El pasado 3 de abril se cumplieron treinta años de la muerte de Jérôme Lejeune, uno de los genetistas contemporáneos más relevantes debido a su descubrimiento de la trisomía 21, más conocida como Síndrome de Down. Con esta ocasión, se vienen celebrando multitud de eventos para conmemorar al declarado Siervo de Dios y Venerable, como fue el II Congreso Internacional de Bioética organizado en Roma por la Fundación Jérôme Lejeune.

40 Días por la Vida, organización internacional  provida radicada en Texas con delegaciones en todo el mundo, también ultima los detalles para conmemorar al genetista francés. Lo harán con un total de siete conferencias por todo España impartidas por una de las discípulas más reputadas de Lejeune, la doctora mexicana María Pilar Calva Mercado.

Las doctora y genetista cuenta con una amplia formación como medico cirujana especializada en genética humana y citogenética. Es además máster en Bioética y profesora en diversas universidades e instituciones, como la Universidad Anáhuac y la UNAM.

Calva Mercado también es una prestigiosa divulgadora de los principios bioéticos y del Método de la Ovulación Billings en más de 20 países como Rusia, Ucrania, China, Australia, Estados Unidos y todo el continente Hispanoamericano. También ha participado en foros internacionales como la ONU, ha comparecido ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación mexicana a favor de la inconstitucionalidad de la ley del aborto y formó parte de la Academia Pontificia para la Vida en tiempos de Juan Pablo II, entre 2003 y 2012.

Se trata de todo un puntal en la defensa del no nacido y de las personas con Síndrome de Down. Un destino de vida que, sin embargo, contrasta mucho con sus orígenes alejados de la fe y marcadamente imbuidos por el feminismo, la defensa de la contracepción y el aborto.

Los lugares donde se podrá escuchar a la doctora Pilar Calva en los próximos días son:

De raíces masónicas a colaborar con la OMS

Como ha relatado ella misma en varias ocasiones, sus orígenes se remontan a un hogar y familia "de fuerte influencia masónica", especialmente debido a su abuelo, médico militar que ocupaba un alto cargo en la secta.

Aunque fue educada en "grandes valores humanos", nunca fue bautizada y su educación escolar fue laica desde la infancia.

Algo que ella cambió por sí misma. Fue en torno a los diez años, influida por sus vecinos y unas religiosas del instituto médico donde trabajaba su padre.

"Llegó la edad del Catecismo y no sabía qué hacer. Pedí permiso y mis padres me dijeron que si quería, podía ir, así que me bauticé e hice la comunión", relato.

Su colegio era opuesto a lo que escuchaba en las clases de Catecismo, lo que contribuyó a  su alejamiento de la fe durante la adolescencia y que pareció consolidarse al comenzar la carrera de medicina.

Recuerda cuando a instancias de la Organización Mundial de la Salud fue invitada a repartir anticonceptivos. Y también que, al hacerlo, recibió su primera "clase de ética" de una mujer rural sin estudio alguno.

"¿Por qué me va a dar una pastilla si no estoy enferma de nada?", le preguntó con sencillez. Sin argumentos, la doctora hizo uso de su autoridad y ordenó tomársela. "Doctora, no solo no necesito su pastilla, sino que me enferma, me duele la cabeza", rebatió la mujer. En respuesta, María Pilar le impuso anticonceptivos mediante una inyección, hoy reconocida por las farmacéuticas como causante de osteoporosis, lo que replicó por toda la localidad "creyendo que hacía mucho bien".

El aborto, causa de la anticoncepción

La genetista admite que tras dar su apoyo a los anticonceptivos "y de imponerlos después de violaciones", no hubo marcha atrás en su deriva.

`No estarían permitidas las ediciones que tuvieran como fin, por ejemplo, elegir el color de ojos, porque se genera un racismo genético. Por ello, toda investigación científica será correcta en la medida que respete las leyes de la naturaleza´, expresó Pilar Calva durante el II Congreso Internacional de Bioética celebrado en Roma.

"Después estuve de acuerdo con el aborto provocado. Y a pesar de que nunca realicé uno, no me hubiera opuesto a hacerlo, porque una vez que uno se engancha en la anticoncepción no se puede parar", advierte: "El aborto es una consecuencia de la mentalidad anticonceptiva. Y aunque no es el origen, si seguimos luchando solo en contra del aborto, no vamos a terminar con el terror de la mente anticoncepcionista, que no es más que abortar al hijo en la mente".

En París, con Jérôme Lejeune

Comenzaba la década de los años 80 y Lejeune era mundialmente conocido. El profesor de Pilar, "era muy liberal y esperaba la legalización del aborto" para poner en práctica el diagnóstico prenatal, pero no fue obstáculo para que le recomendase a su alumna ir a París para estudiar y hacer la tesis junto al genetista.

Recuerda a la perfección la admiración que el francés suscitó en ella en la primera entrevista.

"Mi padre era el primer bioquímico de México con un doctorado, mi madre la tercera físico en matemáticas… pero él tenía algo especial", expresa la que sería su discípula, admirada de su inteligencia pero también de su "gran humildad".

El cambio de mentalidad que el doctor operó en ella fue prácticamente instantáneo. A través de estar con él, ella comprendía "el daño de los anticonceptivos" y quedaba impresionada por "la defensa que Lejeune ejercía sobre los niños [con Síndrome de Down]", lo que contrastaba con la mentalidad de su alumna, guiada por la máxima de que "venían para sufrir y no se podía hacer nada por ellos".  

"Si conozco la causa, conozco el tratamiento. La medicina y la ciencia están para terminar con las enfermedades, no para eliminar enfermos", le decía él.

En defensa de la dignidad de cada persona

Pilar Calva cuenta que conforme pasaba el tiempo quedaba más admirada por el ejercicio de Lejeune de la caridad en la medicina, de "su capacidad de poner la ciencia al servicio de la persona" o de enamorar a los padres de sus hijos con Síndrome de Down, logrando "enamorarles también del valor de la vida".

La doctora María Pilar Calva, durante el II Congreso Internacional de Bioética organizado en Roma por la Fundación Jérôme Lejeune.

La doctora no tardó en ver mermados sus argumentos abortistas o antinatalistas. Especialmente cuando comenzó a ejercer como genetista clínico y las respuestas a sus pacientes eran aleatorias, "poco científicas" y sin un patrón claro y tras una década, se matriculó en un máster de bioética que supondría el cambio de visión definitivo.

La influencia de Lejeune fue decisiva en la genetista, hasta el punto de motivar su propio regreso a la fe desde la propia coherencia de vida. 

Hoy contempla la Bioética de forma distinta, como una ciencia "que te ayuda a tomar decisiones en momentos difíciles de la vida" y que le permite no solo ayudar a sus pacientes de forma íntegra, a lo que se dedica, sino también a transmitir al mundo su firme aprendizaje de Lejeune de la "importancia de defender la dignidad de cada persona".