Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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El secretario personal de Don Marcelo se lo oyó narrar al que fue testigo directo del suceso

San Juan Pablo II, Don Marcelo y el Alcázar de Toledo

por Victor in vínculis

Hace bastantes años, allá por el 2007, impartía una conferencia sobre la persecución religiosa, en el verano de 1936, en la ciudad de Toledo, siguiendo las directrices que me enseñó monseñor Jaime Colomina: 

  1. Que, desde el martirio de Santa Leocadia en la Ciudad Imperial, en los primeros años del siglo IV, no se había vuelto a derramar sangre “por odio a la fe” hasta los días de la persecución religiosa.
  2. Que la gesta del asedio y liberación de El Alcázar había ensombrecido otro hecho, con iguales tintes de heroicidad, que fue la muerte martirial de 108 sacerdotes y religiosos asesinados en la ciudad de Toledo, en solo 61 días. 

Al finalizar la conferencia se me acercó un hombre que debía rondar los años 80. Era húngaro. Y me dijo:

-Mi abuela, en casa, todas las noches nos ponía de rodillas para rezar por la liberación de los defensores del Alcázar, yo debía tener como diez años. 

Las cosas que se leen, que conocemos en los libros de historia, impactan cuando conocemos a sus protagonistas. 

El asedio al Alcázar se estudió, durante generaciones, en las academias militares de medio mundo y, dado su valor humano, impactó a la opinión pública de las sociedades que tras la Segunda Guerra Mundial se oponían al comunismo. Por ejemplo, conocido es el caso de Ronal Reagan, 40° presidente de los Estados Unidos, que hizo una visita al Alcázar, y reconocía la grandeza de la estrategia del general Moscardó. Inocencio Arias en su libro «Los presidentes y la diplomacia» cuenta que, en una visita, el 9 de julio de 1981, del ministro de Exteriores de aquel momento, José Pedro Pérez-Llorca, el presidente Reagan le sacó el tema del Alcázar afirmando sobre Moscardó: 

-What a man! (¡qué hombre!). 

No solo aquel húngaro o un presidente de los EEUU, sino que el mismísimo san Juan Pablo II se interesó por la gesta del Alcázar que conoció por las estaciones radiofónicas que daban noticias constantes de lo que pasaba en Toledo en aquel verano trágico de 1936. 

Nos lo cuenta el que fuera secretario del cardenal Marcelo González Martín, don Santiago Calvo Valencia que además fue consiliario de la Hermandad de Nuestra Señora del Alcázar hasta el año 2018. Bajo estas líneas, don Santiago de espaldas después de haber presidido la Santa Misa, dirige la última oración ante la Virgen del Alcázar.

 

JUAN PABLO II Y LA LIBERACIÓN DEL ALCÁZAR DE TOLEDO 

El 16 de octubre de 1978 fue elegido Papa el cardenal Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, que tomó el nombre de Juan Pablo II. 

El día después recibió en el Vaticano a todos los Cardenales, que le fueron saludando personalmente. Al llegar el que era arzobispo de Toledo, cardenal Marcelo González, el nuevo Papa le saludó como antiguo conocido y con todo cariño le dijo: 

-Oh, Don Marcelo, arzobispo de Toledo, España. Yo hubiera querido ir a España varias veces, pero por motivos políticos no me fue posible. 

El Sr. Cardenal le respondió, sonriendo: 

-Santidad, lo que no pudo hacer de Cardenal, lo podrá hacer de Papa. Venga a España, Santidad, será muy bien recibido por todos, con la mayor alegría. 

-A ver si es posible, contestó el Papa y añadió: 

-Y Toledo... “l´alcasar” de Toledo... 

Y preguntó: 

- ¿Se conserva l´alcasar? 

-Santidad, repuso el Sr. Cardenal, el edificio fue destruido totalmente en el asedio, pero después lo han reconstruido. 

El año 1982 el Papa Juan Pablo II vino a España. Del 31 de octubre al 9 de noviembre la recorrió, de Norte a Sur y de oriente a poniente. 

El 4 de noviembre, fiesta de San Carlos, onomástica del Papa, al romper el alba salió en helicóptero de la Nunciatura de Madrid, acompañado por el Cardenal Marcelo González, hacia Guadalupe, en la provincia de Cáceres, Diócesis de Toledo. Hacia las 11 de la mañana salió el helicóptero de Guadalupe rumbo a Toledo. 

En un asiento, junto al Santo Padre viajaba el Cardenal Don Marcelo. Nada más subir, el Papa le dijo: 

-Ahora, Toledo, l´alcasar de Toledo. ¿Veremos l´alcasar?, preguntó. 

El Sr. Cardenal le respondió: 

-Santidad le veremos desde el aire y después cuando vayamos hacia la Catedral pasaremos muy cerca. No está en el programa de visitas a realizar. 

-En mi país, dijo el Papa, seguíamos cada día lo que pasaba en l´alcasar y rezábamos para que fueran liberados los que estaban sitiados. Fue un hecho heroico.

Verdaderamente fue un acto heroico, Santidad, le contestó de nuevo el Cardenal. 

Cuando ya se acercaban a Toledo, al sobrevolar un edificio grande, que podría ser el Hospital de la Virgen del Valle, el Papa mirando por la ventana, dijo: 

- ¿Es l´alcasar? 

Don Marcelo miró y le dijo: 

-No, Santidad, el alcázar le veremos muy pronto, pero por este otro lado. 

E inmediatamente le dijo: 

-Ese es el alcázar.  

- Oh... l´alcasar de Toledo, dijo el Papa. Levantó la mano derecha, dio la bendición y repitió moviendo la cabeza, con gesto meditativo: 

-L´alcasar de Toledo. Unos héroes... 

Cuando terminó el acto litúrgico, celebrado en el polígono industrial, y en el “Papamóvil” se iban acercando al casco histórico, al llegar cerca del río Tajo, el Sr. Cardenal señaló con el dedo índice de la mano derecha y dijo al Papa: 

-Ahí está el alcázar y un poco más abajo sobre la muralla estaba el convento en el que estuvo preso San Juan de la Cruz y ésa es la muralla por la que se escapó. 

El Papa comentó: 

- ¡Oh l’alcasar y San Juan de la Cruz!... 

- ¡Y ahí estaba la cárcel en que estuvo preso en Toledo y se escapó...! 

Y de nuevo dio una triple bendición, mirando al lugar por donde se descolgó San Juan de la Cruz, al alcázar y a Toledo. 

Lo escribo tal como lo oí contar muchas veces al Sr. Cardenal Don Marcelo González Martín, que era entonces el arzobispo de Toledo- Primado de España. 

Santiago Calvo Valencia

Canónigo de la S.I.C.P. de Toledo

 

Toledo, 22 de agosto de 2008

Bajo estas líneas, foto de ABC del 4 de noviembre de 1982, el Papa en la Plaza de Zocodover, lo más cerca que estuvo del Alcázar.

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