Sagrado Corazón de Jesús.
Signo del Sicómoro para los tiempos que vivimos.
Ya no se habla del "signo de los tiempos". ¿Qué esto? de una forma sencilla, el signo de los tiempo es aquello que caracteriza el momento socio-cultural que nos ha tocado vivir. Durante el desarrollo del Concilio Vaticano II y años posteriores, fue muy frecuente hablar de este signo de los tiempos. El arzobispo Rino Fisichella, lingüista, teólogo y profesor italiano, nos habla de este signo en esta certera reflexión:
Se denominan signos de los tiempos todos los acontecimientos históricos que logran crear un consenso universal y que permiten la comprensión de las etapas fundamentales de la historia de la humanidad. La expresión "signos de los tiempos» aparece por primera vez en Mt 16,4 (Lc 12,54-56), donde Jesús invita a la perspicacia y a la atención constante al Reino de Dios. En nuestros días, la fortuna de esta expresión se debe al papa Juan XXIII, que, con fuerza profética, volvió a proponer su significado original, En el documento de convocatoria del concilio Vaticano II, el papa afirmaba: " Haciendo nuestra la recomendación de Jesús de saber distinguir los signos de los tiempos, creemos descubrir, en medio de tantas tinieblas, numerosas señales que nos infunden esperanza sobre el destino de la Iglesia y de la humanidad». A partir de este documento, otros pontífices han recurrido con frecuencia a esta expresión, codificada por el Vaticano II sobre todo en el documento Gaudium et Spes (4, 11, 44). Con los "signos de los tiempos", la Iglesia expresa ante todo el cambio en sus relaciones con el mundo: ella no quiere compartir el anuncio de los diversos profetas de desventuras, sino que, basándose en el Evangelio y en la resurrección, anuncia en la historia la presencia de verdaderos signos positivos que pueden ser catalizadores de cambio para todos.
¿Qué mejor catalizador que la presencia del Corazón de Cristo entre nosotros? Leamos lo que nos indica Cristo en los Evangelios para comprender que son estos signos:
"En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿Cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo." (Lc 12, 54-59).
¿Por qué nos negamos a explorar este momento que vivimos? ¿Qué caracteriza esta segunda década del siglo XXI? La impresionante potencialidad de una comunicación ubicua, que nos impide comunicarnos unos con otros. No nos comunicamos debido al ruido que hay constantemente en la sociedad, en los medios de comunicación y dentro de la Iglesia. Este ruido nos lleva a gritar constantemente. Nos lleva a generar enfrentamientos entre nosotros. ¿Por qué? Porque es la única forma de que las otras personas puedan prestar atención a lo que decimos. El enfrentamiento llama, pero al mismo tiempo, destruye. Doy fe de ello. Enfrentarnos destroza la obra de Dios. En la comunicación social abundan las mentiras, falsedades, medias verdades, etiquetado malicioso y enfrentamiento directo. ¿Cómo evangelizar en esta situación? Con frecuencia, somos un anti-testimonio vivo de Pentecostés.
¿Cómo salir de esto? Simplemente, es imposible salir de este pozo con nuestras fuerzas. Llevo muchas décadas evangelizando en las redes. Más o menos desde el final de los años ochenta del siglo pasado. Tengo claro que este post será ignorado con indiferencia por la mayoría de las personas que lo lean. ¿Por qué? Porque no sirve para elevarse en el ruido que nos rodea. Más bien quisiera impulsar el silencio sagrado que nos permite trabajar unidos. Pero esto es indiferente. Si sólo llega a una persona y le ayuda a que crezca la Esperanza en el o ella, es más que suficiente.
En el Evangelio de San Lucas que he compartido, se señala claramente el problema que padecemos. Nos dedicamos a llenar los medios con ruido. Ruido que hace inaudible la voz de Dios y además, nos impide discernir con claridad los signos de los tiempos. No somos capaces de ver más allá del enfrentamiento y nuestra obsesión con convertirnos en segundos salvadores, hoy llamados también "Influencers". Lo triste es que los medios católicos caigamos en esto. No señalaré los productores de ruido, ya que esto no nos lleva a ninguna parte. Permítanme señalar justo lo contrario: al Logos de Dios que nos ofrece el Agua Viva. Sólo Él tiene Palabras de vida eterna. Sólo cuando nos reunimos en su Nombre, Él está en medio, interna y externamente, de nosotros.
Dejemos de restarnos unos a otros y demos la oportunidad a que se multiplique el Pan vivo, que es Cristo. Sólo Él hace posible que la suma de lo escaso se convierta en multiplicación. Como sucedió cuando unos pocos panes dieron de comer a una multitud. ¿Tenemos algo que nos enfrenta a nuestro hermano? Hagamos lo que Cristo indica: "Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él". Dos hermanos, trabajando unidos por el Espíritu Santo, multiplican la presencia de Dios por mil. Dos hermanos, enemistados y con recelo entre ellos, hacen que Dios nos reclame los talentos desaprovechados y tirados a la basura.
El Espíritu Santo ¿Qué hace en nosotros? Actúa como el picador de frutos de sicómoro. ¿Picador de frutos de sicómoro? ¿Qué es eso? Es un símbolo mostró en septiembre del año 2002, el entonces Cardenal Ratzinger. Lo hizo en el discurso de cierre del congreso "Parábolas como mediadoras en la comunicación". El fruto del sicómoro no es comestible por el ser humano, a no ser que se le haga un corte adecuado, en el momento adecuado. Los picadores de frutos eran importantes en los tiempos de hambre. Este símbolo indica cómo el sustrato socio-cultural puede reconducirse hacia Dios. Un fruto poco apetecible puede transformarse en comestible y alimentarnos, por la acción del Espíritu. Nosotros podemos colaborar y ser el filo que conduzca los signos de los tiempos hacia Dios.
Esto, humildemente, intento realizar desde este insignificante blog. ¿Enfrentamientos? No sirven para nada. Son humo que nos ciega. Trabajar por la comunicación limpia de Dios con nosotros, nos llena sentido y hace que la Esperanza no se apague. Aunque nadie lea este blog ni le confiera relevancia alguna, algún fruto de sicómoro podrá adecuarse, si Dios lo quiere. Él controla las mareas del mundo. El Corazón de Cristo nos señala el camino, abramos la puerta de nuestro ser.