Vida en la macrofiesta del Arena
La tragedia del Madrid Arena la noche de Halloween me ha tocado muy de cerca. Varios jóvenes que conozco estuvieron en esa fiesta. No puedo evitar pensar que cualquiera de mis amigos podría estar muerto como las cuatro chicas: Katia, Belén, Cristina y Rocío. Todos los jóvenes que conozco que estuvieron en la fiesta son unas personas excelentes y las cuatro chicas fallecidas y sus familias han sido descritas por sus allegados con todo tipo de parabienes. En esa fiesta estaba representada toda la juventud. Una inmensa mayoría de jóvenes buenos mezclados con una panda de irresponsables y unos cuantos delincuentes. No olvidemos que en la fiesta se cometieron presumiblemente varios delitos como exceso de aforo, entrada de menores, consumo de drogas y alcohol, etc. No podemos evitarlo, es el mundo en el que se mueven los jóvenes y no se les puede decir que no lo hagan.
A parte de la tragedia hay un segundo aspecto que me cuestiona: ¿por qué los jóvenes necesitan ese modo de divertirse?, ¿qué buscan en ese modelo de ocio basado en los excesos?
Creo que hay algo muy atractivo para los jóvenes en el modelo "macro" (macrofiestas, macrobotellones…) Los jóvenes tienen un profundo deseo de comunión y de pertenecer a algo grande que es la consecuencia de una carencia. En este tipo de eventos quizá experimenten algo parecido a lo que buscan aunque sea efímeramente.
Creo que en la macrofiesta del Arena había mucha vida, a pesar de celebrarse una fiesta macabra que trata de reirse de la muerte y que interrumpió inesperadamente el zarpazo de la muerte.
Había mucha vida porque en esos miles de jóvenes late el deseo de algo grande.
Este 1 de noviembre pensé lo mismo que cuando el 22 de septiembre pasado pude ser testigo de los disturbios producidos a las 2 de la madrugada en el Paseo de la Florida tras el festival MTV Madrid Beach en Madrid Rio.
Alucinado e incrédulo por lo que veía (salí a la calle para asegurarme de que no se atacaba la iglesia parroquial) solo se me ocurrió pensar:
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