No os perdáis "El Estudiante"
por Rafa Cervera
Antes de iniciar, os vuelvo a comentar que no soy un experto en cine, pero que me gusta mucho el cine.
Hace una semana comentaba con Javier Belsa -casi ya tan aficionado a ReL como al RCD Espanyol- que quienes teníamos hijos adolescentes estábamos de enhorabuena con el tema del cine, pues en la cartelera había diversas películas con ideales muy altos. Por lo tanto, y aprovechándome de la licencia que me da el jefe de redacción, y prometo que no se hará costumbre, toco de nuevo un tema vinculado con el séptimo arte.
No se trata de ser maniqueo. Por supuesto que de muchísimas películas sin un trasfondo específicamente virtuoso se pueden sacar cosas muy buenas, pero está claro que, mientras antes siempre teníamos en cartelera algún film claramente inmoral, ahora contamos también con aquellas cintas, como El Estudiante, que buscan a corazón abierto promover valores tan importantes y tan maltratados desde muchos medios de comunicación como la fidelidad (TV3 ofrece a los catalanes una serie titulada Infidels en horario de máxima audiencia donde, obviamente, eso de “ser fiel a mi pareja hasta que la muerte nos separe” no queda muy bien situado).
Mis amigos de Soñar Despierto, con Xesco Domènech y el mimo Joan Pallàs a la cabeza, me invitaron al preestreno de esta película mexicana dirigida por Roberto Girault, que está en las salas españolas desde el pasado fin de semana.
La verdad, me esperaba contemplar una historia muy diferente en El Estudiante. Pensaba que la trama giraría mucho más alrededor de las peripecias del protagonista, Chano, un señor jubilado de 70 años que decide matricularse en la Universidad: si tendría problemas con las nuevas tecnologías, cómo reaccionaría ante clases virtuales o el power point, los exámenes tipo test…
Sin embargo, me encontré con que Girault va directo al grano. Quizá, estoy de acuerdo, su forma es muy sencilla, pero así no se le escapa un ápice el mensaje que quiere enviar. En un marco incomparable como Guanajuato, ciudad que tomó como hijo adoptivo a Cervantes, a raíz de que un santanderino, Eulalio Ferrer, donó una colección plástica cervantina admirable, Chano, cuyo parecido con Don Quijote es grande, se sirve de los valores del Caballero de la Triste Figura para reeducar el interior de sus jóvenes compañeros de clase.
¡Vaya lección! Un mexicano utilizando al personaje por excelencia de la literatura española para promover valores. El símil funciona perfectamente en el aspecto religioso: España evangelizó a aquellas tierras que descubrió Colón y ahora es América a quien pedimos nos ayude a realizar el proceso de reevangelización española.
La historia acaba bien, puede que hasta demasiado bien. Pues todos los jóvenes se ven arrastrados por los principios de Chano y encauzan sus vidas. Pero no podíamos esperar otra cosa del joven director mexicano, pues el aire de la película tenía que mantenerse quijotesco.
En resumen, ¡no dejéis de ver El Estudiante por tres razones!
1) Os gustará y mucho.
2) Si tenéis hijos, sobrinos o nietos adolescentes, llevadlos. La película da para abrir un debate interesantísimo sobre temas que muchas veces cuesta afrontar: respeto por la novia/o, relaciones prematrimoniales, aborto, drogas…
3) No dudéis en apostar por la gente que se lanza al ruedo y lo deja todo por transmitirnos unos valores en los cuales, a pesar de todo, creemos. ¿Qué nos cuesta apoyarlos comprando una entrada para pasar 90 minutos estupendos? Si estos valientes proyectos editoriales, de cine, televisión o multimedia acaban por funcionar económicamente, inversores y empresarios verán que vale la pena apostar por ellos, creando un efecto multiplicador del cual todos saldremos muy beneficiados.
Hace una semana comentaba con Javier Belsa -casi ya tan aficionado a ReL como al RCD Espanyol- que quienes teníamos hijos adolescentes estábamos de enhorabuena con el tema del cine, pues en la cartelera había diversas películas con ideales muy altos. Por lo tanto, y aprovechándome de la licencia que me da el jefe de redacción, y prometo que no se hará costumbre, toco de nuevo un tema vinculado con el séptimo arte.
No se trata de ser maniqueo. Por supuesto que de muchísimas películas sin un trasfondo específicamente virtuoso se pueden sacar cosas muy buenas, pero está claro que, mientras antes siempre teníamos en cartelera algún film claramente inmoral, ahora contamos también con aquellas cintas, como El Estudiante, que buscan a corazón abierto promover valores tan importantes y tan maltratados desde muchos medios de comunicación como la fidelidad (TV3 ofrece a los catalanes una serie titulada Infidels en horario de máxima audiencia donde, obviamente, eso de “ser fiel a mi pareja hasta que la muerte nos separe” no queda muy bien situado).
Mis amigos de Soñar Despierto, con Xesco Domènech y el mimo Joan Pallàs a la cabeza, me invitaron al preestreno de esta película mexicana dirigida por Roberto Girault, que está en las salas españolas desde el pasado fin de semana.
La verdad, me esperaba contemplar una historia muy diferente en El Estudiante. Pensaba que la trama giraría mucho más alrededor de las peripecias del protagonista, Chano, un señor jubilado de 70 años que decide matricularse en la Universidad: si tendría problemas con las nuevas tecnologías, cómo reaccionaría ante clases virtuales o el power point, los exámenes tipo test…
Sin embargo, me encontré con que Girault va directo al grano. Quizá, estoy de acuerdo, su forma es muy sencilla, pero así no se le escapa un ápice el mensaje que quiere enviar. En un marco incomparable como Guanajuato, ciudad que tomó como hijo adoptivo a Cervantes, a raíz de que un santanderino, Eulalio Ferrer, donó una colección plástica cervantina admirable, Chano, cuyo parecido con Don Quijote es grande, se sirve de los valores del Caballero de la Triste Figura para reeducar el interior de sus jóvenes compañeros de clase.
¡Vaya lección! Un mexicano utilizando al personaje por excelencia de la literatura española para promover valores. El símil funciona perfectamente en el aspecto religioso: España evangelizó a aquellas tierras que descubrió Colón y ahora es América a quien pedimos nos ayude a realizar el proceso de reevangelización española.
La historia acaba bien, puede que hasta demasiado bien. Pues todos los jóvenes se ven arrastrados por los principios de Chano y encauzan sus vidas. Pero no podíamos esperar otra cosa del joven director mexicano, pues el aire de la película tenía que mantenerse quijotesco.
En resumen, ¡no dejéis de ver El Estudiante por tres razones!
1) Os gustará y mucho.
2) Si tenéis hijos, sobrinos o nietos adolescentes, llevadlos. La película da para abrir un debate interesantísimo sobre temas que muchas veces cuesta afrontar: respeto por la novia/o, relaciones prematrimoniales, aborto, drogas…
3) No dudéis en apostar por la gente que se lanza al ruedo y lo deja todo por transmitirnos unos valores en los cuales, a pesar de todo, creemos. ¿Qué nos cuesta apoyarlos comprando una entrada para pasar 90 minutos estupendos? Si estos valientes proyectos editoriales, de cine, televisión o multimedia acaban por funcionar económicamente, inversores y empresarios verán que vale la pena apostar por ellos, creando un efecto multiplicador del cual todos saldremos muy beneficiados.
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