Siempre se ha hablado poco de ella, pero en los últimos veinte años la medicina perinatal ha hecho enormes progresos. El abordaje en fetos y recién nacidos de patologías raras como la hernia diafragmática, o serios como la toxoplasmosis, es una realidad concreta y a menudo se consiguen resultados asombrosos.
Giuseppe Noia, director del Servicio de Cuidados Perinatales del Policlinico Gemelli de Roma es una autoridad indiscutible en este campo. Durante el congreso Yes to life! Cuidar del don precioso de la vida en la fragilidad, promovido por el Dicasterio vaticano para los Laicos, la Familia y la Vida, que tuvo lugar en el Centro de Congresos Agustinianum de Roma del 23 al 25 de mayo, el profesor Noia mostró los últimos avances de su especialidad ayudado por su esposa, Anna Luisa La Teano, cofundadora con él de la fundación Il Cuore in una Goccia [El corazón en una gota].
Luca Marcolivio ha entrevistado a este prestigioso neonatólogo en Pro Vita & Famiglia.
-Profesor Noia, ¿cuáles son los puntos fuertes de un modelo como el Servicio de Cuidados Perinatales?
-Este servicio es una respuesta al dolor humano. Mientras los Servicios de Cuidados Paliativos para adultos, aun teniendo aspectos positivos y de supervivencia, con frecuencia causan impacto por la patología terminal, el Servicio de Cuidados Perinatales impacta por la alegría, la presencia de la vida, los niños en brazos.
»Los cuidados paliativos pueden cambiar totalmente el diagnóstico, por lo que un niño de veinte semanas diagnosticado como incurable, se convierte en curable. El Servicio de Cuidados Perinatales presenta elementos que, hasta hace 20-25 años, no se consideraban importantes. Muchos niños para los que en el pasado no había esperanza, hoy son curados: podría parecer una forma de ensañamiento terapéutico, pero no lo es.
»Los instrumentos para el tratamiento los hemos conseguido gracias a la ciencia: a través del cordón umbilical o el compartimento amniótico se pueden curar muchas patologías, entrando dentro del cuerpo del niño e introduciéndole los analgésicos dado que, entre el quinto y el séptimo mes, el feto madura la capacidad de organizar la sensación de dolor. En esa franja de semanas, practicando estos tratamientos paliativos, no sólo evitamos que el niño muera; evitamos también que el dolor pueda dañar su desarrollo neurológico, algo impensable hace 15 ó 20 años. Es una ciencia que da esperanza.
»El Servicio no es sólo un lugar que impacta por la muerte o el sufrimiento. También hay realidades en las que los niños no sobreviven pero, junto a sus madres, se sienten amados. Les curamos en el estadio prenatal, sin llegar nunca al ensañamiento terapéutico. En el estadio postnatal, tenemos capacidad para proporcionar todos los cuidados compasivos que dan dignidad a la madre y al niño, y que hacen que sientan la ciencia prenatal acorde a su vocación de dar vida, esperanza, de estar al lado del sufrimiento.
El congreso Yes tu Life! convocó a especialistas de todo el mundo.
-¿En qué medida su método ha conseguido mejorar el tratamiento de las patologías prenatales y neonatales?
-Tenemos datos sobre las enfermedades infecciosas que forman parte de ese grupo de patologías fetales sospechosas, por lo que la enfermedad de la madre es considerada como el signo de un problema de malformación en el feto. En realidad, no es así. Si curamos la toxoplasmosis, reducimos drásticamente la posibilidad de que el parásito pase al feto, por lo que nacen niños sanos. Hemos visto 750 casos en treinta años en los que los niños han sido curados en el vientre de su madre; cuando nacen, son examinados y valorados por neonatólogos y neuropsiquiatras. La fuerza de estos estudios no tiene nada que ver con la ideología, sino más bien con la historia de cada paciente.
