El matrimonio Campos sabe lo que es ser presionados para abortar. No les pasó una vez sino que durante todo el embarazo en varias ocasiones los doctores les insistieron en que abortasen, pues su hijo venía "defectuoso".
Ese bebé destinado a morir se llama Oliver Benjamín, tiene cinco años y está completamente sano. Si hubieran sucumbido a las presiones este niño no hubiera nacido. Por ello, este matrimonio ha querido compartir su experiencia en Salvar el 1:
Que un diagnostico médico no te lleve a quitar una vida
Cuando se descubre una enfermedad grave en un ser querido nuestra reacción natural es luchar para salvar la vida de esa persona, pero en el caso de los bebés no nacidos nuestra sociedad se ha deshumanizado a tal punto que la solución ante problemas de salud durante la gestación es un aborto.
Hace 12 años mi esposo y yo nos casamos y una de nuestras primeras decisiones como esposos fue dedicar nuestros primeros 5 años de matrimonio al servicio de Dios, sin tener hijos. Cinco años después, le dijimos a Dios que deseábamos tener a nuestro primer bebé y quedé embarazada justo después de orar a Dios por nuestro primogénito.
El médico me confirmó que estaba embarazada un viernes y el sábado tuve dolores en el vientre y hemorragia, fuimos a la emergencia del hospital en donde me evaluaron y me hicieron un ultrasonido. No me permitieron ver la pantalla cuando realizaron el ultrasonido pero mi esposo sí podía verla y en la imagen él vio algo pequeño en forma de semilla de frijol y dijo: “¡Ése es mi bebé!”. Y le contestaron: “No puedo decirle nada”.
Después de las evaluaciones en el hospital me dijeron: “El producto viene defectuoso, te recomendamos que abortes y para el dolor estamos listos para darte morfina, no estamos seguros de que haya vida, toma esta pastilla para abortar”. Mi esposo y yo nos negamos a hacerlo y sin tomar ningún medicamento, decidimos irnos del hospital. Al salir de allí hablé con mi hermano en Guatemala ya que él es médico y él me pidió que le enviara todos los resultados de las pruebas que me hicieron y, tras verlos, me dijo: “El bebé es muy pequeño aún, esperemos dos semanas, acuéstate y no te levantes por dos semanas, luego ve a un ginecólogo”.
A las dos semanas fui con un ginecólogo quien me confirmó que estaba embarazada y por primera vez pudimos escuchar el corazón de nuestro bebé latir muy fuerte.
A los 5 meses de embarazo el ginecólogo solicitó varias evaluaciones y dos semanas después me dijeron: “Todos los exámenes muestran que el feto viene mal, su espalda no ha cerrado, tiene varias señales de traer Síndrome de Down y tú tienes más de 30 años entonces hay más riesgo, por otro lado, es un varón. Y como mi esposo estaba conmigo dijeron su recomendación era que abortáramos”.
Yo estaba tratando de asimilar todo lo que me decían. Dije: “puede ser que yo no esté entendiendo el inglés”. No dije nada, sólo escuchaba, pero mi esposo de inmediato dijo: “No vamos a abortar”. Los médicos le contestaron: “Si quieren estar seguros podemos hacer una amniocentesis con el riesgo de que el feto muera en el examen”. y mi esposo dijo: “¿qué logramos con ese examen?”. Contestaron: “Confirmaremos que el niño viene con Síndrome de Down y otros problemas”. Y mi esposo de inmediato contestó: “No necesito confirmar nada, porque no vamos a abortar. Y después de eso nuestro ginecólogo dijo: “Si tendrán al bebe no importando su condición, de ahora en adelante nos enfocaremos sólo en el embarazo”.
"¡Dios es maravilloso!"
Desde antes de engendrar a nuestro primogénito habíamos decidido ponerle “David” si teníamos un varón, pero al saber que nuestro hijo podría nacer con tantas situaciones y Síndrome de Down mi esposo decidió llamarlo como él, “Oliver”, para que nuestro hijo y todo el mundo supiera que estaba muy orgulloso de él, y decidió ponerle como segundo nombre “Benjamín” para que el bebé supiera que era nuestra alegría no importando su condición.
Después de 9 meses de oración, de depender por completo de Dios y de muchas pruebas, el 2 de octubre del 2012 de forma natural nació nuestro primogénito, Oliver Benjamín, completamente sano. Y aunque ya pasaron 5 años, al compartirlo, corren mis lágrimas como si fuera ayer. ¡Dios es maravilloso! Y hasta el día de su concepción supimos que Dios nos había dado, ¡un hijo sano! Hoy en día nuestro Oliver tiene 5 años, es un pequeño adorador que ama a Dios con todo su corazón y además quiere ser científico.
No permitas que lo inesperado y abrumador de un diagnóstico médico te haga tomar una decisión a la ligera; siéntate, respira, ora, pide consejo, evalúa y toma la decisión de dar vida y no de quitar una vida. Porque Dios no te da una prueba más grande que tus fuerzas y tus propias posibilidades. Mi esposo y yo sin un buen seguro médico y muchas otras situaciones estábamos listos para recibir a nuestro hijo, porque teníamos la seguridad de que si Dios le daba vida a él y a nosotros era porque esa era nuestra misión y podríamos hacerlo juntos.
NO abortes, decide DAR VIDA.