La crisis demográfica que vive Occidente es un problema de primera magnitud al que deben enfrentarse los Estados pero al que no se da respuesta. No hay hijos, cada vez hay más ancianos, y el sistema económico y social en el que se han sustentado estas sociedades se viene abajo.
Alejandro Macarrón, uno de los grandes expertos sobre el invierno demográfico, ha realizado recientemente un análisis del año 2017, al que ha calificado de “annus horribilis” a nivel mundial. Los nacimientos se han desplomado aun más el pasado año y en muchos países, como España o Italia, ya mueren miles de personas más de las que nacen.
Un cambio de mentalidad
Raffaella Mascherin, madre de 10 hijos y durante años presidenta junto a su marido Giuseppe de la Asociación Nacional de Familias Numerosas de Italia conoce también perfectamente esta situación, y alerta de la necesidad de un plan transversal, no sólo económico, para impulsar la maternidad y la familia. Es algo mucho más que dar ayudas a las familias. Es necesario un cambio de mentalidad, y sobre todo reconocer el papel central que tienen las familias y los hijos en una sociedad.
Raffaella Mascherin y su marido Giuseppe Butturini, llevan muchos años volcados en la ayuda a las familias
En una entrevista en La Croce Quotidiano, Mascherin reflexiona sobre este enorme reto y habla de su experiencia como madre, activista profamilia y también como consultora de Familia.
Lo primero, fortalecer el matrimonio
En primer lugar, considera ella, para que haya hijos debe existir una familia estable y fuerte. Este es el primer elemento a reforzar. Se dio cuenta de esto en sus años al frente de la Asociación Nacional, cuando “las parejas a menudo se nos acercaban en privado para contarnos sus dificultades como pareja y aquí empezamos a preguntarnos cómo podríamos ser de ayuda”.
Fue así como acabó siendo consultora de familia, una figura no muy extendida. Su labor era “acompañar a la pareja y la familia con técnicas de escucha, empatía y comunicación en todo lo que concierne a la parte socioeducativa. Una intervención, por tanto, que no se produce en el momento de la división, sino antes: facilitar la resolución a partir de las pequeñas dificultades de comunicación desde las primeras etapas de la vida de la pareja y, más tarde, de la familia”.
Un recurso para el país
Acerca de la importancia de las familias numerosas, Raffaella Mascherin afirma que “a la sociedad le va bien si la familia está bien y si las familias fuertes crean sociedades fuertes, debemos ser conscientes de que somos un recurso para el país. Hacer esto es una misión que se debe llevar a cabo, de modo que se sepa que las familias numerosas (cuando existen condiciones de serenidad: bienestar de la pareja y de los niños) también son un recurso como experiencia de felicidad”.
Y pone un ejemplo: “cuando una mujer queda embarazada el cuerpo produce las hormonas de la felicidad, las endorfinas; no es casualidad que veamos una transformación también en la cara que hace a la mujer más bella”.
Acabar con la mala imagen de la maternidad
Pese a ello, asegura ella, en los medios de comunicación se acaba vendiendo otra imagen de la maternidad y también de las familias con hijos. Lo que trasciende y acaba calando es que “la maternidad es un problema; tener familia es pesado; tener hijos es difícil porque vivimos en una cultura compleja; el Estado no ayuda a las familias con hijos, tener un hijo es un lujo: el niño empobrece… y envejece. Aquí, entonces, es complicado transmitir el mensaje de que tener un hijo significa generar felicidad.
Sin embargo, Raffaella habla también de las ventajas pedagógicas y sociales de formar familias numerosas: “cuando una persona joven no ha tenido la oportunidad de tratar con hermanos, sus habilidades relacionales son menores, lo que no es el caso de las familias numerosas en las que sus hijos tienen una ventaja sobre sus relaciones y habilidades sociales”.
Además, esta madre de 10 hijos recuerda que la soledad es uno de los grandes problemas de hoy en día en todos los niveles. Desde los jóvenes, como el fenómeno del “hikikomori”, niños y adolescentes que viven encerrados en su habitación y sólo se “relacionan” a través de las redes sociales; hasta los ancianos que viven cada vez más solos.
Las habilidades adquiridas en las familias numerosas
“Es importante y urgente hacer saber que los niños criados en familias numerosas tienen habilidades sociales más avanzadas que los niños que crecieron sin hermanos, y estas características son indispensables en el mundo laboral. Las habilidades blandas son, de hecho, aquellas habilidades transversales que se resumen en capacidad para relacionarse, confrontarse y organizarse en el mundo del trabajo; habilidades que ahora se buscan en todos los candidatos que buscan trabajo y solicitudes en casi todas las profesiones”, explica esta mujer.
También habló de medidas concretas de ayuda a la familia. En el ámbito político casi todas se están centrando en ampliar, abaratar o dar gratis el servicio de guardería. Ahí acaba todo. En su opinión, “la familia necesita presencia, los hijos necesitan la presencia del padre y de la madre. Si queremos que haya familias y niños sanos es necesario que volvamos a darnos cuenta de lo fundamentales que son los primeros años de vida con la presencia de la figura materna de una manera muy particular. Así que multiplicar las guarderías no es la solución mejor porque muchas de las madres que he conocido estarían encantadas de quedarse en casa con sus hijos”.
Renta de maternidad
Por ello, Raffaella apuesta por otra vía que pasa por “reconocer el trabajo de las madres que se quedan en casa con sus hijos”. Y habla concretamente de una “renta de maternidad”. Ella considera que así “habría muchas más madres dispuestas a abrirse a la vida, y estoy seguro de que habrá otra visión de la maternidad”.
“Es un gran problema que tenemos que resolver ahora. ¡Es inútil hacer como en China, donde es el Estado el que decide cuántos hijos debo tener! Obviamente, todo esto debe hacerse con respeto por el amor de la persona: no forzamos a las mujeres a ser madres a tiempo completo si no lo sienten, pero les damos a las mujeres la opción a las madres que quieran serlo, porque ahora no tienen otra opción. El Estado debería garantizar la libertad de elección de las madres y, en cambio, con el paso del tiempo, se ha obligado también aquí a hacer la política del hijo único”, denuncia esta madre y activista profamilia.
Por último, Raffaella Mascherin habló de las rupturas familiares al asegurar que “estamos en una sociedad donde existe la mentalidad de ‘desechar’ y ciertamente ya no existe la idea de que si una familia dura tiene valor. La comunión que se alcanza en una pareja a nivel emocional, psicológico y sentimental en las uniones duraderas no se puede imaginar hasta que se da. Es como sucede en una familia numerosa: mientras no estás en ella, te asusta, pero luego ves todo lo positivo”.