De entre las múltiples secuelas resultantes del aborto, la relación de la propia pareja que lleva a término la decisión -si es que la tomaron en conjunto- es una de las menos tratadas en estudios e informes, si se compara con la pérdida de la vida del hijo o de cómo la propia madre se ve afectada de por vida.
Sobre este aspecto se ha pronunciado recientemente la psicoterapeuta Theresa Karminski Burke, también cofundadora del la iniciativa provida de ayuda espiritual para personas que han abortado Rachel's Vineyard. Su experiencia al respecto además de lo estrictamente profesional es notoria, que ha plasmado en libros como El duelo prohibido: el dolor tácito del aborto.
Tal y como recoge Provita e famiglia, la especialista afirma que el aborto es con frecuencia una decisión tomada ante una amenaza de abandono, convenciéndose así de que salvarán su relación si acaban con su hijo.
Se trata, sin embargo, de un argumento que "prácticamente nunca funciona" como se esperaba.
"Poco después del aborto, las relaciones de muchas parejas se rompen. Otras sobreviven sólo porque la pareja todavía está unida por el dolor: estas relaciones a menudo se convierten en rituales de duelo prolongados y mutuamente destructivas. Incluso las parejas casadas suelen separarse después de un aborto, a menos que encuentren una manera de atravesar juntos el proceso de duelo, explica.
Entre algunos de los motivos detrás de estas rupturas, la militante provida observa que la ira, el resentimiento o la amargura suelen ser sentimientos frecuentes que surgen hacia el compañero que no apoyó la próxima maternidad o que ignoró el deseo de mantener y cuidar al bebé.
Al mismo tiempo, agrega, "a menudo existe una gran presión en la relación para ocultar los verdaderos sentimientos de dolor o culpa . Esto puede ser un problema especialmente para los hombres", más tendentes a ocultar sus emociones o a aparentar "fortaleza" para no herir más a la mujer.
Puedes conseguir aquí este y otros libros de la doctora Theresa Burke.
Sin embargo, estos últimos se pueden llegar a ver marcados por un aborto -sean o no responsables del mismo- de forma similar a la mujer. "Muchos afirman tener problemas post-aborto como el dolor, impotencia, culpa, abuso de sustancias, odio a sí mismos, miedo a las relaciones, conductas suicidas, depresión, tendencia a la ira o la violencia o sensación de pérdida de virilidad", enumera.
También puede suceder que la mujer que aborta trate de mantenerlo en secreto, pese a que las alteraciones hormonales [tras el aborto] y los cambios en el comportamiento [por el secreto] que se seguirán suelen ser difíciles de ocultar y también "devastadoras para el matrimonio".
En caso de llevarlo en secreto, la psicoterapeuta y militante provida sabe por su experiencia en sus iniciativas que hacerlo "impide que las parejas den y reciban amor incondicional", lo que "priva a la relación de poder alcanzar su máximo potencial".
Aumenta el aborto y la violencia doméstica: una de muchas razones
Hasta el punto puede destruir a la pareja que la doctora Karminski se atreve a afirmar que el incremento "casi a la par" de las tasas de abortos y las de violencia doméstica puede "no ser una coincidencia".
"Tanto para las mujeres como para los hombres, el aborto está asociado con el odio hacia uno mismo, un comportamiento de autocastigo y una mayor tendencia a actuar de manera agresiva y enojada hacia los demás", subraya.
Aunque "existen muchas otras causas de violencia doméstica", la psicoterapeuta provida concluye afirmando tajantemente que hay evidencias estadísticas significativas y numerosos estudios de casos muestran que "el aborto contribuye a esta tragedia. Hasta que a estas mujeres y hombres se les brinde un entorno propicio para la curación postaborto, es probable que sigan atrapados en estos ciclos de violencia".