»Tenemos niños con hidrocefalia a los que hemos controlado hasta los 15 años de edad; si reciben los tratamientos adecuados después del nacimiento, estos niños, en el 72% de los casos, tienen una calidad de vida perfectamente similar a la de los otros niños. Lo mismo se puede decir para el 78% de los niños con toxoplasmosis curados antes de nacer.
-¿Se admiten las terapias invasivas como la amniocentesis y la cordocentesis?
-Sí, depende sólo del uso que se hace de ellas. Un mismo procedimiento puede tener como fin último el de eliminar al niño, o el de curarlo. Si demonizamos la ciencia, le hacemos el juego al enemigo. Debemos ser capaces de discernir lo que es bueno de todo lo que parece estar orientado al mal: podemos convertirlo al bien, a los cuidados, a la terapia. De no ser así no se habría desarrollado la terapia fetal.
»El primero en afirmarlo fue el jesuita Angelo Serra, pionero de la genética, que introdujo el diagnóstico prenatal en el Hospital Gemelli. Según Serra, el conocimiento del estado de salud del feto no implica necesariamente un aborto. De acuerdo con la madre, se pueden discutir las posibles terapias prenatales, convenciéndola así de que incluso cuando hay dificultades, ese bebé sigue siendo su hijo.
»Y gracias a hombres iluminados como Serra, el cardenal Elio Sgreccia [presidente de la Academia Pontificia por la Vida entre 2004 y 2008, fallecido este 5 de junio], el cardenal Dionigi Tettamanzi [quien abordó como moralista estas cuestiones] y, obviamente, Ratzinger hemos llegado a la Instrucción Donum Vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el respeto a la vida que nace y la dignidad de la procreación (1987), que se ha convertido en un verdadero vademécum para el hombre de ciencia.
-Otro aspecto de su actividad médico-científica que ha hecho enormes progresos es la terapia postnatal…
-Es verdad; a menudo, después del nacimiento, muchos niños no son tratados, ya sea porque se considera que no tienen posibilidades de curación, o porque existe el temor de ensañarse terapéuticamente con ellos. En cambio, el ensañamiento tiene elementos que son muy concretos y fácilmente reconocibles.
»También en este ámbito, la preparación bioética nos hace comprender cómo debemos movernos. El saber ético se une al saber científico, según los principios de Fides et Ratio, la fe y la razón, que el Papa Juan Pablo II definía como las dos alas que hacen volar al hombre.
-Usted siempre se ha enfrentado de manera leal a sus colegas abortistas: ¿ha sucedido que alguno de ellos haya cambiado de perspectiva?
-En Oristano me sucedió una cosa muy bella. En un congreso con cincuenta personas, entre médicos y expertos en obstetricia, en su mayoría favorables al aborto, el jefe de servicio para la interrupción voluntaria del embarazo, tras escucharme, se levantó y dio su testimonio. Había ido a verle una mujer embarazada de 47 años, que ya tenía dos hijos y quería abortar al tercero. Él la aconsejó que controlara si había malformaciones o alteraciones y que lo pensara bien, porque se trataba de su hijo. La niña nació sana y el ginecólogo fue su padrino de bautismo. Ese médico fue capaz de trabajar basándose en las pruebas sin desviarse por la avanzada edad de la madre. La mujer de mi colega, al oír esas palabras, se puso a llorar. Después él me abrazó y me dijo: "Nos gustaría hacer las mismas cosas que haces tú, pero el contexto no es el adecuado y no tenemos el background cultural adecuado".
»En Caltagirone me encontré en una situación similar. Mis colegas me dijeron: "En el debate hemos combatido vuestra postura, pero tenemos que reconoceros una cosa: siempre aportáis pruebas como elemento que puede unir a los favorables y a los contrarios al aborto". Y nos estrecharon las manos.
»En Matera, una colega me abrazó llorando y me dijo: "Reconozco que en el pasado no estaba preparada para enfrentarme a estos problemas".
»La realidad es precisamente esa: la ciencia, cuando es apoyada de manera adecuada, determina que haya claridad en el comportamiento.
Traducción de Elena Faccia Serrano.