Poco después de publicar Pablo VI la encíclica Humanae Vitae en 1968 surgieron múltiples y agresivos ataques a la doctrina sobre familia y matrimonio que contenía.
A menos de dos meses de su aprobación, solo siete cardenales expresaron su apoyo sin fisuras a Pablo VI reafirmando que los métodos anticonceptivos no son lícitos. Tanto entonces como a día de hoy, no pocos prelados de la Iglesia en Alemania pusieron en duda las enseñanzas del documento.
En el reciente Diccionario de sexo, amor y fecundidad (Didaskalos) se han dado cita 200 doctores, catedráticos, teólogos, profesores y médicos encabezados por José Noriega -catedrático del Pontificio Instituto Juan Pablo II- y el matrimonio Ecochard, para expresa la postura católica con claridad, firmeza, concreción y profundidad. Ofrecen, aseguran, "descifrar el enigma de la sexualidad según el designio del Creador".
Carlos Granados, coordinador de la edición española, señala que la oposición de Pablo VI a la anticoncepción fue un paso histórico y profético. "La respuesta de Humanae vitae es una confrontación con la modernidad", explica a ReligionEnLibertad.
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Hay al menos cuatro aspectos proféticos de los que alertó el documento, que hoy señalan los expertos con la perspectiva que da el paso de los años.
1º La autoridad del documento: es la Ley de Dios, no opiniones papales
Uno de los aspectos fundamentales en torno a la validez del mensaje de Humanae Vitae es que directamente "no admite excepciones", en palabras de San Juan Pablo II. En el Diccionario, Augusto Sarmiento remarca que tanto la doctrina que rodea "al acto matrimonial y la sexualidad humana" como a "la moralidad" de la píldora RU486 "ha sido muchas veces expuesta por el magisterio" y Pablo VI no hace sino reafirmarlo: "La norma por Nos reafirmada no es Nuestra, sino que deriva de la Ley de Dios".
En este sentido, este exconsultor del Consejo Pontificio para la Familia y consultor de la Comisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, destaca que esta doctrina no solo es firme por su autoridad pontificia, sino que está "inscrita en la naturaleza" y "contenida también en la Revelación".
Del mismo modo, afirma que la norma de Humanae Vitae "compromete la consciencia de todos los miembros del pueblo de Dios" y se trata de "una decisión de magisterio de la cabeza de la Iglesia cuyas directivas deben ser seguidas", según expresó el teólogo Ferdinando Lambruschini, al presentar la Humanae Vitae.
Recuerda, por último, la denuncia emitida al respecto por San Juan Pablo II en 1988, cuando afirmó que "someter [Humanae Vitae] a discusión equivale a negar a Dios mismo la obediencia de nuestra inteligencia" y a "preferir la luz de nuestra razón a la luz de la Sabiduría, cayendo así en la oscuridad del error y terminando por atacar otros puntos fundamentales de la doctrina cristiana". Por ello, concluye Sarmiento en base al Papa polaco, la obediencia a la encíclica "no admite excepciones".
2º La anticoncepción, una "distorsión" del acto sexual
Renzo Puccetti, médico internista, profesor de Bioética en la Universidad Católica de Roma y de la Regina Apostolorum, aborda de lleno el mensaje sobre la anticoncepción contenido en Humanae Vitae y la cuestiona en todas sus variantes. Al estar destinada a "impedir la concepción de una nueva vida", explica que "todos los métodos químicos o mecánicos" anticonceptivos no solo "vulneran el carácter procreativo de la unión", sino que "distorsiona la naturaleza misma del acto sexual" y "lo contradicen".
"Recurrir a la anticoncepción para tener una unión sexual sin procreación muestra que el acto sexual es instrumentalizado" y "acreditar tal comportamiento como lícito significa discernir la moralidad de los actos utilizando un filtro consecuencialista que hace que la moralidad de los actos descienda de las motivaciones que mueven a realizarlos", aspecto denunciado posteriormente por Juan Pablo II en Veritatis Splendor.
Semejante argumento emplea para confirmar el rechazo de Humanae Vitae a la píldora RU-486 (con un efecto anticonceptivo post-coital, y a veces abortivo), ya que aunque pudiese parecer que esta "no cambia la naturaleza del acto sexual", con ella se da una anticoncepción "aprovechando los mecanismos anovulatorios o espermicidas de los productos postcoitales".
