La Escuela del Papa Francisco
El diez de mayo del 2014 recibió el Papa a la escuela italiana, presidida por el Cardenal Bagnasco, presidente de
Inicia el papa Francisco su intervención con una declaración de amor a la escuela. Más interesante todavía por que la personaliza en una maestra de sus primeras letras. Este recuerdo del Papa me traslada a Don Julián Araúzo, arandino él. Me enseñó primeras letras, me enseñó respeto a los demás, especialmente a los ancianos, a las autoridades y al señor Cura. Autoridades que en aquel momento no le habían tratado justamente.
Para que un alumno se abra a la realidad tiene que tener maestros abiertos. “Los maestros son los primeros que deben permanecer abiertos a la realidad, con la mente siempre abierta a aprender. Porque si un maestro no está abierto a aprender, no es un buen maestro, y ni siquiera es interesante; los muchachos lo perciben, tienen <
Todos recordamos a los compañeros de escuela o de colegio. Cuando nos reunimos las anécdotas surgen de inmediato. En conjunto fueron años felices. Sin discursos aprendimos a convivir con los otros. Junto con la familia, la escuela forma el soporte de una buena educación: “Es un lugar de encuentro en el camino. Se encuentra a los compañeros, se encuentra a los maestros; se encuentra al personal asistente. Los padres encuentran a los profesores; el director encuentra a las familias, etc. Es un lugar de encuentro. Y nosotros hoy tenemos necesidad de esa cultura del encuentro para conocernos, para amarnos, para caminar juntos. Y esto es fundamental precisamente en la edad del crecimiento, como un complemento a la familia. La familia es el primer núcleo de relaciones: l relación con el padre, la madre y los hermanos s la base, y nos acompaña siempre en la vida. Pero en la escuela nosotros <
Insiste el Papa en otra idea fundamental: la educación nunca es indiferente. Por eso la presencia de católicos en la escuela es fundamental. No seamos ingenuos. En la escuela se siembra gran parte de la cosecha que recolectarán, un día, las personas. Y católicos que ejerzan.
La verdad, la bondad y la belleza estimulan el crecimiento. Son elementos entrelazados. Ante un monumento podemos aprender historia, arqueología, arte y religión si hay un buen maestro. “De esta manera cultivamos en nosotros lo verdadero, el bien y lo bello; y aprendemos que estas tres dimensiones no están jamás separadas, sino siempre entrelazadas. Si una cosa es verdadera, es buena y es bella; si es bella, es buena y es verdadera; y si es buena es verdadera y es bella, estos elementos juntos nos hacen crecer y nos ayudan a amar la vida, incluso cuando estamos mal, también en medio de los problemas. La verdadera educación nos hace amar la vida y os abre a la plenitud de la vida”.
La escuela, a través de los conocimientos, nos enseña multitud de valores y hábitos fundamentales: “Os deseo a todos vosotros, padres, maestros, personas que trabajáis en la escuela y estudiantes, un hermoso camino en la escuela, un camino que haga crecer las tres lenguas que una persona madura debe saber hablar: la lengua de la mente, la lengua del corazón y la lengua de las manos. Pero con armonía, es decir, pensar lo que tú sientes y lo que tú haces; sentir bien lo que tú piensas y lo que tú haces; y hacer bien lo que tú piensas y lo que tú sientes. Las tres lenguas, armoniosas y juntas”.