El Congreso de los Diputados decidió este martes aprobar la tramitación de la ley de la eutanasia con 201 votos a favor y 140 en contra. Y lo hizo precisamente en la Jornada Mundial del Enfermo, que además es la festividad de la Virgen de Lourdes, profundamente vinculada a la enfermedad.

La aritmética parlamentaria hace casi segura la inminente legalización de la eutanasia en España, todo ello mientras los profesionales médicos se quejan de la ausencia de una ley de cuidados paliativos y de un verdadero impulso para ayudar a decenas de miles de pacientes que no reciben esta atención.

Los datos dicen que unas 60.000 personas que necesitarían atención paliativa en España no la reciben. Con unos buenos cuidados paliativos la petición de eutanasias caería hasta casos muy contados.

La respuesta de los cuidados paliativos

De hecho, el doctor Jacinto Bátiz, experto en cuidados paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce, explicaba a ReL recientemente que “durante 25 años he atendido a personas al final de la vida y he aplicado los cuidados paliativos. Muy pocos pacientes me han pedido la eutanasia. Cuando lo han hecho y les he preguntado por qué, me han dicho que lo que no quieren es sufrir y vivir con ese sufrimiento. Yo les he ofrecido todo lo que he dicho anteriormente para aliviar su sufrimiento y ya no lo volvieron a pedir más”.

Encarna Pérez tiene una larga trayectoria en el ámbito de los cuidados paliativos

Ahora es otra experta en este tema, la enfermera Encarna Pérez Bret, que trabaja en el centro de cuidados paliativos Laguna de Madrid, la que entra en este debate abierto sobre eutanasia y cuidados paliativos.

En una entrevista con la revista Ecclesia, afirma que “hace mucha falta clarificar” pues “la gente, cuando pide eutanasia, no sabe lo que pide. Necesitamos  aclarar qué son los paliativos: una buena atención que las personas necesitan al final de la vida”.

"Es un grito al cielo"

Según explica, Encarna Pérez, “empatizamos con el sufrimiento y nos mueve, pero tenemos tolerancia cero con él. A los sanitarios nos pasa igual, y a veces parece que la mejor solución para atajar el camino es quitar la vida, pero el camino son los cuidados paliativos”.

De hecho, preguntada si en algún caso puede ser entendible pedir la eutanasia la respuesta pasa de nuevo por los cuidados paliativos. “Una persona puede desear la muerte con un sufrimiento insoportable, y yo misma pediría morir. En esas condiciones no puedo vivir. Hay 60.000 personas que no reciben paliativos en España y los necesitan: es un grito al cielo de que no es posible que los tengamos en esas consecuencias”.

También responde para casos que no son mortales sino crónicos. “Ahí hay que ver el soporte fami­liar y el sentido trascendente y exis­tencial de la vida. Una persona que no lo tenga puede decirse que para qué estar enfermo. Estamos en una sociedad utilitarista en la que si estoy al cien por cien de mis capacidades, pues perfecto, y cuando tengo alguna deficiencia o discapacidad me quiero morir, no quiero depender ni que me cuiden. En esos momentos, las perso­nas necesitan, sobre todo, soporte. He conocido gente que al inicio de una ceguera decía que quería morir, por­que es un drama. Pero esa persona, 30 años después, es feliz y con muchas limitaciones. Cuando una persona le quita la vida a otra en el ámbito de la eutanasia le viene a decir: «tu vida no tiene sentido, no me importa». El que comete la eutanasia está siendo indiferente ante la vida de esa persona. Y si en cambio le decimos: «Tu vida es impresionante y tiene un valor increíble, voy a ver de qué manera te podemos ayudar», eso es lo que nos ayuda ante el sufrimiento o la indefensión de una persona. En nuestra sociedad hay un gran contrasentido. Por una parte, el Estado es benefactor y me obliga a ir con cinturón y casco. Por otra, cuando estoy muy enferma, me quita la vida”, agrega esta enfermera.

La importancia de la dimensión espiritual

Por otro lado, Encarna Pérez destaca la importancia de la dimensión espiritual para un paciente de cuidados paliativos. “Los pacientes, al final de la vida, echan la vista atrás y piensan ‘qué he hecho en la vida’. En ocasiones tenemos que dar gracias, otras arrepentirnos. Tuve una paciente que, con 30 años, abandonó a tres hijos. Con 90 años, su mayor angustia era contactar con ellos, pedirles perdón… y lo conseguimos. Otras veces fomentamos escribir una carta. Personas ateas, como tal, no me he encontrado ninguna, sí gente que duda, agnóstica. La fe ayuda mucho, a no ser que vean a Dios como juez y no como padre. Por eso, el papel de un capellán ayuda mucho”.

Por otro lado, otra preocupación añadida para el personal sanitario es la posible obligatoriedad de practicar eutanasias. Esta enfermera asegura que “si aprobaran la eutanasia tendríamos la objeción de conciencia, pero no sólo individual. Estuve en un congreso de la Asociación Española de Bioética. Un jurista argumentaba que si una entidad es responsable jurídica y paga como tal sus impuestos, debería poder ser objetora de conciencia. Y poder decir que en su centro no se va a cometer eutanasia”.