Durante los últimos tiempos, asistimos en diversas partes del mundo y de una forma particular en España a un incremento del índice de suicidios, algo que es especialmente notable entre los jóvenes. A qué se debe esto, cuáles son las señales de alarma o qué debemos hacer ante la intuición de que alguien a nuestro alrededor quiere acabar con su vida son algunas de las cuestiones que debemos tener en cuenta para poder dar un giro inmediato a esta difícil situación. La periodista Marta Peñalver aborda este tema en la Revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.
En todo el mundo los suicidios se cobran más vidas que las guerras y los homicidios juntos. En España representan la primera causa de muerte no natural, por encima de los accidentes de tráfico. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, 10 personas se suicidaron al día en España en 2016.
Estos datos son especialmente preocupantes cuando hablamos de los jóvenes, ya que el suicidio es la segunda causa de muerte, tras los tumores. La cultura del suicidio que se asienta al legalizar la eutanasia o el suicidio asistido añade más desconcierto en esta etapa que maximiza las emociones.
En los últimos años se han viralizado en internet retos como el de la Ballena Azul o el de Momo, que a través de pruebas e indicaciones de perfiles anónimos en redes sociales incitan a los adolescentes al suicidio.
Además, se han puesto de moda series como Por 13 razones que, según los expertos, inducen a los jóvenes a pensar que ante situaciones difíciles la única salida es acabar con su propia vida. Estos fenómenos sociales alientan la cultura del suicidio y contribuyen al efecto contagio.
Desde la Fundación Belén, que ayuda a padres con hijos con problemas, aseguran que hoy “el comportamiento suicida se promueve desde todas las vigencias sociales al imponer un materialismo que no puede llenar el ansia de absoluto de los jóvenes”. Y esto, unido a su incesante deseo de agradar a los demás, provoca en ocasiones un estado de ansiedad que lleva a muchos jóvenes a menospreciar su vida.
Algunos mitos
Ser capaz de reconocer los factores de riesgos y los síntomas característicos de este mal es clave para adelantarnos, en caso de que alguien a nuestro alrededor esté barajando acabar con su vida. Y en primer lugar, debemos desterrar ciertos mitos que se han extendido.
Según la Fundación Salud Mental de España para la prevención de los trastornos mentales y el suicidio, una de las creencias más comunes es que preguntando a una persona si está pensando en suicidarse, se puede incitarle a hacerlo. Al contrario, está demostrado que hablar sobre las intenciones o los pensamientos suicidas disminuye este riesgo.
Tampoco es cierto que la persona que habla sobre acabar con su vida nunca lo hará. De hecho, la mayor parte de las personas que han intentado suicidarse, previamente expresaron su intención con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta.
También existe la creencia de que solo las personas con problemas graves se suicidan, cuando realmente la magnitud de un problema depende en gran parte de la percepción de cada persona, y por lo tanto, lo que para uno es un problema mínimo para otra persona puede suponer un verdadero infierno.
Otro de los mitos es que solo se suicidan personas enfermas o con problemas mentales. Sin embargo, la mayoría de las personas que quieren acabar con su vida son personas en pleno uso de sus facultades, pero que se encuentran con situaciones de profundo sufrimiento, dolor o aflicción que no se ven capaces de superar.
Alertas a los síntomas
En cuanto a los factores de riesgo, se ha demostrado que entre los adolescentes lo que más afecta es su círculo más cercano: familia y amigos. Sentirse traicionado, minusvalorado o humillado por el grupo al que pertenecen (como se da por ejemplo con el bullying) puede desencadenar estos sentimientos.
También factores como la baja tolerancia a la frustración, típica de esta etapa, la ingesta de alcohol y otras sustancias, o haber sido víctima de un suceso traumático aumentan las posibilidades de que el adolescente desarrolle estos sentimientos suicidas.
Esto no es más que un cuadro previo, que en cada persona se puede manifestar de manera diferente. Por ello, además de estar atentos a los factores de riesgo es imprescindible detectar los síntomas que con mayor frecuencia podemos observar en los jóvenes que tienen intenciones suicidas.
Desde la Fundación Belén explican que estas personas experimentan “una tristeza profunda y en muchos casos una depresión”, y señalan que además “suele darse un abandono de todo cuidado corporal y espiritual (dejan de comer, de ducharse, de hablar, en ocasiones se autolastiman)”. Además, es común que surja en ellos un “deseo de soledad, con rechazo abierto a toda compañía”.
También son típicas las expresiones negativas sobre sí mismos o sobre su futuro: “No valgo para nada” o “esta situación no va a mejorar nunca”. Las frases de despedida o la verbalización expresa de sus intenciones suicidas son otra señal a tener en cuenta.
Buscar ayuda
Ante la sospecha de que nuestro hijo o allegado está pensando en el suicidio, desde la Fundación Belén no dudan: hay que “solicitar ayuda inmediata de un psiquiatra, un psicólogo o incluso un sacerdote”. De la mano de estas personas, y siempre con el apoyo de su entorno, el joven puede recuperar la ilusión por vivir y rechazar estas ideas que han surgido en su interior.
Y, sobre todo, es importante no caer en el “a mí esto no me va a pasar” o en “son cosas de adolescentes”. Ante un problema tan grave es fundamental estar atentos y actuar a tiempo para cuidar a quienes se encuentran en esta encrucijada.
5 claves para prevenir el suicidio
1. Propiciar un entorno familiar que transmita confianza y seguridad.
2. Conocer y estar pendiente de las amistades de nuestros hijos, así como de su actividad en redes sociales.
3. Detectar el llamado síndrome pre-suicida, que se da cuando los síntomas son más claros. Una comunicación fluida te ayudará a reconocer esta etapa.
4. No desestimar las intenciones suicidas de tu hijo en caso de que haya manifestado esta intención verbalmente.
5. Además de expertos, es importante que si tu hijo está en esta situación, también se sienta comprendido por su familia e iguales.
¿Dónde encontrar ayuda en España?
Teléfono de la Esperanza: 717 003 717.
Fundación Salud Mental España para la prevención de los trastornos mentales y el suicidio: o 91 083 43 93.
Prevensuic: Prevención del Suicidio. La primera app en español para prevenir el suicidio: www.prevensuic.org