócrifo contiene una forma muy antigua del kerigma o anuncio de la Pasión y muerte del Señor.
.- Diálogos del resucitado: Es un género típicamente agnóstico donde se recogen enseñanzas de Jesús resucitado a algunos de sus discípulos. Las enseñanzas conservadas en ellos son de tipo esotérico y casi no tienen relación con las del Jesús terrenal. El más conocido es el ‘Evangelio de María’, que contiene las revelaciones de Jesús a María Magdalena cuando se le apareció.
Seguidamente mencionaremos los dos evangelios apócrifos más importantes, señalando las aportaciones positivas y las negativas que han surgido de ellos.
El ‘Protoevangelio de Santiago’
Este escrito es el apócrifo más antiguo que se conserva en su integridad, y el que más ha influido en las narraciones sobre la vida de la Virgen María y la infancia de Jesús. Redactado por un autor desconocido, lo firmó y atribuyó a Santiago el Menor con el fin de que alcanzara popularidad y prestigio. Parece haber sido escrito en diferentes etapas, la primera de las cuales corresponde a mediados del siglo II, aproximadamente en el 160 d.C. Hay que destacar que el término ‘proto’ significa ‘antes de’, en este caso ‘antes de Jesús’.
El Protoevangelio de Santiago pretende, ante todo, proteger la virginidad perpetua de María, la cual se veía amenazada en el siglo II por el ataque de los paganos y de algunas sectas judaicas. El autor, al parecer, fue un cristiano helenista de Egipto o del Asia Menor, quien se propuso redactar una narración novelada y sensacionalista de la vida de María, con un fin más apologético que histórico. A este evangelio apócrifo se debe la fiesta de la Presentación en el Templo, además del nombre de los padres de la Santísima Virgen María.
Los apócrifos de Tomás
Adjudicados a Tomás existen dos escritos, uno denominado ‘Evangelio del Pseudo Tomás’ y otro llamado ‘Evangelio de Tomás’. El primero de ellos se refiere a la infancia de Jesús y no tiene ninguna conexión con el ‘Evangelio de Tomás’. Debemos mencionar que el término ‘pseudo’ significa ‘falso’, lo cual identifica al ‘falso Tomás’.
Por la manera en que está escrito el ‘Evangelio del Pseudo Tomás’ es muy posible que su autor haya sido un cristiano helenista mediocremente versado en lengua y literatura judaica. En él se notan fuertes influencias del hinduísmo, ya que las narraciones de la infancia de Jesús son muy parecidas a la de Krishna y Buda. No faltan tampoco acentos gnósticos y mágicos para darle colorido al escrito en cuestión.
En cuanto a la redacción final del ‘Evangelio del Pseudo Tomás’ podemos decir que es muy posible que se remonte al final del siglo II. En su escritura podemos ver muchos supuestos milagros realizados por Jesús en su infancia, así como su relación con los fariseos, los cuales no son sino una proyección en retrospectiva de lo que fue la vida pública de Jesús.
Por otro lado presenta una imagen rencorosa del propio Jesús, quien en este evangelio usa sus poderes para vengarse u obtener ventajas personales sobre algunas situaciones de su vida. Todo esto hace del escrito en cuestión una fábula que poco puede edificar al cristiano, y que puede incluso llegar a crearse una imagen equivocada del ministerio realizado por Jesús en su vida pública.
Por lo que respecta al ‘Evangelio de Tomás’ podemos decir que es un escrito descubierto en 1945 en la biblioteca de Nag Hamadi, en Egipto, el cual data muy posiblemente de finales del siglo IV. Este documento ha traído la respuesta definitiva a una serie de interrogantes suscitados en algunos textos usados por sectas cristianas. De acuerdo a los especialistas este documento, más que ser un evangelio, se refiere a una serie de dichos y parábolas evangélicas que serían usadas principalmente por los maniqueos, una secta que practicaba el maniqueísmo, quienes valoraban las cosas como buenas o malas, sin término medio alguno.
Sobre este escrito san Cirilo de Jerusalén advirtió a finales del siglo IV que nadie debía leer este supuesto evangelio, pues contenía material contrario a la fe. El documento consta de 114 dichos, distribuidos de manera arbitraria y sólo unidos por la frase: ‘Jesús dijo’.
En el ‘Evangelio de Tomás’ el propio Tomás aparece como el garante de las enseñanzas, lo cual es común en otros escritos gnósticos, tal como ocurre en las ‘Actas apócrifas de Tomás’ y en la ‘Pistis Sophia’. En este evangelio de Tomás, cuando se habla del Reino, este término no tiene el mismo sentido que en los evangelios canónicos en donde se indica la soberanía de Dios, sino que hace referencia a un estado espiritual del gnóstico, así como al conocimiento de sí mismo y del universo. Por ello la salvación, más que un acto de fe y de obediencia, es un acto de conocimiento.
CONCLUSION
A modo de resumen podemos decir que la mayoría de estos escritos apócrifos, o contienen un material de carácter gnóstico o de tipo decetista, quienes negaban la humanidad de Cristo, ya que en sus orígenes buscaron explicar algunos misterios del cristianismo, pero sin un fundamento teológico e histórico sólido. Por ello, el uso de estos evangelios apócrifos puede llegar a crear confusiones, mitos y creencias erróneas, que en nada se acercan a la realidad histórica o evangélica; la verdad revelada por Cristo en la Sagrada Escritura.
LISTADO DE LOS EVANGELIOS APOCRIFOS
Entre los más de cincuenta evangelios apócrifos existentes, podemos destacar los siguientes:
Evangelios gnósticos:
Evangelio de Felipe
Evangelio de Tomás
Evangelio de Marción
Evangelio de María Magdalena
Evangelio de Judas
Evangelio apócrifo de Juan
Evangelio de Valentín o Evangelio de la Verdad
Evangelio griego de los egipcios
Evangelios de natividad e infancia:
Evangelios de la infancia de Tomás
Evangelio árabe de la infancia
Evangelio armenio de la infancia
Evangelio de la natividad de María
Protoevangelio de Santiago
Evangelio del pseudo-Mateo
Evangelios de Pasión y Resurrección:
Evangelio de Bartolomé
Evangelio de Nicodemo, también llamado "Hechos de Pilatos" (Acta Pilati)
Otros:
Evangelio secreto de Marcos
Evangelio de Pedro
Evangelio del Pseudo-Santiago
Evangelio cátaro del pseudo-Juan
Evangelio de los hebreos
Evangelio de los ebionitas
Evangelio de Bernabé
Evangelio de Taciano
Evangelio de los nazarenos
Evangelio de Ammonio
Evangelio de la Venganza del Salvador
Evangelio de la muerte de Pilato
Evangelio apócrifo de Galilea
Manuscritos de Nag Hammadi:
Apocalipsis de Pablo
“El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendada sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma”. (Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 85).)