Holanda mata con eutanasia a unas 6.000 personas al año. Empezó a hacerlo en 2002 y nunca hasta ahora un médico practicantes de eutanasias había llegado a juicio por homicidio. Ahora por primera vez una sentencia ha analizado un caso (especialmente su consentimiento) y ha absuelto a la acusada.
La enferma firmó un papel en 2012, pero en 2017 titubeaba
Una anciana holandesa firmó en 2012 una declaración oficial pidiendo que la matasen con eutanasia en caso de perder la memoria y ser trasladada a un geriátrico. En 2017, en un estado avanzado de deterioro mental, su postura era contradictoria: a veces pedía morir, otras veces decía que quería vivir.
La doctora, de acuerdo con la hija y el marido de la anciana, la mató en ese año, remitiéndose al documento de 2012 e ignorando las indicaciones de que ella prefería vivir. (ReL explicó más detalles de este caso aquí en agosto)
No preguntar a la enferma, porque "sólo la pondría nerviosa"
Ahora, un tribunal holandés ha absuelto a la geriatra estableciendo que la doctora "no tenía por qué preguntar de nuevo a la paciente" si seguía queriendo la eutanasia, porque eso "solo la habría puesto nerviosa", debido al Alzheimer avanzado que padecía, según recoge agencia Efe.
La doctora no consultó a la enferma: le bastó con ponerse de acuerdo con el marido y la hija de la paciente (sus representantes legales) y con otros dos médicos "independientes". Se le aplicó el criterio de ancha interpretación "sufrimiento insoportable" y "enfermedad incurable". Sin avisar antes a la paciente, la doctora introdujo una pastilla en el café para comenzar el proceso de muerte asistida.
La Fiscalía que llevó a la acusada a juicio declaró que lo hacía "por no haberse asegurado la doctora de que su paciente aún quería morir". La jueza dice que no hacía falta asegurarse. La Fiscalía, de hecho, ni siquiera pedía ningún castigo, convencida de la "buena fe" de la doctora eutanasista.
Según Sanna van der Harg, portavoz de la fiscalía, "la cuestión crucial en este caso es durante cuánto tiempo debe un médico consultar a un paciente con demencia, cuando el paciente ha pedido anteriormente la eutanasia".
Parece que la jurisprudencia ahora establezca que basta con remitirse al papel de 5 años antes y no habrá exigencia de consultar de nuevo a la persona a matar.
Otros casos "dudosos" no han llegado a juicio y los ha analizado una comisión de médicos eutanasiadores (sin ningún entusiasmo provida), pero no implicaban dudas sobre el consentimiento: el caso de un alcohólico, una adolescente con depresión, la previsión del dolor futuro o de las dificultades de la vejez... cualquier cosa triste puede usarse para solicitar la eutanasia legal.
Este es el palacio de justicia en La Haya que ha dictaminado que no hace falta volver a consultar al enfermo si quiere vivir
La eutanasia se triplica... y es todo un negocio
Como recogió Tempi en enero de 2019, a partir de datos detallados de The Guardian, en Holanda "la eutanasia se ha convertido en algo normal". En 2002, cuando se legalizó la "buena muerte", la solicitaron 1.882 personas; la cifra era más del triple en 2017: 6.585.
Si a este dato se le añade que en 2017 se suicidaron 1.900 holandeses y a 32.000 personas se les aceleró la muerte mediante la utilización de una sedación terminal muy anticipada, la "impresionante" conclusión que obtenemos es que más de una cuarta parte de las muertes en Holanda en 2017 (casi 150.000) fueron inducidas por la mano humana.
Nunca fue tan fácil morir en Holanda: la eutanasia estaba inicialmente reservada para los mayores de edad, pero ahora se ha ampliado también a los niños; no hace falta una enfermedad terminal para recibir la inyección letal, basta sufrir de un modo subjetivamente "insoportable" de cualquier malestar, que puede ir desde la ceguera o la parálisis a la depresión; si el propio médico es reacio a conceder la autorización, le basta dirigirse a la clínica especializada, la Levenseindekliniek.
Las aseguradoras dan 3.000 euros a esta clínica por cada enfermo que mata;
factura 2 millones de euros de beneficios al año con este negocio, según The Guardian
Las aseguradoras pagan 3.000 euros por enfermo eutanasiado
La eutanasia es un servicio sanitario básico cubierto por la prima mensual que cada ciudadano holandés paga a su aseguradora. Es un negocio muy lucrativo: por cada inyección letal practicada por un médico de la Levenseindekliniek, las compañías de seguros pagan a la clínica 3.000 euros, según recogía The Guardian. La compensación se da incluso cuando el paciente cambia de idea en el último momento. Así la clínica Levenseindekliniek ganó en 2017 más de dos millones de euros. Observa The Guardian: "Evidentemente, las compañías de seguros prefieren pagar una cifra una tantum por matar a alguien, y no gastar una enorme cantidad de dinero para curar a una persona viva, pero no productiva".
Además, la clase médica holandesa -que durante la ocupación nazi de Holanda fue militante contra sus prácticas eutanásicas- ha asumido en este siglo XXI la nueva ética que mata enfermos: menos del 8% de los médicos declaran hoy que se niegan a practicar la eutanasia por razones de conciencia.