Nueve de cada diez niños con síndrome de Down son ya abortados en Occidente. Hay países como Islandia que presumen de que en su territorio ya no nacen estos bebés. En otros como en Dinamarca sólo nacieron 18 niños con trisomía 21 en todo 2019. Van camino del exterminio.
Además de la falta de concienciación, uno de los grandes enemigos de los síndrome de Down son los distintos sistemas nacionales de salud, donde no sólo se favorece el aborto de estos niños sino que en muchos casos los padres se sienten presionados a ello. Es un sistema preparado, con algunas excepciones, para acabar con estos pequeños.
La lucha contra el sistema y contra la eugenesia
Un interesante reportaje de la BBC muestra la realidad de varias familias británicas con hijos con síndrome de Down que relatan sus espeluznantes experiencias para seguir adelante con los embarazos una vez que eran diagnosticados.
Son historias con nombre y apellido. Con rostro. Con fatales vaticinios durante el embarazo y una realidad muy distinta una vez nacidos y pasados unos años.
Es el caso de Jaxon Buckmaester, un niño de seis años, menor de cinco hermanos y al que le encantan los coches de juguete, los dinosaurios, Micky Mouse e incluso actuar en el escenario con su grupo de teatro. Además tiene síndrome de Down.
A día de hoy, su madre Lorraine, sigue sin comprender por qué los médicos y enfermeras que la atendieron durante el embarazo eran tan negativos con la condición de su bebé. La primera vez que le hablaron de esta posibilidad fue cuando la convencieron de que se hiciera un análisis adicional debido a su avanzada edad. “Tenía 45 años en ese momento y sabía que habría una mayor posibilidad, pero no me importaba”, cuenta.
Jaxon, poco después de nacer con sus padres y tres de sus hermanos mayores.
Después, dijeron a Lorraine que debía realizarse una amniocentesis, una prueba muy agresiva para confirmar si el bebé tiene síndrome de Down. “Dije que no –recuerda ella- que no estábamos interesados. La enfermera fue muy agresiva y dijo: ‘las mujeres como tú me enferman'”. Pero esta madre le explicó que para qué iba a hacerse esta prueba si le daba igual el resultado ya que seguiría adelante con su embarazo.
Poco después llegaron los resultados de los análisis iniciales. “Lo siento mucho”, le dijeron desde el otro lado del teléfono porque tenían "muy malas noticias", confirmando que el bebé un porcentaje elevado de tener síndrome de Down.
Lorraine y su esposo Mark volvieron a rechazar todas las pruebas adicionales. Querían quedarse con su bebé. "El apoyo solo estaba ahí si elegía abortar, y eso era lo que supusieron, pero no mostraron interés cuando dije que quería quedarme con Jaxon", agrega Lorraine.
Repetidas peticiones para abortar
El de Jaimie es otro caso parecido. Su madre, Emma Mellor, asegura que se sintió presionada a abortar a su hija durante todo el embarazo. Ella tenía entonces 24 años y era madre de un niño.
“Nos ofrecieron 15 veces abortar, aunque habíamos dejado muy claro que no era una opción para nosotros ellos presionaban y realmente parecían querer que lo hiciéramos", relata Emma a la BBC.
En su ecografía de las 20 semanas, los médicos dijeron a Emma que su hija tenía algo de líquido en el cerebro, por lo que era probable tuviera una discapacidad futura. "A partir de ese momento, recomendaron que debíamos abortar y nos dijeron que pensáramos en el efecto sobre nuestro hijo y su calidad de vida", cuenta.
Y es que su hijo Logan estaba en la lista de espera para cirugía en ese momento, tras haber nacido con un problema en el corazón. Emma confiesa que ella y su marido no podían imaginarse acabar con la vida de su hija con una inyección en el corazón, el método de aborto recomendado después de las 22 semanas, mientras esperaban para operar el de su hijo. "Nos inspiró a tomar la decisión correcta. Decidimos seguir adelante y esperar lo mejor", añade.
Abortar a las 38 semanas
A las 32 semanas, una prueba mostró que tenía síndrome de Down y los médicos le recordaron a Emma varias veces que podían abortar legalmente hasta el nacimiento.
Emma cuenta que "a las 38 semanas, los médicos dejaron muy, muy, muy claro que si cambiaba de opinión en la mañana de la inducción al parto les avisara, porque no era demasiado tarde. Me dijeron que hasta que mi bebé comenzara a viajar por el canal de parto, aún podía abortar".
Cinco años después, Jaimie es "la mejor amiga" de su hermano y asiste a la escuela. "Le encanta bailar. Tiene algunas dificultades, pero es como cualquier otro niño de su edad. Jaimie puede hacer cualquier cosa que se proponga".
El drama de Nicola
Algo diferente es la historia de Nicola Enoch, que tuvo un hijo con síndrome de Down y debido a todo lo que se habla contra ellos llegó a pensar en darlo en adopción porque no lograba quererlo.
Cuando nació Tom, Nicola estaba eufórica. Pero al día siguiente, un pediatra le diagnosticaron síndrome de Down y el mundo de esta madre se vino abajo. “Sentí completa y absoluta desesperación y devastación. Atrás quedó este hermoso bebé y en su lugar fue reemplazado por esta entidad desconocida". Y es que los médicos le dijeron que nunca podría jugar en un columpio, mientras una de las enfermeras rompía a llorar.
Esta mujer se fue distanciando de su bebé e incluso se planteó darlo en adocpión. “Lloraba por el bebé que había esperado y esperado, aterrorizada por el futuro, y de hecho me preguntaba si sería mejor para todos nosotros si Tom no sobreviviera”, cuenta Nicola.
Le costó un año poder amar a su hijo. Hasta que se preguntó un día: “¿qué tiene de malo que tenga síndrome de Down?”.
Tom tiene ahora 16 año va al colegio y su madre lo define "encantador, ingenioso y carismático". Nicola dice que cancelar aquella amniocentesis fue la mejor decisión que tomó. "Me aterroriza pensar que podía haber acabado con la vida de Tom. Me hicieron creer que tendría un impacto negativo en nuestras vidas, pero las ha enriquecido y sin duda somos mejores personas por tenerlo en ellas".
Nicola dirige una organización benéfica llamada The Ups and Downs, que apoya a más de 70 familias, y ha creado un sitio web llamado Positive About Down Syndrome. También ha publicado varios libros, distribuido literatura a las unidades de maternidad en toda Inglaterra, impartido sesiones de formación para el Sistema Nacional de Salud y ha realizado campañas con éxito para que se modifiquen los consejos de su sitio web.
Publicado en ReL el 4 de noviembre de 2020