Hipocresía y moralidad cristiana
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad”. (Mateo 23:27-28)
Presentación
En el lenguaje popular podemos decir que un sepulcro blanqueado es todo aquel cristiano que tiene apariencia externa de devoción y santidad, pero interiormente no experimenta una verdadera comunión con Dios. Es el perfecto hipócrita cristiano.
Antiguamente, en el teatro griego, la palabra hipócrita designaba al actor que utilizaba máscara y disfraz para representar una personalidad ajena a la suya, y su objetivo era el de deleitar al público. En definitiva, ese tipo de actor estaba fingiendo cualidades y sentimientos que él mismo no poseía ni experimentaba, con lo cual estaba fingiendo. O lo que es lo mismo, estaba mintiendo.
¿Y cuántas personas, aparentemente buenos cristianos, tienen su corazón lleno de amargura, odio, mentira, resentimiento, etc. y al mismo tiempo pretenden demostrar una vida cristiana llena de valores positivos, que ni tienen ni sienten? Con ello lo único que consiguen es destruir la credibilidad del Evangelio en otras personas.
¿Y cuántos otros se acuerdan de Dios para pedirle favores en casos de necesidad personal, a pesar de que no creen en Él? ¿Y cuántos otros muestran su supuesta cristiandad a los demás, pero en su vida privada son exactamente lo opuesto a lo que quieren aparentar ser? Este tipo de personas no conocen la seria advertencia de Jesús cuando dijo: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse” (Lucas 12:1-2).
La hipocresía
“Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5)
Etimológicamente la palabra hipocresía proviene del latín tardío ‘hipocrisis’ y del griego ‘hypokrisis’, que significan actuar o fingir. Es el acto de fingir y ostentar, constante o esporádicamente, creencias, opiniones, virtudes, sentimientos y cualidades que se exigen en las demás personas, y que uno en realidad no tiene o no sigue. La hipocresía en sí misma es un tipo de mentira o pantalla de reputación.
La hipocresía puede venir del deseo de esconder ante los demás motivos reales o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace, sino que es el deseo de que las demás personas vean una grandeza y bondad que en realidad no existe, y que es solamente una apariencia en sí misma, y sus fines y logros están totalmente alejados de la realidad. En pocas palabras, un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y su verdadera personalidad.
La hipocresía consta de dos operaciones, a través de las cuales se manifiesta tanto la simulación como el disimulo. La simulación consiste en mostrar lo que se desea, en tanto que el disimulo oculta lo que no se quiere mostrar. La hipocresía es como la mentira, porque el hipócrita pretende ser alguien que no es, y además quiere engañar a los demás.
Hipocresía religiosa
“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres”. (Mateo 15:7-9)
La hipocresía ha sido descrita, junto con la falta de honestidad, como una característica que atrae particular oprobio en la época moderna, y por ello muchos sistemas de creencias condenan los comportamientos relacionados con la hipocresía.
En algunas traducciones del Libro de Job, la palabra ‘chaneph’ es traducida como ‘hipócrita’, aunque en general significa sin Dios o profano. En la Biblia cristiana Jesús condena a los escribas y fariseos como hipócritas. En el texto budista Dhammapada, Buda condena a un hombre que tomó la apariencia de un ascético sin serlo. En el Corán islámico se critica a los munafiq, que son aquellos que manifiestan ser creyentes sin serlo. Como podemos ver, la hipocresía es un mal extendido en todas las religiones.
La religión de los fariseos era hipocresía de la más grave, ya que utilizaban la relación con Dios como objeto de vanagloria personal. Esto desgraciadamente aún persiste en nuestros días, lo cual causa escándalo cuando se descubre e incita a otras personas a que incluso rechacen la religión al ver el comportamiento hipócrita de quien habla de Dios sin seguirle.
Hoy en día muchos no quieren acercarse a los caminos del Señor ya que por el pésimo testimonio de algunos ‘cristianos’, la gente resta credibilidad al Evangelio. Es triste ver en nuestras iglesias a tanta gente que dentro de ella aparenta santidad y una buena relación con Dios, pero que en la privacidad de su vida deja mucho que desear. Como dijo Jesús, sus labios predican lo que no siente su corazón.
El grupo musical Nueva Vida compuso un canto religioso que en su texto describe con toda claridad la hipocresía religiosa. Su título es ‘Con nosotros está’ y nos habla de que Jesús está presente en cada una de las personas que están viviendo en medio de desgracias, necesidades o tribulaciones, pero que la mayoría de creyentes no parecen darse cuenta de ello, debido a lo cual priorizan su asistencia a centros religiosos, desconociendo esa presencia divina en el necesitado, con lo cual les ignoran completamente.
Y la hipocresía cristiana no se limita exclusivamente a lo dicho en este canto, sino también a muchas otras actitudes personales totalmente opuestas al cristianismo al que decimos pertenecer, seguir y practicar.
El texto del mencionado canto es el siguiente:
CON NOSOTROS ESTA
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Su nombre es el Señor y pasa hambre y pasa por la boca del hambriento,
y muchos que lo ven pasan de largo, acaso por llegar temprano al templo.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Su nombre es el Señor y sed soporta, y está en quien en justicia va sediento,
y muchos que lo ven pasan de largo, a veces ocupados en sus rezos.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Su nombre es el Señor y está desnudo, la ausencia de amor hiela sus huesos
y muchos que lo ven pasan de largo, seguros al calor de su dinero.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Con nosotros está y no le conocemos, con nosotros está, su nombre es el Señor.
Conclusión
Si alguien que se denomine cristiano sólo aparenta tener fe sin acompañarla de obras, se asemeja a la higuera que se secó y murió por no dar frutos. Cuando la persona aparenta lo que no es, se ha engañado a sí misma y le ha mentido a los demás. Se cree merecedor de la gloria celeste, pero no piensa que en el cielo jamás entrarán los hipócritas.
“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su paga” (Mateo 6:5)
“El fanatismo es a la religión lo
que la hipocresía es a la virtud”
Charles Palissot de Montenoy
Dramaturgo francés (1730-1814)