El "Diccionario de sexo, amor y fecundidad" es una "obra de referencia" y "sin precedentes" en torno a la moral conyugal y matrimonial católica que puedes conseguir aquí.
3º Las amenazas a los "significados" del matrimonio
A lo largo del Diccionario, son numerosos los especialistas que profundizan en el significado de la unión conyugal en relación a los "bienes y fines" del matrimonio. En este sentido, se afirma que "la relación entre el acto sexual y la reproducción humana, lejos de ser accidental, es sustancial", ya que "todo el proceso de la respuesta sexual humana está naturalmente dirigido a hacer posible la procreación".
Sin embargo, la responsable del análisis sobre la Unión íntima conyugal y responsable directa del Diccionario Isabelle Ecochard destaca el "fuerte vínculo" que Pablo VI llama a "no modificar" entre unión de los esposos y procreación, ya que "el horizonte de la unión íntima conyugal va mucho más allá de su expresión anatómica y de todas las complejidades de su fisiología. Vivida en el amor, la unión íntima es el gesto donde el don total y la recepción de otro se expresan plenamente".
En este sentido, Ecochard se refiere a la unión conyugal no solo como "fuente y base" del matrimonio y la familia, sino que esta lleva también a "una apertura a una tercera persona y también al Espíritu Santo, que se da a ellos a través de Su amor".
Por ello, alerta de tres amenazas que pesan sobre esta unión:
-Olvidar el designio de Dios: "La primera amenaza es su banalización, lo que nos remite nuestra sociedad a lo largo de las imágenes y enseñanzas que se dan a los jóvenes. Conocemos las repercusiones de esta banalización sobre las parejas, las familias y los jóvenes: rupturas, violencias, infidelidad y sexualidad deshumanizadora".
-Agresiones a su carácter unitivo: "Las parejas deterioran el sentido unitivo cuando las viven sin una voluntad de compromiso, sin una promesa de fidelidad, sin elegir por horizonte el carácter definitivo de su pareja. En verdad ya no pueden llamarse uniones. Por este hecho dejan de ser castas".
-Agresiones a su carácter procreativo: "Desde hace alrededor de un siglo, los métodos para evitar un embarazo o para ayudar a la concepción de un hijo son cada vez más sofisticados y están publicitados ampliamente. Todos los métodos químicos o mecánicos vulneran el carácter procreativo de la unión. Solo lo preservan los métodos naturales de regulación de nacimientos. La pareja que los utiliza acepta modificar su comportamiento sexual para no tener que modificar el sentido profundo de sus uniones".
4º La anticoncepción y otros lejanos orígenes de la ideología de género
El Diccionario incide también en la dimensión pública y social del matrimonio, los hijos y la familia y matiza siguiendo a Pablo VI que si la sexualidad conyugal tiene un profundo "significado público", la anticoncepción se caracteriza por ser "in-política".
Así, el Director del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan sobre la Doctrina Social de la Iglesia y del Boletín de Doctrina Social de la Iglesia, Stefano Fontana destaca la dimensión de sociedad y sociabilidad presente en la relación matrimonial y de la que, por el contrario, carecen los actos homosexuales ya que "solo" la apertura a la vida "saca a los dos de su individualidad y los une".
Es en este sentido cuando Fontana habla del "carácter in-político de la anticoncepción" y su valoración negativa por parte de la Humanae Vitae, ya que "corroe la sociabilidad en lugar de producirla y requerirla", además de "abrir la puerta a la homosexualidad y la ideología de género". "La anticoncepción introduce la técnica en el amor humano y lo transforma en técnica. Así, el cuerpo es despojado, hasta el punto de desechar el vestido del hombre y la mujer", explica.
Tras una profunda y completa explicación del proceso que ha llevado a los mayores ataques contra la familia y el matrimonio, Fontana denuncia la "paradoja de un ámbito privado cada vez más invadido por lo público" en el que los hombres, según profetizó la Humanae Vitae, "llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y reservado de la intimidad conyugal".
Las políticas de las Naciones Unidas en torno a la anticoncepción, esterilización masiva y abortos en cooperación con los gobiernos y ONG internacionales o el proyecto post (o trans) humanista son solo un ejemplo de ello, explica.
Por ello, Fontana concluye con un implacable alegato a la encíclica de Pablo VI a la comunidad y las autoridades: "No permitáis que se degrade la moralidad de vuestros pueblos, no aceptéis que se introduzcan legalmente en la célula fundamental, que es la familia, prácticas contrarias a la ley natural y divina".