De ese fraile español, Fr. Chaparro, que ya vacunaba 30 años antes de que Jenner inventara la vacuna
por En cuerpo y alma
Y me refiero al desconocido fraile español Pedro Manuel Chaparro, de cuyo nacimiento e infancia poco sabemos salvo que discurrieron en el actual Chile, la Audiencia de Santiago para cuando a mediados del s. XVIII se producen. Uno de esos grandes españoles de ultramar o hispano-americanos, nacidos en los territorios españoles de allende Atlántico.
Tampoco sabemos mucho de su entrada a la Orden Hospitalaria de Juan de Dios. Sí que profesa como fraile juandediano en 1767 y que luego se matricula en la Real Universidad de San Felipe. Inicia sus estudios con el Dr. Nevin, para terminarlos con el Dr. Juan Ignacio Zambrano, licenciándose y doctorándose en 1772.
Es enviado nuevamente a Valdivia donde permanece dos años, y en 1775 se encuentra en Santiago. A raíz del fallecimiento del Dr. Zambrano, solicita se le nombre protomédico interino y médico titular del Hospital San Juan de Dios de Santiago. También concursa en la oposición para Profesor de la Cátedra Prima de Medicina en la Universidad de San Felipe, que no saca por estrecho margen. En 1778 presenta un plan de estudios de la medicina en cinco años, comenzando en el primer año por el estudio de la anatomía, e incorporando la anatomía patológica, idea que no se acoge hasta 1881 en los planes de la Escuela de Medicina. En el Hospital San Juan de Dios forma a varios médicos. Chaparro llegará a ser miembro de la Junta del Protomedicato y profesor de Filosofía en la Universidad de San Felipe.
Pero la gran aportación de Chaparro será el experimento de las inoculaciones de las pústulas de los variolosos para prevenir la viruela. Una práctica que lleva a la práctica incluso antes de ser médico y recién ingresado a la Orden en 1765, según relata en su “Descripción Histórico-geográfica del Reino de Chile” su coetáneo Carvallo y Goyeneche. Añade Pedro Lautaro Ferrer en su “Historia General de la Medicina en Chile” que “el sistema de las inoculaciones fue inventado en Chile por el Padre Chaparro, sin que a esa fecha se conociera en el país que dicho tratamiento se hubiera practicado en Europa”.
Como quiera que sea, el experimento se culmina con el éxito, ya de que diez mil inoculaciones practicadas, sólo se producirán cuatro muertes y la perfecta inmunización en el resto de los casos. Téngase en cuenta que una de las funestas consecuencias del contacto entre los seres humanos del Viejo Mundo y los del Nuevo es precisamente el contagio de enfermedades, entre las cuales una de las más devastadoras la viruela.
No se conoce el método utilizado por Chaparro, pero hay algunos datos en la obra “Inoculación de las Viruelas”, publicado en Lima en 1778 por Fray Domingo de Soria, fraile juandediano, que había trabajado con Chaparro en Valdivia. Lorenzo Quiñones, describirá en 1797 el método usado en el Perú, que debe de haber sido muy similar al utilizado por Chaparro, lo que hace con estas palabras:
“Mediante la ancha punta de una aguja o lanceta humedecida en el pus variólico se inserta ésta entre epidermis y dermis. También la aguja puede arrastrar un hilo de seda empapado en el pus entre dermis y epidermis”.
Se describe que, entre el 3º y 4º día de la inoculación, aparece una inflamación, con vesículas y pústulas, seguidas de malestar general, fiebre y aparición de una viruela atenuada en todo el cuerpo, de evolución sorprendentemente benigna y, de modo excepcional, grave y mortal. El proceso terminaba en quince a dieciséis días y dejaba inmunidad frente a la viruela.
Todo lo cual lleva a la práctica varios años antes de que Edward Jenner descubriera la vacuna contra la viruela, cosa que no hace hasta 1796, es decir, treinta y un años después de que Chaparro realizara sus rudimentarias inmunizaciones.
Ya desarrollada la vacuna de la viruela por Jenner, desde España se organiza en 1803 la “Real expedición filantrópica de la Vacuna” confiada al médico Francisco Javier Balmis. Como parte de esa expedición, Grajales llega a Chile en 1807, donde se encuentra que allí se vacunaba desde mucho antes, y que había vacunatorios en la Catedral, en la Casa de Huérfanos, en los hospitales San Juan de Dios y San Borja y hasta en la cárcel.
Chaparro tendrá también una faceta política. Cuando se producen las juntas de gobierno con ocasión del destierro de Fernando VII en Bayona, Chaparro integrará el Tribunal Superior de Gobierno. Aunque cuando se producen los acontecimientos que conducen a la independencia chilena Chaparro milita al principio entre los realistas, luego se acomoda a la nueva situación, y es elegido diputado al primer Congreso Nacional, donde permanece hasta el golpe de estado de Carrera en 1811 que termina con el Congreso.
Fray Pedro Manuel Chaparro fallece en 1811. No deja ningún escrito, pero en 1841 se publican unas recetas que le son atribuidas. Lamentablemente su figura deja escaso rastro y no existen calle u otro elemento urbano que lo recuerde en Santiago, y menos aún en España.
©L.A.
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