El padre Michel a punto de ser expulsado de Thiberville
por Marcelo González
Mons. Nourrichard puso un plazo límite: el 20 de Febrero
El padre Francis Michel durante la Misa Tridentina
Según ha publicado Perepiscopus, Observatorio de los Obispos de Francia, durante una entrevista mantenida entre el padre Michel y el obispo de Èvreaux Mons. Nourrichard en la última semana del mes pasado, éste le ha exigido que abandone Thiberville antes del 20 de Febrero. En los papeles la parroquia ya no existe, aunque en los hechos viva hasta el día de hoy.
¡Qué sufrimiento padecerá el padre Michel por estas horas, teniendo que elegir entre obedecer una orden inicua y entregar a los lobos el rebaño que tan amorosamente ha pastoreado estos últimos 23 años, o mantenerse firme, contra la legalidad pero junto a su pueblo!
Quizá pueda hallar sosiego en estos versos del Salmo 36:
Resolvió el impío en su corazón obrar el mal,
no hay temor de Dios ante sus ojos.
Porque ha obrado dolosamente en su presencia;
por lo cual se ha hecho más odiosa su maldad.
Las palabras de su boca son injusticia y fraude;
no quiso entender para obrar el bien.
¡Cuán grande es, oh Dios, tu misericordia!
Los hombres se cobijan al abrigo de tus alas.
Despliega tu misericordia a los que te conocen,
y tu justicia a los que tienen corazón recto.
Que no me toque el pie del orgulloso,
ni me haga vacilar la mano del impío.
Porque el año pasado, luego del primer fallo de la Signatura Apostólica, el obispo Nourrichard lo amenazó con la suspensión Ad Divinis si no dejaba su parroquia. Amenaza que no se hizo efectiva porque el mismo tribunal le concedió una reconvención con efecto suspensivo. Pero ahora, agotada las últimas instancias, parece seguro que Mons. Nourrichard volverá a las andanzas.
La actitud del obispo de Èvreaux es de una gravedad inusitada por las consecuencias que puede tener sobre los fieles de Thiberville, que ilustraremos con un relato que el querido padre Leonardo Castellani publicó en su libro Fábulas Camperas, bajo el título "Mandar Mal".
. . .
Un jinete llevó a abrevar a la yegua que montaba a un río de montaña durante el verano, cuando sus aguas corren ladera abajo como un ariete. El animal entró por obediente, pero pronto comenzó a tener problemas con la arena fangosa del fondo y con la velocidad del agua, además de que el salitre contenido en ella le impedía beber.
¡Bebé, animal imbécil! le gritó el imprudente jinete; mientras la yegua se debatía por salvar su vida y la de aquél, que no se había dado cuenta del peligro.
Ya fuera del agua, el jinete no tuvo mejor idea que castigar a su cabalgadura mientras le decía: ¡Qué animales son estos animales!. Pero la yegua, que como todo animal de fábula hablaba, le contestó: ¡Pero estos hombres son más brutos que nosotros!
Pasado unos momentos y luego de hacer la paces, el jinete pretendió instruirla con estos versos:
El que está sujeto a otro
nunca tuvo suerte blanda,
pero su soberbia agranda
el rigor de que padece.
Obedezca el que obedece
y será bueno el que manda.
Mande bien el que está arriba
si de Dios quiere hacer caso,
si de Dios es como el brazo,
no haga a Dios aborrecible,
pues si manda lo imposible,
reventó la yegua el lazo.
. . .
Toda paternidad humana es imagen de la Paternidad Divina, de la cual procede y a la que debe su autoridad. Por eso cuando un superior abusa, corre el riesgo de "hacer a Dios aborrecible" a los ojos de sus subalternos. Cuando un padre maltrata a sus hijos, genera en ellos una imagen falsa de Dios Padre. Cuando un párroco es injusto con sus feligreses, fomenta en ellos el odio a Dios. Ni qué hablar cuando de un obispo se trata.
Por eso, la actitud de Mons. Nourrichard en el caso de que tratamos, es extremadamente peligrosa y a expuesto al Santo Padre al resentimiento de los fieles de Thiberville. Porque la autoridad de Dios en la Iglesia, está mediada por el Vicario de Cristo en su condición de Sumo Pontífice. Por eso los católicos, aún en las peores circunstancias, conservamos siempre la esperanza de que en él se pueda hallar finalmente justicia. Esta percepción es la que debe haber impulsado al redactor del comunicado que se leyó el domingo pasado durante las misas, en la tierra del "don Camilo" francés, a incluir la siguiente frase:
"... desde que las instancias romanas y no el Papa, confirmaron el decreto de supresión de nuestra parroquia. (*)
Roguemos al Señor para que ilumine al Papa Benedicto XVI a fin de que tome este penoso caso en sus propias manos, más allá de la Signatura Apostólica y más allá de la letra del Derecho Canónico, cuya aplicación literal muchas veces es puro fariseísmo. Sobre todo en una época en que hay innumerables sacerdotes y obispos que actúan como verdaderos herejes sin que nadie los llame al orden públicamente, para desmerecimiento de la Justicia de la Iglesia.
Porque aquí, no solamente está en juego el prestigio de la Santa Sede, se trata nada menos que de la salvación de las almas.
(*) Parece que los feligreses de Thiberville esperan algo del Papa. El domingo pasado, se leyó en todas las misas un comunicado para informar a los fieles que el dinero que aportaron a lo largo de 2010 se ha enviado a la parroquia de Notre Dame de Charentonne (de la que dependen canónicamente desde los cambios introducidos por el obispo), al final se lee:
"Deben saber que en lo sucesivo no tendremos autonomía financiera, el dinero colectado será enviado a la parroquia ND de la Charentonne, desde que las instancias romanas y no el Papa, confirmaron el decreto de supresión de nuestra parroquia."
Fuente: Página Católica
Mi comentario: Todo está dicho. El Papa debe intervenir para evitar que bajo forma de legalidad se cometa esta terrible injusticia y se violente el espíritu del Motu Proprio Summorum Pontificum.