Hace más de medio siglo que San Pablo VI advirtió sobre el mal de la píldora anticonceptiva. No fue escuchado, ni siquiera en una parte importante dentro de la Iglesia. Fuera de ella fue atacado y vilipendiado. Pero el tiempo ha acabado dándole la razón al constatarse cada vez con más dureza las graves consecuencias que este método anticonceptivo deja en las mujeres.
Un documental llamado “La Píldora”, preparado por Channel 4 en Reino Unido, muestra estos efectos de la píldora y da voz a las mujeres que han dado la espalda a esta anticoncepción. De hecho, el uso de anticonceptivos orales se ha reducido a más de la mitad, mientras que los métodos de planificación familiar natural casi se han triplicado en los últimos 10 años.
Catholic Herald explica además que el pasado mes de marzo un estudio concluyó que el uso de anticonceptivos de progesterona está asociado con un mayor riesgo de cáncer de mama, concretamente entre un 20 y un 30 por ciento más.
En el Times, la escritora feminista Caroline Criado-Perez afirmaba que “ese es otro efecto secundario no deseado, que va junto con el mayor riesgo de coágulos de sangre que ya conocíamos”. Precisamente, es desde el ámbito feminista donde se está alzando la voz con respecto a este tema, aunque durante décadas no quisieron escuchar la voz de la Iglesia.
Otra feminista, Charlie Gowans-Eglinton escribía: “Dejé de tomar la píldora anticonceptiva unas semanas antes de cumplir 30 años. Fue una decisión instantánea, tomada el día en que a mi hermana le diagnosticaron cáncer de mama a los 32 años”.
Sin embargo, aunque han llegado a la conclusión de que la píldora no es buena, el feminismo no ha entendido el gran problema de fondo. Libby Purves indicaba que la píldora brindaba a las mujeres más libertad pero no más respeto. Revolucionó el sexo, pero liberó más a los hombres que a las mujeres. Y se preguntaba dónde están las alternativas no hormonales.
Desde el Catholic Herald, Madeleine Teahan recuerda a las feministas que existe una clara alternativa a la píldora: el conocimiento natural dela fertilidad, y que en el catolicismo se lleva décadas enseñando.
El problema con la píldora como anticonceptivo artificial, y por qué se consideró contraria a la enseñanza católica en Humanae Vitae (1968) publicada por el Papa Pablo VI, era que la píldora y quienes la defendían trataban la fertilidad femenina no como un regalo de Dios para ser apreciado y respetado, sino como un problema para ser resuelto o, de hecho, "cancelado".
El Papa hizo varias predicciones en 1968 en caso de que el uso de la píldora se generalizara. La píldora, según Humanae Vitae, “abrió un camino amplio y fácil… hacia la infidelidad conyugal y la degradación general de la moralidad. El hombre, al acostumbrarse a las prácticas anticonceptivas, puede perder el respeto por la mujer y llegar a considerarla como un mero instrumento de disfrute egoísta, y ya no como su respetada y amada compañera”.
Cabe recordar que justo antes de esta encíclica, la expectativa era que el Papa aprobaría la píldora como una forma de anticoncepción natural y que, por lo tanto, sería aceptable a los ojos de la Iglesia Católica. De hecho, Humane Vitae fue duramente atacada por amplios sectores de la Iglesia. Pero el tiempo ha acabado dando la razón a este Papa santo.