A las 11.20, a pesar de que la niebla ha obligado a desviar otros vuelos con destino en el aeropuerto compostelano de Labacolla, ha aterrizado el avión que trae a Benedicto XVI a España en su segunda visita a nuestro paÃs, tras la que giró en junio de 2006 a la ciudad de Valencia para el V Encuentro Mundial de las Familias.
A pie de pista le han recibido los PrÃncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, junto con el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. También se encontraban en el aeropuerto, entre otras autoridades, el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, el de Fomento, José Blanco, y el embajador de España ante la Santa Sede y ex alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, quien se arrodilló al saludar a Benedicto XVI.
Recibieron al Papa el cardenal Antonio MarÃa Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, y un buen número de cardenales y obispos españoles.
Tras descender del avión y ser cumplimentado por Don Felipe, se escucharon los himnos del Vaticano y de España, tras los cuales el público asistente, donde abundaban las banderas del Vaticano y de Galicia, vitoreó al PontÃfice y a España.
En sus palabras de bienvenida, el PrÃncipe destacó Galicia y Cataluña como representativas de «la belleza, la diversidad y la hospitalidad de nuestras tierras», y ensalzó la importancia del Camino de Santiago (Premio PrÃncipe de Asturias de la Concordia 2004) y su universalidad: «Promueve valores y abre los espÃritus», afirmó Don Felipe y las peregrinaciones a Compostela constituyeron «el primer proyecto europeo».
En su respuesta, Benedicto XVI, agradeció sus palabras, «eco entrañable de los sentimientos de afecto al sucesor de Pedro en estas nobles tierras». «El hombre está siempre en camino y en búsqueda de la verdad», dijo el Papa, y la Iglesia le acompaña en ese camino «hacia la plenitud de su propio ser». La misión de la Iglesia es «ser presencia de Cristo, que se ha hecho para nosotros justicia, santificación y redención. Por eso me he puesto en camino, para confirmar en la fe a mis hermanos. Vengo como peregrino. Traigo el mismo amor a Cristo que movÃa al apóstol Pablo a emprender sus viajes, llegando también a España», proclamó el Papa.
Benedicto XVI recordó que la labor secular de los peregrinos se ha plasmado en hospitales, monasterios y realizaciones marcadas «por la huella indeleble del Evangelio».
Como parte de esas raÃces cristianas que se forjaron al calor del camino, el Papa recordó «el templo de la Sagrada Familia, donde se refleja toda la grandeza del espÃritu humano que se abre a Dios», y recordó a algunos de los santos que ha dado España, como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o San Francisco Javier.
«También yo quisiera ayudar a España y Europa a edificar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, la libertad y la justicia para todos, empezando por los más pobres y desvalidos. Una España y una Europa preocupadas también de las necesidades espirituales y religiosas, exigencias genuinas del hombre, porque sólo asà se trabaja eficaz e Ãntegramente por él», dijo el Papa.
Benedicto XVI concluyó su intervención con unas palabras en gallego, y a continuación se retiró con los PrÃncipes para mantener con ellos un encuentro privado.