Nacida en Alemania en 1944, Gabriele Kuby es una de las principales intelectuales en la lucha por la familia frente a los ideólogos de género. Socióloga y de formación marxista, experimentó e impulsó los cambios sociales y sexuales surgidos de la Revolución de 1968.
Tras la ruptura de su matrimonio, Kuby se convirtió al cristianismo y desde entonces ha consagrado su vida a derruir los postulados de la ideología de género, comenzando con la publicación del best seller La Revolución Sexual Global.
Invitada al XI Congreso de Familias y Docentes Católicos organizado por la Fundación Educatio Servanda, Kuby afirmó este sábado en su ponencia, titulada La familia: el Arca de Noé en medio del diluvio de género, que “nos encontramos en una revolución de arriba abajo y un clasismo cultural que se han apoderado de Occidente y que siguen avanzando contra Jesucristo”.
Inaugurado y clausurado por el presidente de la fundación, Juan Carlos Corvera, el congreso contó con ponencias del obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, y del obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla. También del juez Emilio Calatayud sobre la ley del Menor, la citada de Gabriele Kuby sobre las leyes de género y de Federico de Montalvo y Manuel Martínez-Sellés sobre la ley de Eutanasia. Asimismo, una mesa redonda en la que participaron Óscar Rivas, Alicia Delibes, Gregorio Luri, Marta Martín y Antonio Amate analizó la nueva ley de Educación.
La familia, atacada como nunca antes
En el comienzo de su ponencia, Kuby afirmó que “la familia está siendo atacada como nunca antes lo había estado en todos los niveles”. Este proceso le lleva a pensar que “la batalla por la familia es la más importante de nuestro tiempo”, como “escribió Lucia Dos Santos en su carta al cardenal Carlo Caffarra: `La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia´, y cualquiera que luche por ello será atacado y perseguido”.
Los congresos de familias y educadores católicos convocados por la Fundación Educatio Servanda congregan a cientos de personas. Otros años, presencialmente. En esta ocasión, en un formato "on line".
Tras un breve recorrido por la historia de la familia, explicó cómo “estas estructuras han sido cambiadas por estrategias políticas en la última mitad de siglo, y aún siguen alterándose”. Afirmó que “la presión por aceptar estas nuevas normas es inmensa”, advirtiendo de que “aferrarse al sentido común en nuestros días puede llevar a quedarnos solos en nuestros trabajos, entre nuestros amigos o en la misma familia”.
La agenda de los poderosos
La célebre socióloga recordó que no estamos ante un proceso casual: “Debemos enfrentarnos al hecho de que la ruptura de la familia es la estrategia de la agenda global de los poderosos de este mundo”, entre quienes se encuentran “una red global de grandes actores de la política las finanzas y los medios de comunicación. Podemos asumir que lo que está pasando es lo que ellos quieren que pase”.
Esta hostilidad a la familia forma parte de la “Revolución Sexual Global”, con la cual encuentra algunas consignas comunes: “La satisfacción de las necesidades sexuales de cualquier manera, la destrucción de la institución aburguesada del matrimonio, promover la pederastia, el fomento de la masturbación infantil y la pornografía o legalizar el asesinato de los no nacidos”.
Los católicos ante la revolución sexual
Las consecuencias de estos postulados, explicó Kuby, comienzan a ser visibles: “La disolución de la identidad, individuos desarraigados incapaces de ofrecer resistencia, una generación abandonada o la reducción de la población o la persecución del caos social como pretexto de un nuevo totalitarismo”.
Llamó la atención sobre el papel de los católicos ante esta situación: “Los cristianos estamos dormidos y confiamos en que nuestro estatus social es mayoritario, pero realmente está disminuyendo: cientos de miles dan la espalda a la Iglesia cada año, porque la luz de la verdad se está oscureciendo”.
Los ideólogos de la Revolución
En la revolución estudiantil de mayo de 1968 –considerada por Kuby como el momento decisivo para el desarrollo de estas ideas– se experimentó “el cambio de una cultura monógama como pilar de la familia y protegida por la ley a una cultura que sancionaba a la gente que mantenía los valores básicos morales que sostenían a la familia”: “Los ideólogos más poderosos y activos de esta revolución sexual fueron Simone de Beauvoir, que animó a las mujeres a `escapar de la esclavitud de la maternidad´ y Alfred Kinsey, al que admiran como padre de la sexología y que abusó sexualmente de bebés para tratar de demostrar que los niños necesitan ser introducidos en la satisfacción sexual”.
