El olivo, símbolo de paz
Jaén: sus pueblos, sus costumbres, sus campos… (3ª entrega)
El Beato Manuel Lozano Garrido toma su pluma muchas veces en su vida para hablar de la Provincia de Jaén. La siente en lo profundo; desea para ella un resurgir humano, económico, espiritual… Valora sus costumbres y su arte. Pero descubre también sus posibilidades ocultas de mayor desarrollo. Es periodista que pisa el suelo, a pesar de no bajarse nunca de su sillón de ruedas. Palpa con sus manos inmóviles la realidad muchas veces dura de sus comprovincianos; ve en su ceguera las alegrías y los dolores de los giennenses… Deja constancia de ello en muchos de sus artículos. Hoy te presento la tercera entrega de una serie de ellos.
El olivo, símbolo de paz
Al “arañuelo” se le vence con riesgo y acrobacia
Vida Nueva, nº 154, 28 marzo 1954
LA ACEITUNA, ORO
Más de la tercera parte del aceite español lo rezuman, en exclusiva, esas inmensas cuadrículas que son los olivares del Santo Reino. El oro envasado de Jaén rueda por los caminos del mundo como una contribución a la fortaleza del hombre y un emporio de riqueza revierte sobre la Patria. Con sus treinta y tres millones de troncos oleícolas cualquier beneficio de cultivo en Jaén repercute sobre ese bolso grande de la Nación, que son las divisas.
Hoy por hoy, el enemigo público uno del olivar es un insecto minúsculo al que ya se ataca con sus posibilidades de extinción. Entre un olivo afectado por el “arañuelo” y otro limpio hay una diferencia de producción tan acusable como es la del mil por cien. No es de extrañar que el Estado acuse el impacto y colabore del modo más entusiasta, encarrilando los servicios y técnicas más eficaces. El avión, entre ellos, llega hasta las plantaciones más inaccesibles y, en consecuencia, el mal del aceite, acosado y herido, inicia ya un amplio repliegue mortal.
¿QUÉ ES EL ARAÑUELO?
El insecto que más daña la producción agrícola es el “liotrhips oleae” apenas una partícula negra del volumen de los parásitos humanos. Con una proliferación de dos generaciones por año, vive adulto en el invierno, haciendo blanco de su voracidad las hojas y la aceituna. Entre abril y octubre su actividad biológica se centra en la puesta de huevos, que realiza en rugosidades del tronco y sitios inasequibles, utilizando incluso la ayuda de otro insecto, “el barrenillo” que le perfora los orificios que él necesita.
Existiendo recursos tan fulminantes como los modernos insecticidas, es lógico que el “arañuelo” solo pueda ser atacado cuando ya se ha cumplido la recolección y antes de la puesta, o sea en el periodo de mes y medio que une ambas actividades. Apenas cumplidas las diez fechas de la recogida, es decir, a partir del 15 de Febrero toda la estrategia del combate se despliega para intentar una lucha sin cuartel. Los tratamientos tienden fundamentalmente a llegar al insecto con un espolvoreo de D.D.T. al cinco por ciento para tocar su sistema nervioso y conseguir la paralización y asfixia consiguiente. La misión se cumple a pie en extensiones mayoritarias, pero la avioneta ofrece la ventaja de impregnar zonas más dilatadas en menores espacios de tiempo.
EL CAMPO, AERÓDROMO
En sólo diez años la Jefatura Agronómica de Jaén ha zanjado la plaga en más de quince millones de olivos, la mitad casi de los que pueblan la provincia. El tratamiento iniciado estos días sumará otros cinco millones y medio que, unido a los anteriores, autorizan a un margen de optimismo. Diez campos de aterrizaje han sido improvisados en plena campiña, a lo más con una leve pasada de rulo. En grupos de tres o cuatro, catorce avionetas monoplazas se han asentado ya en ellos, iniciando su actividad en las horas climatológicas necesarias. Con el Ministerio de Agricultura colaboran dos empresas particulares con aparatos de distintas características. Los hay con dos planos de vuelo y motor de 450 HP, que les permiten una carga de 400 kilos de insecticida. Otros en cambio, con sus 150 HP y sus alas de un solo plano, transportan 230 kilos, que compensan con una mayor visibilidad.
ACROBACIA Y PELIGRO
La operación de ataque, por su riesgo y pericia, presenta todas las modalidades de un malabarismo acrobático, abundando los accidentes. Para que el árbol quede envuelto en la nube de polvo, la avioneta tiene que evolucionar a alturas no superiores a los cuatro metros. Entre tanto que pasa y repasa, un motor interior provoca cierto chorro de aire que arrastra al insecticida y estrecha los dominios del árbol hasta calar en sus profundidades. El espolvoreo alcanza una mayor efectividad cuando sorprende al insecto en plena evolución. De aquí que, y buscando cierta clarificación de ambiente y la ausencia de corrientes de aire, los vuelos se realicen en horas prefijadas, que suelen ser las del alba hasta las nueve de la mañana y posteriormente, desde las cinco de la tarde hasta la puesta del sol. En estas tres o cuatro horas una avioneta puede desperdigar hasta 5000 kilos de tratamiento, lo que posibilita la saturación de 250 hectáreas, o sea, unos 23.000 árboles.
A PIE
Los tres millones de olivos que complementariamente se atacarán a pie esta temporada lo realizaran por un sistema mecánico que consiste en un chorro lateral de aire lanzado por el motor que en parihuelas, llevan dos trabajadores. Durante la marcha los operarios balancean la carga, alcanzando consecutivamente una dirección de abajo a arriba, que satura todo el dominio de la plantación. En resumen, en este caso, sólo alcanza las ocho hectáreas, que suponen unos 720 troncos.
GASTOS
En números bastantes redondos se puede decir que la campaña la subvencionan el Estado y el agricultor a partes iguales. Cada uno suele aportar un gasto de 5’50 pts. por olivo y la eficacia se extiende hasta tres años después del tratamiento. Si se tiene en cuenta el balance tan positivo de la recolección, se comprenderá el gusto con que se hace el dispendio.