Una experiencia de evangelización
No es el poder ni es la fuerza, sino el Espíritu de Dios.
10 de abril de 2012 a las 6 de la tarde: estoy preparando un salón para recibir a unas 30 personas. He convocado un Seminario de Vida en el Espíritu, de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu. No se quién ni cuantos van a venir. Diez personas van a venir de otras parroquias a ayudarme a dar el Seminario además de un predicador de campanillas que, al final, por un error de agenda, no viene. Mientras preparo las sillas, para treinta, y dejo en manos del Señor todo, le pido: “Señor, por los menos 10, que no sean más los jefes que los indios”. A la hora prevista, después de la misa de la tarde, mientras los fieles besan la reliquia de San Antonio como todos los martes, paso, confieso que nervioso, a la sala para ver qué ocurre. No se pegan porque son educados pero no caben en la sala. Los paso a todos a la Iglesia. 120 personas, a muchos no los conozco, no son habituales. Estoy sorprendido. Como el predicador no viene yo mismo doy la primera enseñanza del Seminario: "Dios te ama". Arranco con un pasaje de Hechos de los Apóstoles y predico el Kerigma, improvisando. Antes el vicario parroquial y unos laicos han orado por mí, pidiendo al Espíritu Santo que sea El quién quebrante los corazones. Siete semanas después unas 65 personas han perseverado, han recibido una gracia muy especial de experimentar con mucha fuerza al Espíritu Santo y comenzamos un grupo de oración que se reúne todas las semanas. Esto es Nueva Evangelización en estado puro. Nuevo ardor, nuevas expresiones, nuevos métodos. Y por encima de todo la acción poderosa del Espíritu Santo. Por nuestra parte…, avisos en misa, tarjetas de invitación repartidas en la calle, unos cuantos carteles, un predicador que no viene y otro que improvisa sobre la marcha (no lo volveré a hacer salvo por exigencias del guión, cosa que por otro lado suele ser casi todos los días)
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