Pero no fueron los únicos. Michel Foucault “realizó prácticas sexuales perversas, al ser un pedófilo que violaba a las jóvenes sobre las tumbas de los cementerios”, y “para Judith Butler el tabú del incesto debía ser abolido”.
Incoherencias de la ideología de género
Kuby concluye que “todos estos pioneros de la revolución sexual vivían en un abismo de perversión” y que “usaron su poder intelectual para adaptar el mundo a sus apetitos sexuales, desprovisto de cualquier restricción moral”. Un orden social que “es vendido al mundo como bueno bajo la bandera de la tolerancia, la igualdad, la libertad y la no discriminación”.
También llamó la atención sobre el conflicto entre feministas y transgénero: “Las feministas que luchan por la supremacía de la mujer tienen un problema, ya que si para la ideología de género ser hombre o mujer es irrelevante, ¿por qué luchar por el poder y las cuotas de las mujeres?” Y señaló la contradicción de que se permita a las jóvenes "arruinar y mutilar su cuerpo pero no conducir o beber alcohol”.
Una revolución
Considera que todo ello es parte de “una revolución de arriba hacia abajo que conduce hacia una sociedad totalitaria. El clasismo cultural se ha apoderado de Occidente y sigue avanzando, contra la historia, contra la razón, la ciencia y contra Jesucristo”: “Algo que se basa en una mentira antropológica debe convertirse en totalitario y no puede soportar que ninguna voz diga que esto es mentira”.
Esta revolución es para Kuby “provocada por las élites que llaman Derechos Humanos a sus demandas, y su objetivo es claro: la reducción de la población mundial”.
Congreso de educadores católicos de la Fundación Educatio Servanda, celebrado este 17 de abril. La intervención de Gabriele Kuby, en inglés, tiene lugar a partir del minuto 3:04:35.
“El paso hacia un nuevo totalitarismo ha recibido una aceleración sin precedentes durante la pandemia del coronavirus. De la noche a la mañana, hemos perdido nuestros derechos”, en un proceso en el que se han empleado “estadísticas poco transparentes y una agenda de vacunación para la población mundial con efectos secundarios mortales y un impacto a largo plazo desconocido”.
Un modelo con esperanza, futuro y que es viable: Hungría
Sin embargo, Kuby considera que hay esperanza frente a la revolución sexual global: “La gran mayoría de la población sigue viviendo según el modelo familiar de un padre y una madre que priorizan las necesidades de sus hijos, que no está obsoleto, sino que además tiene un futuro próspero”.
Considera que “hay una reacción en Europa”, citando el ejemplo de Hungría: “Se han atrevido a fortalecer la familia en contra de la agenda de la Unión Europea”, con medidas como “la protección del derecho a la vida desde la concepción, los préstamos para la puesta en marcha de la familia y el apoyo a la propiedad; reducción progresiva de impuestos por niño hasta una exención total o fomentar la educación familiar frente a la educación sexual”.
Unas medidas que hacen de la cultura de la vida un modelo viable: “En este país, los divorcios se han reducido en un 25%, se ha duplicado el número de matrimonios y el número de hijos por mujer ha pasado de 1,23 a 1, 5”.
Una llamada a la acción
La autora de La Revolución Sexual Global concluyó su ponencia llamando a la acción: “Necesitamos que los padres vayan a los colegios y se aseguren de que no se adoctrina a sus hijos. Que construyan redes familiares para apoyarse los unos a los otros. Que refuercen la identidad de sus hijos, que los enseñen a usar las nuevas tecnologías y hagan lo posible para proteger sus almas de la pornografía. Que fomenten la amistad real en lugar de la virtual, y que les eduquen para la batalla cultural, confiando en el poder de una nueva generación que puede cambiar el curso de la historia”.
Y sentenció: “Los poderes del maligno para destruir a la familia no están en el lado vencedor. La verdad es que han elegido el camino de la destrucción, y se les ha vuelto en su contra. El matrimonio y la familia son el plan de Dios que hizo al hombre a su imagen y semejanza. Dios bendecirá y protegerá a los hombres, mujeres y niños que están comprometidos a cumplir el plan de Dios de amor a toda la humanidad, que no solo es la clave para un futuro viable, sino que también es la clave para la felicidad en nuestra vida”.