Vida devota
por Juan del Carmelo
El 24 de enero pasado, celebramos la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Fue este fue un santo, cuya espiritualidad ha creado un camino para llegar al Señor, con entidad propia. Hay santos y santas que dejan tal huella en sus escritos, que uno piensa que en ellos se ve claramente, que estos santos eran y son los instrumentos de los que Dios se valió y se vale, para dejarnos a los demás una perenne e impecable doctrina, de cómo hemos de vivir, los que estén interesados en este tema se sobreentiende, las verdades reveladas por el Señor.
Ejemplo de estos santos los tenemos en, los llamados Padres de la Iglesia y posteriormente, en San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Ignacio de Loyola, San Alfonso María Ligorio, y más modernamente Santa Teresa de Lisieux, y Santa Teresa benedicta de la Cruz, más conocida por su nombre mundano que era Edith Stein. Y es que el Carmelo teresiano, siempre ha sido un árbol, que nunca ha parado de dar frutos espirituales a la Iglesia, porque este árbol siempre ha estado y sigue estando regado, por el agua del amor al Señor y a la Virgen del Carmen, de todos los que a él se sienten vinculados.
San Francisco de Sales (15671622), Doctor de la Iglesia, nació en el Castillo de Sales, residencia de su familia, situado en la alta Saboya. Desde niño, tuvo una clara vocación religiosa. A los 13 años viajó a París para estudiar con los jesuitas, y después en el mismo Paris, fue a la Universidad, de allí pasó a la de Padua estudiando Derecho y Teología. Se ordenó sacerdote en 1593, y en 1602 a la muerte del obispo de Ginebra, pasó a ocupar la sede vacante, en el que ya era obispo auxiliar. Anteriormente en la región de Chablis feudo de los calvinistas, había conseguido la conversión de estos, escribiendo de día hojas para difundir el catolicismo y de noche las metía por debajo de las puertas. Por esa razón, se le reconoció como "patrono de los periodistas".
Nuestro santo, era en su interior muy dado a la ira, y sin embargo como fruto del dominio de su tendencia a la ira, tenía un carácter dulce y bondadoso. Por ello es conocido como el santo de la amabilidad y también como el dulce obispo de Annecy localidad en la que residió, dado que Ginebra era un bastión de los calvinistas, que no permitían que allí, residiese un obispo católico. En su vida religiosa fue constante en la lucha frente a los calvinistas, y sus doctrinas acerca de la predestinación de las almas. En la autopsia, que se le efectuó, se dice que al sacarle la hiel la encontraron 33 piedrecitas, señal de los esfuerzos tan heroicos que había tenido que hacer, para vencer su temperamento tan inclinado a la cólera y al mal genio y llegar a ser el santo de la amabilidad.
Con su abundante correspondencia alentó y guió a innumerables personas que necesitaban de su ayuda. Entre los que dirigía espiritualmente estaba Santa Juana de Chantal que ocupaba un lugar especial, entre las personas que con él se relacionaban, buscando ayuda para sus vidas espirituales. San Francisco la conoció en 1604, cuando predicaba un sermón de cuaresma en Dijón. Ambos crearon la orden de la Congregación de la Visitación en 1610, y esta orden fue el resultado del encuentro de los dos santos.
El libro, más señalado de su extensa obra es la "Introducción a la Vida Devota" que lo escribió, partiendo de las notas que el santo conservaba, acerca de las instrucciones y consejos enviados a su prima política, la Sra. de Chamoisy, que se había confiado a su dirección. San Francisco se decidió, en 1608, a publicar dichas notas, con algunas adiciones y empleando el nombre de Filotea para referirse a su prima. El libro fue recibido como una de las obras maestras de la ascética, y pronto se tradujo en muchos idiomas.
Para San Francisco de Sales, el alma ha de caminar hacia su salvación con verdadera devoción y amor al Señor. Cada uno debería esforzarse por ser piadoso y “es un error, hasta herejía” sostener que la piedad es incompatible con cualquier estado de vida. Dios nos ha colocado a cada uno de nosotros, en una diferente posición de orden social, económico, intelectual y con unas distintas capacidades y posibilidades. Y de acuerdo con nuestra situación personal en este mundo, hemos proceder en el desarrollo de la prueba de amor a la que estamos sometidos en este mundo. En las lecturas correspondientes al día 24 de enero del Libro de las Liturgia de las Horas, día de la festividad de San Francisco de Sales, se encuentran unos párrafos que a continuación vamos a transcribir.
En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas, que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforma a su calidad, estado y devoción.
La devoción insisto, se ha d ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno.
Dime, te ruego mi Filotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir, entregados a la soledad al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia como un religioso; por el contrario estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una total devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado o inadmisible?
Y, con todo, esta equivocación absurda es lo más frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino todo lo perfecciona y completa y si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción.
La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y tan frescas como las ha encontrado. Lo mismo y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece.
Del mismo modo que algunas piedras preciosas bañadas en miel, se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin perder su propio color, así también el que a su propia vocación junta la devoción, se hace más agradable a Dios y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea más leal y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección.
Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes, de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa, no puede ser ejercida en estos oficios y estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar. Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.
El libro de la “Introducción a la vida devota”, es una obra maestra de psicología, moral práctica y sentido común, cuya lectura ayudará mucho a las almas que se introduzcan en esta lectura. En la primera parte, se ayuda al alma a liberarse de toda inclinación o afición al pecado; en la segunda, le enseña cómo unirse a Dios por medio de la oración y los sacramentos; en la tercera, la ejercita en la práctica de la virtud; en la cuarta, la fortalece contra la tentación; en la quinta le enseña cómo formar sus resoluciones y perseverar.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS. Isbn. 978-84-611-79101.
- ¿Qué espera Dios de ti? Glosa del 271210.
- Trato con Dios. Glosa del 311210